QUE LOS HAY, LOS HAY

A las puertas del siglo XXI, nuevo boom del espiritismo

2 de marzo de 1987

"Yo no creo en los espíritus pero que los hay los hay", solían decir los abuelos cuando se reunían a contar historias terroríficas de guacas, "patasolas" y curas sin cabeza, en sesiones que quitaban el sueño por varias noches a más de una generación de niños colombianos. Por cuenta de un inesperado resurgimiento, el espiritismo está de nuevo a la orden del día, y ya no al nivel de las tertulias santafereñas sino convertido en toda una especialidad que se impone a todas las clases sociales y económicas, y que motiva simposios, debates y conferencias internacionales.
En los Estados Unidos, el fenómeno tiene dimensiones realmente significativas: aunque el espiritismo tiene muchos años, todo parece indicar que el boom que se experimenta arrancó a partir de un libro publicado hace tres años por la actriz Shirley MacLaine, que motivó una miniserie de televisión basada en esas experiencias, desencadenó la aparición de nuevas revistas especializadas y la reunión de especialistas en universidades de Iowa, Nueva York, París, Madrid y Rio.
La MacLaine no se imaginó que estaría en camino de adquirir más admiradores en su carrera como espiritista que los que ganó con sus años de estrellato en la pantalla. Lo cierto es que en su libro Out on a Limb ("Fuera en un limbo") cuenta cómo ha sostenido en numerosas ocasiones contactos con difuntos y espíritus que ya pertenecen a otras galaxias.
Dos incidentes durante la filmación de la miniserie motivada por su libro resultan desconcertantes a la hora de evaluar la credibilidad de toda la bulla que se ha armado alrededor del espiritismo de Shirley. Ambos tienen que ver con Kevin Ryerson, un conocido médium de Santa Bárbara, California, quien afirma tener canal abierto con un estudiante que vivió hace dos mil años y quien, por más señas, responde al común nombre de "Juan". El primer incidente tuvo lugar después que se acababa de terminar la filmación de una de las sesiones de Ryerson, cuando "Juan" estaba todavía en el set. El personal técnico no dejó perder la oportunidad y le preguntó cuál sería el rating del show una cuestión para ellos más crucial que cualquiera, sobre todo si se tiene en cuenta que la miniserie costaría trece millones de dólares. Sin dejarse amilanar por lo que podría llamarse desactualización en alguien que vivió hace dos mil años, "Juan" respondió en un inglés macarrónico, que "conseguirían la mejor tajada del año".
Pero si esto lleva a una conclusión bien pobre sobre la seriedad de la cosa, el segundo incidente le hace un justo balance. Durante otra sesión ante las cámaras, La MacLaine trató de ayudar a Ryerson a levantarse de su silla mientras él estaba aún en trance. Cuando lo tocó ella comenzó a temblar, se puso páiida y se debilitó de tal manera que la grabación tuvo que posponerse. Su reacción fue, en opinión de los testigos, totalmente real. Algo había sucedido.
Cualquiera podría pensar que de tanto andar por el limbo, la MacLaine se cayó del zarzo. Sin embargo, lo que más llama la atención es que no se ha convertido en fanática de túnica y que su actitud es bastante desprevenida y aun ausente: no hace proselitismo, no quiere convencer a nadie, y no ha dejado del todo la actuación. Como dice el productor de la miniserie, Stan Margulis, recordado por "Raíces" y "El pájaro espino": "hay en ella tal ecuanimidad y serenidad que yo creo que las ha conseguido en su odisea espiritual".
FENOMENO DE MASAS
El término "realidad" es elusivo cuando se trata de hablar de espiritismo y reencarnación. Lo que sí es real es la actitud de las personas ante esos temas, y ello resulta sorprendente. Según una reciente encuesta de la Universidad de Chicago, el 42 por ciento de los ciudadanos de los Estados Unidos cree que ha tenido contacto con personas ya desaparecidas, o que ha tenido una vida anterior a la presente. Ello comporta un fenómeno de masas realmente impresionante.
