¡Qué joyitas!

El auge del ‘piercing’ entre los jóvenes aumenta y con él los problemas de salud.

6 de agosto de 2001

A Laura Ardila, una joven de 15 años que vive en Bogotá, la vida le cambió hace año y medio. Motivada por una creciente moda entre las adolescentes decidió hacerse un piercing en la nariz en un mercado artesanal callejero. Al principio no tuvo ningún problema y, por el contrario, se sentía muy a gusto con la nueva apariencia que le daba el arete en su cara. Pero al poco tiempo comenzó a sentir dolores en la nariz, inflamación en toda la cara y un fuerte y desagradable olor. Después de estar en observación durante varias horas en los servicios de urgencias el médico le diagnosticó una reacción alérgica provocada por la joya. “Ahora debo tomar pastillas de por vida pues soy alérgica a todo lo que me pase por el frente”, dice Laura.

Otros jóvenes como ella han sufrido complicaciones similares después del piercing. De hecho, el número de problemas relacionados con el tema ha aumentado en la medida en que esta moda de llevar un arete en cualquier parte del cuerpo ha ido tomando fuerza entre los jóvenes. Al mismo tiempo se ha convertido en el drama de todos los padres, que no saben cómo reaccionar cuando su hija o hijo les dicen que quieren un arete en el ombligo o, peor aún, cuando sin previo aviso llegan a casa con una perla clavada en la lengua.

La oposición de los padres se debe en parte a que muchas de estas perforaciones no son vistas por ellos como algo estético. Por el contrario, a la mayoría les produce rechazo y fastidio. Pero también se debe a la preocupación sobre los problemas de salud que puede generar este procedimiento. Sin duda el mayor riesgo es la transmisión de enfermedades más graves, como la hepatitis B y el sida, debido al uso de agujas infectadas.

Pero las complicaciones más frecuentes van desde simples dolores o mal aliento —cuando se colocan la joya en la boca— hasta asuntos mucho más serios como hemorragias, infecciones, deformaciones de cartílago, cicatrices y alergias.

El ortodoncista Daniel Sperling asegura que de los pacientes con piercing que ha visto en su consulta todos han tenido infecciones en la boca y se han retirado el arete debido a estos problemas. Según explica, en este lugar hay una flora bacteriana natural que se mantiene en equilibrio con una buena higiene bucal. Pero cuando hay un orificio en la lengua o en el labio las bacterias se acumulan y causan infecciones. “Los síntomas son inflamación y dolores fuertes”.

Aunque el piercing se quita sin problemas cuando se desea en algunos casos puede generar deformaciones. Para el cirujano Rodolfo Reyes el más grave problema en la cara es el piercing de la nariz pues el cartílago donde se realiza el hueco es una estructura muy delicada que se atrofia cuando se le introduce un cuerpo extraño. “Además deja una cicatriz grande que es muy difícil quitar”.

La mayoría de las infecciones se producen porque el uso de estos aretes requiere un cuidado y una rigurosa higiene que muchos adolescentes no tienen presente todo el tiempo. Además sus sistemas inmunológicos aún son inmaduros y no están en capacidad de batallar contra un cuerpo extraño en el organismo. Otros casos, sin embargo, se deben a que el orificio ha sido perforado sin las medidas de higiene requeridas.

En Colombia el piercing es una tendencia relativamente reciente. Hace cinco años quienes llevaban un arete en la cara eran personas que querían diferenciarse de los demás y hacían parte de una cultura alternativa. Pero poco a poco ha ido convirtiéndose en una moda que ofrece una nueva estética a todos los jóvenes. En MTV, uno de los lugares especializados en este procedimiento, se realizan aproximadamente 20 perforaciones diarias en jóvenes cuyas edades oscilan entre 12 y 23 años. Los sitios más reconocidos exigen un permiso de los padres a los menores de edad pero este requerimiento no existe para puestos en la calle en donde también se realiza el procedimiento. La perforación dura unos cuantos minutos y cuesta entre 20.000 y 60.000 pesos. Todo depende del lugar del cuerpo en donde se vaya a perforar y de la joya escogida.

Las zonas del cuerpo más llamativas para lucir estos aretes son la nariz, los labios, la lengua, las cejas y el tabique. Pero también se hace en lugares más escondidos, como los genitales, los pezones y el ombligo. En estos casos la motivación no es tanto verse diferente como provocar mayor sensación durante el acto sexual. “Se besa más rico y hay más estímulo durante el sexo oral”, dice Juan Camilo Romero, de GOA, uno de los lugares donde se hace el procedimiento.

Para los expertos esta moda no es diferente a la de los jeans rotos y el pelo largo. Según Beatriz Parra, sicóloga especializada en adolescencia, esta tendencia mundial ayuda a canalizar el grito de independencia de los jóvenes. “Es una manera de decir aquí estoy y estos son mis gustos”, dice. Aunque aclara que no se puede generalizar, muchos jóvenes recurren a esta medida sólo para llamar la atención de los padres o simplemente para mortificar a la mamá.

Moda, arte o rebeldía, la tendencia del piercing no parece estar acabándose. Por eso es importante saber dónde se hace y cuáles son los cuidados que se deben tener cuando se lleva uno de estos aretes (ver recuadro), pues lo cierto es que los riesgos de estas perforaciones existen y pueden llegar a ser tan graves que un asunto que pretendía ser una inocente moda juvenil puede convertirse en un serio problema de salud.