QUE ESTRES

Colombia está al borde de un ataque de nervios gracias al estrés, la enfermedad de finales de siglo que no perdona sexo, raza ni edad.

8 de septiembre de 1997

Si en el futuro algún arqueólogo quisiera entender el alma de lo que fue el final del siglo XX sin duda tendría que estudiar el estrés: un síndrome que compromete muchas más vidas que las que se llevó lapeste en la Edad Media, la sífilis en el siglo XIX y que hoy está mucho más difundido que el sida. En Estados Unidos se calcula que el infarto, la causa de muerte más común en ese país, está íntimamente relacionado con el estrés; en Japón la tasa de suicidios aumentó el año pasado en un 15,5 por ciento debido al estrés laboral y la Organización Mundial de la Salud calcula que la depresión asociada con el estrés de la vida moderna en el año 2020 será la principal aflicción, mientras el sida sólo ocupará el décimo lugar.Y aunque en Colombia no hay cifras contundentes nadie duda de que el país está al borde de un ataque de nervios. Según el último Estudio sobre Salud Mental del Ministerio de Salud, el 23 por ciento de la población colombiana padece de estrés. Es decir, alrededor de nueve millones de personas. A una conclusión similar llega un estudio reciente realizado a nivel nacional por el siquiatra Ariel Alarcón entre los médicos de una empresa de medicina prepagada. De acuerdo con la investigación el 30 por ciento de sus pacientes se presentan al consultorio por algún síntoma relacionado con el estrés. De las consultas hechas a los internistas el 50 por ciento termina en diagnósticos relacionados con la misma enfermedad e igual sucede con el 38 por ciento de las de los pacientes de los médicos generales, el 15 por ciento de los que asisten al dermatólogo, el 30 por ciento de las consultas de gastroenterología, el 21 por ciento de las de cardiología, el 28 por ciento de las de neumología y el 25 por ciento de las de neurología. ¿Y eso que es ?Sin embargo, aunque el estrés, al igual que Dios, parece estar en todas partes, aparece en todos los diccionarios y la gente lo conjuga como verbo o lo usa como sustantivo, nadie ha sido capaz de tomarlo por los cuernos. Continúa siendo una realidad difusa que apenas se presiente como un incómodo fantasma que debilita, irrita, se chupa los días, consume el cuerpo como una vela, entristece, quizás enferma, pero que a la hora del té nunca parece tener más trascendencia que una molesta gripa crónica. El término hizo carrera en los deprimidos días de posguerra, en los que se afianzaba el modelo de vida pregonado por una sociedad capitalista e industrializada que entronizaba los valores de competitividad, la compulsión por el trabajo y el exceso de estímulos. Sin embargo el estrés, tal como fue definido entonces, no se trata de un término negativo en sí, al contrario, según quien acuñó el término, el médico Hans Seyle, es uno de los motores de la actividad humana. Es la respuesta no específica del cuerpo a cualquier demanda que se le haga y sin él la vida no sería posible.Cuando el organismo está sujeto al estrés se producen una serie de cambios biológicos que el ser humano comparte con los demás animales y que al igual que a ellos le garantiza su supervivencia. La selva, por ejemplo, es uno de los lugares más estresantes, en donde las criaturas tienen que luchar para no ser devoradas. Cuando un venado es perseguido por un león de una forma instantánea todo su cuerpo se pone en tensión, su sistema nervioso se activa y empieza a secretar adrenalina hacia el flujo sanguíneo. Se produce además una aceleración del pulso, un aumento de la presión sanguínea y del ritmo de la respiración, estimulando así la liberación de elementos químicos que proporcionan energía (azúcar y grasas) hacia la sangre. Esta energía será usada por los músculos para entrar en acción. Cuando la amenaza pasa y el venado puede escaparse de su perseguidor, paulatinamente regresa a la normalidad y sus sistemas internos se estabilizan. En la selva de concreto se repiten los mismos mecanismos en el animal humano, quien también debe emprender todos los días la carrera maratónica de la supervivencia, la cual depende de su capacidad para cazar y no ser cazado. Suponga que usted en su rutina diaria deba atravesar una calle. El semáforo está en rojo y usted considera que no es arriesgado hacerlo. Sin embargo un bus ejecutivo decidió no hacer caso de las señales y lo embiste, pero usted alcanza a darse cuenta de las intenciones del agresivo chofer. De manera consciente e inconsciente su sistema de alarma se enciende. Y de la misma manera que el venado, el nivel de adrenalina se dispara, el flujo de sangre y el consumo de oxígeno aumentan, los músculos se tensan y usted salta logrando salvarse de ese agresivo gigante motorizado que por poco lo mata. Usted respira, ha ganado uno de los tantos episodios de supervivencia que tendrá que afrontar ese día. Sin embargo, aunque puede cantar victoria, no recupera el equilibrio inmediatamente, como los animales. Al contrario, sigue alterado y la adrenalina y el azúcar que su organismo produjo para defenderse del ataque que duró un minuto continúa en su sangre 29 minutos más. Le queda todavía media hora de sangre caliente que empezará a volcar en el celador que le abre la puerta de la oficina, en su secretaria, en sus clientes. Esto sin contar con su sistema de alarma, que se volverá a encender antes de que las secuelas del primer ataque del día hayan pasado.Así se entra al círculo vicioso del estrés. Según el sicólogo Armando Martí: "La época actual nos exige por la velocidad de las cosas tener en actividad todo el día estos mecanismos de defensa y huida. Al no tener la oportunidad ni el tiempo suficiente para recobrarnos terminamos sobrecargando el organismo y agotando sus reservas energéticas". Unas reservas que según los especialistas no son reemplazables.