En Colombia, por otra parte, no se han adelantado encuestas sobre el tema, pero es evidente la proliferación de centros de toda clase, que prometen "esta vida y la otra" en materia de espiritismo. Aparte de personas que reclaman la práctica legítima de la comunicación con el más allá, para quienes cobrar un solo centavo significa desnaturalizar el espiritismo y convertirlo en fuente más de problema que de cualquier otra cosa, existen múltiples médiums que comercializan su técnica y hacen verdaderas fortunas engañando incautos, generalmente gente de bajos recursos y de pobre nivel intelectual. Pero ello no es la regla: son famosos los personajes que no toman decisión alguna sin consultar su brujo de cabecera.
Una médium bogotana, que pidió se respetara su anonimato para no perjudicarse pues se desempeña en una profesión liberal, al ser consultada por SEMANA explicó que "el espiritismo es la comunicación con los seres que han dejado la materia y acepta como punto básico la reencarnación del ser, que necesita eliminar sucesivas materias para purificarse y algún día llegar a integrarse con Dios, padre creador". Según esta fuente, el espiritismo se practica desde hace mucho tiempo en Colombia, por entidades serias como la Federación Espiritista de Colombia, filial de su homóloga norteamericana. Se trata de centros científicos, cuya entrada se encuentra restringida a iniciados que no sólo creen en el espiritismo sino que lo entienden suficientemente como para llegar a manejarlo con un mínimo de seguridad. "La gente especula demasiado con el nombre de José Gregorio Hernández como la cura de todos los males, y hay hasta quienes aseguran ser los únicos y oficiales médiums del difunto médico venezolano". Según la fuente, los espíritus no nombran voceros con exclusividad para tal o cual época, "pues ellos no están en un marco espacio-temporal": por lo visto, todos aquellos que alegan esa condición lo que tienen es un negocio redondo.
"TE JALARAN LAS PATAS"
Los peligros de practicar el espiritismo sin seriedad, por juego, o con virtiéndolo en un negocio, son, según ella, de las más variadas clases. En primer lugar, se baja la vibración de las ondas al mínimo, y por ello se presentan "entidades", es decir espíritus, de la más baja categoría, que seguramente en vida fueron tan farsantes como lo son en el más allá. Afirman ser Jesús, María, o cualquier otro nombre altisonante, pero no dan el apellido, con lo que el espiritista de pacotilla queda más confundido que su cliente de turno, ante éxito para él tan grande como inesperado. Esas "entidades" tan bajas pueden quedarse acompañando al médium indefinidamente, no lo dejan ni a sol ni sombra, y pueden llegar a convertirse en sus amos, hasta subyugarlos por completo.
El peligro más real, sin embargo acecha para quienes, imposibilitados para resolver por sí mismos los problemas de su vida, acuden al espiritismo en busca de ayuda, con lo que pueden desarrollar una dependencia peor que la de las drogas. Según la fuente de SEMANA, primero se presenta la fascinación, la persona encuentra que el médium es capaz de contarle hechos de su pasado y le da respuestas que a la larga resultan verdaderas, por uno u otro motivo, "lo que lleva rápidamente a que el cliente se encuentre subyugado y no pueda en adelante tomar ninguna decisión sin el consejo de su médium, quien, de no tener escrúpulos, le tendrá en su mano para lo que quiera".
"Es un grave error pensar que a través del espiritismo se pueda comunicar la gente con sus parientes ya desencarnados", afirmó a SEMANA otro conocedor, quien también pidió se mantuviera su nombre en reserva. Según él, los espíritus de las personas comunes y corrientes, y además recién fallecidas, no tienen un desarrollo suficiente para ayudar al personal encarnado. "El clarividente sólo hace contacto con seres superiores que están realmente en capacidad de ayudar o guiar a la gente, y si lo que está es engañando a la gente, tendrá que pagar un 'karma' muy grande en el más allá".