Los problemas empiezan cuando estos estímulos son crónicos, repetitivos y las personas no encuentran mecanismos para reducirlos o compensarlos, agrega Alarcón. Así, después de la etapa de alarma, completamente natural y positiva, empiezan a surgir otras más dañinas. La siguiente es la de resistencia, en la que si el estímulo adverso continúa sin ser tramitado la persona comienza a oponerse a la realidad con el aislamiento emocional, la inhibición y la disminución del interés. Finalmente se llega a la etapa más perniciosa, en la que aparecen la depresión, la resignación, la alteración del sueño y toda una serie de problemas físicos como la hipertensión, la úlcera, el colon irritable, los dolores de cabeza, la dermatitis, etc.
El estudio realizado por Alarcón encontró que el estrés producía en estos pacientes jaquecas, disfunciones sexuales, dolores de espalda, úlceras, colitis, asma, diabetes, mareos, infecciones y caída del cabello.

Estresados Uno A
El estrés no afecta a todos por igual. Varía de acuerdo con la personalidad de cada cual y con la esfera social y cultural en la que viva, con sus relaciones familiares y las condiciones de su entorno laboral. Es la combinación de estos factores la que determina el nivel de estrés, es decir, la que pone o no a pitar la olla a presión de la complicada vida moderna.
La personalidad es uno de los factores que más pesa en esta balanza. Los científicos consideran que las personas se dividen en dos tipos: el A y el B, que representan dos síndromes de conducta opuestos. El tipo A es bastante reconocible: se trata de esa clase de obsesivos del trabajo, siempre a punto de estallar que corren detrás del éxito sin importar los cadáveres emocionales que dejan a su paso. Son los que siempre están afanados y afanando, los que gritan, se ponen colorados y sienten que incumplir la más mínima meta laboral es peor que la caída de Constantinopla. Es decir, se trata de aquellos enamorados del trabajo tan adorados por los dueños de las empresas como odiados por sus esposas, que consideran que las vacaciones y los fines de semana son una estúpida pérdida de tiempo. Las personas que, por el contrario, logran vivir relajadas y sin estresarse por todo pertenecen al tipo B. Los estragos del exceso de estrés, por supuesto, hacen de las suyas en el organismo de los del tipo A. Un estudio realizado en Estados Unidos encontró que la incidencia de cardiopatías coronarias era seis veces mayor entre estos hombres que entre los del tipo B.Sin embargo estos factores de personalidad están estrechamente relacionados con los ambientes laborales. Estudios posteriores demostraron que los individuos no pertenecen a estos grupos solo por determinaciones genéticas. Ahora se cree que con frecuencia una persona (por ejemplo un chofer de bus, un director de un noticiero o una telefonista) no tienen un comportamiento del tipo A cuando comienzan a ejercer la profesión. Sin embargo las presiones pueden convertirlos, a pesar de ser personas relajadas de tipo B, en ansiosas del tipo A.

ESTRES EN SERIE
Definitivamente uno de los factores que más incide en la generación del estrés es el ambiente laboral. Tanto que la Organización Internacional del Trabajo lo considera como "uno de los más graves problemas empresariales de la actualidad que amenaza la salud física y mental de los trabajadores, está detrás de la mayoría de los accidentes laborales y cuesta caro a empresas y economías." En Colombia este tema empezó a tener reconocimiento oficial desde hace tres años, cuando una profesora agobiada por su trabajo presentó una tutela en la que pedía que le aliviaran su carga laboral pues le habían diagnosticado depresión causada por el estrés. La profesora ganó la tutela y la Corte Constitucional estableció que el estrés podía dar lugar a incapacidad. El estrés también desde ese año fue incluido como la dolencia número 1.000 del catálogo de enfermedades laborales contemplado por el Instituto de Seguros Sociales. Según Jorge Andrés Bernal, ex director técnico de Riesgos Profesionales del Ministerio de Trabajo: "La tendencia es a que el estrés se convierta en un factor de riesgo cada vez más intensivo, asociado a los modelos de organización, a la tecnología y al mercado laboral". Este último punto es importante porque aparte de los factores típicamente estresantes como las actividades rutinarias, el exceso de horas laborales, los bajos salarios y la sobrecarga física y mental, los colombianos deben enfrentar ahora también el fantasma del desempleo. La espiral del estrés en Colombia aumenta cada día por factores coyunturales como la crisis económica y la violencia. En Antioquia, según el sicólogo Alexis Benito: "En los últimos años ha aumentado vertiginosamente el número de pacientes que consultan por estrés postraumático. Básicamente se trata de pacientes que han sufrido traumas severos derivados de las situaciones de orden público o violencia, como los desplazados, las víctimas de la delincuencia común y política y los que han sido amenazados y secuestrados". Sin embargo, a pesar de que el fantasma del estrés cada vez es menos vaporoso y se empieza a revelar a través de casos concretos y en cifras, no existen respuestas suficientemente adecuadas para contrarrestarlo. Una muestra de esa actitud laxa frente a este apremiante fenómeno fue medida también por el estudio de Alarcón. Los médicos de esta muestra le recomendaban a sus pacientes estresados que se sometieran a sicoterapias, que fueran al siquiatra o que practicaran alguna actividad recreativa. Sin embargo Alarcón descubrió que después de este diagnóstico los médicos se desentendían del paciente, no controlaban si habían ido al siquiatra y no les hacían el seguimiento posterior. Según la sicóloga Andrea Cortés, que también participó en este estudio: "El paciente al que se le diagnostica estrés se siente desatendido, en un vacío en el cual nadie parece estar en capacidad de ayudarle." El Estado tampoco cubre el estrés dentro de su sistema de salud. Según Benito: "Una persona vinculada al sistema de salud prepagada únicamente tiene derecho a cuatro o cinco citas al año para estas especialidades. Pero para una atención efectiva se necesita un tratamiento sicoterapéutico que puede durar más de seis meses". Sin embargo, aunque no se ha logrado poner en marcha una política general de salud que enfrente este azote de fin de milenio, las respuestas de médicos individuales están empezando a surgir. En varias ciudades del país, médicos y sicólogos se están agrupando para tratar este síndrome. En Medellín existen, por ejemplo, el Centro de Salud Mental Integral y el Seguro Social de Antioquia, que ofrecen programas de manejo de estrés. En Bogotá hay un centro de estrés y se están empezando a realizar talleres de estrés al interior de algunas organizaciones de medicina prepagada y en diferentes empresas. De otro lado, la Universidad Antonio Nariño de la capital acaba de crear la carrera de terapia en rehabilitación sicosocial, cuyo objetivo principal es formar profesionales dedicados a manejar problemas de estrés. Estos especialistas no siguen una estrategia única. Más bien toman elementos de aquí y de allá para adecuar a la realidad colombiana métodos internacionales. No se trata de acabar con el estrés sino de hacer conciencia de él. Por eso estos profesionales concentran sus esfuerzos en técnicas que básicamente buscan lograr un regreso a la armonía, cambiar el hábito de la tensión por el de la distensión, aumentar el nivel de conciencia sobre el estrés y a nivel orgánico lograr que las hormonas del estrés como la adrenalina y la dopamina le den el paso a las hormonas de la alegría como la serotonina. La sicología, las terapias grupales, las técnicas de relajación, la meditación e incluso los métodos de las medicinas alternativas, como la acupuntura, la digitopuntura y la homeopatía, son algunos de los elementos que se están usando, muchas veces al mismo tiempo, en tratamientos integrales.
Según el médico bioenergético Santiago Rojas, pensar en desterrar el estrés de la vida moderna es una utopía innecesaria e imposible. Hay que entender que el estrés en sí no es una patología, al contrario, es el responsable de la vitalidad y la creatividad del ser humano. "Sólo que cuando hay un exceso es como un río que se sale de su cauce normal, abre canales por todo el cuerpo y termina desbordándose. Para controlarlo en un mundo tan caótico y exigente como el actual hay que encontrar el ojo del huracán. Este es un punto totalmente inmóvil a pesar de la furia del remolino. Cuando uno se sienta en él empieza a manejar el estrés en lugar de ser manejado por él". Las impresionantes cifras sobre los estragos de esta enfermedad son un argumento contundente para que los ejércitos de estresados del planeta empiecen a comprender que el estrés es mucho más que una dolencia menor o el símbolo de estatus del ejecutivo; y que ya es hora de empezar a buscarle el ojo a su huracán antes de que sea demasiado tarde. los campeones del estrés
1. Los que deben atender al público, como cajeros, recepcionistas, celadores.
2. Los independientes: el tendero, el taxista, el libretista.
3. Los que manejan conflictos como los médicos, las enfermeras, los policías y los militares.
4. Los que tienen riesgos inminentes, como los escoltas o grupos antiexplosivos
5. Los que tienen horarios recargados, como los periodistas, personal de confianza, publicistas en campaña, etc.
Fábricas de estrés
La mayor celula reproductora de estrés es el trabajo. Según una encuesta de Clase empresarial el 83 por ciento de los ejecutivos entrevistados admitieron tener estrés. Aunque los altos mandos tienen una gran tendencia a sufrir de estrés, según el sicólogo Armando Martí, quienes se llevan el premio son los mandos medios porque deben responder ante sus jefes pero también manejar los conflictos de sus subalternos. Aunque se creía que el estrés era sólo enfermedad de jefes, ahora se reconoce que los empleados también la sufren. Estadísticas de Gran Bretaña y Estados Unidos muestran que el número de muertes relacionadas con el estrés producidas por cardiopatía isquémica, cáncer de próstata y neumonía aumentaban a medida que los trabajadores descendían en la escala laboral. En todo caso la cabeza de cada empresa es fundamental en el nivel de estrés que manejan sus empleados, por eso para combatir el estrés es necesario empezar por el presidente. A veces esta sola acción consigue detener la espiral de estrés. Sin embargo cada empresa tiene una idiosincrasia distinta. Según un estudio realizado por el siquiatra Ariel Alarcón en una petrolera, el grupo más estresado era el de transportes, le seguía el administrativo y en último lugar estaba el de mantenimiento. Esto sucedía porque el departamento de transporte debía responderle a todas las otras áreas de la empresa. En una entidad financiera en la que se realizó el mismo estudio fueron los altos mandos los que presentaron los mayores niveles de estrés: de 43 ejecutivos, 20 tenían un altísimo riesgo de problemas cardiovasculares y sólo ocho estaban fuera de peligro. El tono de los mensajes es tan fundamental que, según Martí, en una época que la compañía Xerox adoptó el lema de 'Xerox-errores' sus empleados entraron en pánico. Por todo esto las empresas cada vez más contratan sicoterapeutas para que pongan sus casas en orden.enfermedades y afecciones
Afecciones sicosomáticas· Aparato digestivo: constipación, diarrea, espasmos, ardores de estómago, náuseas y vómitos.· Aparato circulatorio: taquicardia (palpitaciones), dolores torácicos e hipertensión arterial. Aparato respiratorio: aumento del ritmo respiratorio, broncoespasmos, asma, sensaciones de falta de aire y nudo en el pecho.
· Aparato urológico: cólicos nefríticos, micciones frecuentes y tensión dolorosa.
· Aparato genital: frigidez, impotencia, eyaculación precoz, dolores menstruales y congestión pelviana.
· Sistema muscular: dolores musculares, calambres frecuentes, tics nerviosos y debilidad muscular. Enfermedades orgánicas objetivas·Ulcera de duodeno o estómago
·Infarto De miocardio·Arteriosclerosis·Obesidad exógena·Anorexia nerviosa Vacunas antiestrés
* Cambie sus hábitos alimenticios. Incluya más fibra, agua, proteínas y vitaminas y reduzca el consumo de grasa, café y cigarrillo. Así mismo, debe comer en horarios regulares.4 Respire profundamente.
* Realice algún tipo de deporte que le permita liberar la tensión acumulada por el trabajo.
* Establezca qué situaciones le generan estrés y trate de afrontarlas.
* Aprenda a administrar el tiempo y sea capaz de decir no. No se comprometa a hacer demasiadas cosas a la vez y comience a delegar actividades.
* Planifique las actividades diarias y establezca prioridades, entre las que se encuentre un espacio para usted mismo.
* Adopte una actitud positiva y no piense de antemano que las cosas van a salir mal.
* Valore sus capacidades y siéntase seguro de sí mismo a la hora de enfrentar los problemas.
Aprenda a manejar la crítica como algo constructivo.
* Camine durante 20 minutos y trate de pensar en otras cosas, eso lo relajará.
* Si es posible realice un paseo el fin de semana, preferiblemente lejos de la ciudad.