ESPIRITUS DE "CACHE"
El espiritismo no es de ahora, y su influencia ha tocado la puerta en los más disímiles ambientes. Abraham Lincoln, por ejemplo, aceptó de mala gana comunicarse con su hijo Willie, muerto a los once años de edad. Varios médiums fueron a la Casa Blanca, pero además de unos ruidos extraños sólo pudieron hablar con George Washington, Benjamín Franklin Y Napoleón, en escenas tan confusas que Lincoln comentó: "Esto parece una reunión de mi gabinete". A pesar de este fracaso, el Presidente siguió creyendo en el espiritismo y sobre todo, en los sueños que tenía antes de tomar grandes decisiones. Sus biógrafos aseguran que soñó con su asesinato.
Walt Whitman en sus poesías y en la vida cotidiana afirmaba formar parte de la conciencia de otros seres, y William Butler Yeats pertenecía a una sociedad secreta llamada "Amanecer Dorado" y en una ocasión llegó hasta rastrear el espíritu de una flor marchita. Por su lado, Arthur Conan Doyle, quien perdió un hijo en la primera guerra, era un fanático del espiritismo y algunas de las aventuras investigativas de Holmes estaban bajo esa influencia.
Henry Ford, para defender la reencarnación, sostenía que "el trabajo es efímero si esa experiencia no puede ser utilizada por otros, en otra vida". Pacifista acérrimo, decía que estaba contra el derramamiento de sangre porque en una reencarnación anterior había sido un soldado. Ford fue quien introdujo a Thomas A. Edison en estas creencias y prácticas, de tal forma que el científico desarrollaría luego la teoría de que la memoria humana está compuesta de partículas muy pequeñas que se encuentran en el espacio y son captadas por las personas a medida que necesitan sus recuerdos.

Otro famoso que creía en la reencarnación era el general Patton quien sostenía que en otras vidas, en otros tiempos, también había sido soldado: en Grecia, Roma, Escocia y hasta con Napoleón. Un día, rodeado de sus tropas y mientras visitaba unas ruinas romanas, aseguró haber estado allí muchos siglos antes, diciendo en medio de la sorpresa de todos: "Siento el olor del sudor de los legionarios de César".
Si usted cree que fue Napoleón, o que Sócrates tiene gran afinidad con su pensamiento actual, no se preocupe. Los anteriores ejemplos pueden demostrarle que de pronto estaba mejor emparentado en alguna otra vida, que en la presente, tan dura.
REENCARNACION, INFIERNO Y SHAKESPEARE
SEMANA consultó a algunos personajes de la vida nacional sobre su actitud frente al espiritismo y la reencarnación. He aquí las respuestas, algunas sorprendentes y otras no tanto.
Fanny Mikey. "Desde hace algún tiempo me he estado dando cuenta que la reencarnación indudablemente sí existe. Yo soy argentina y cuando llegué a Colombia y por primera vez fui al Caribe, me parecía como si ya hubiera vivido en ese lugar; y no es sólo eso, son muchas cosas que coinciden con lo que vivo actualmente. Sí creo en la reencarnación, no tengo idea de lo que he sido en vidas anteriores, pero si me dejaran escoger lo que yo quisiera ser en otras vidas, escogería ser como soy ahora y desempeñar la misma actividad...".
Hernando Santos. "No creo en la reencarnación, yo soy un profundo y respetuoso seguidor de la Iglesia. Creo en el infierno y en el cielo, aunque tengo cierta duda sobre el purgatorio. Creo en la otra vida que nos ofrece la religión y espero que cuando me muera me vaya al cielo...".
Gloria Zea. "No, no creo en la reencarnación. Los seres humanos tenemos todo tipo de planteamientos: filosóficos, religiosos, espirituales, etc... y algunos de estos nos convencen y otros no".
Diego Alvarez. "Yo soy miembro del club de admiradores de Santo Tomás El Incrédulo, y ateo de tierra firme. Pero si creyera en la reencarnación, estaría convencido de ser el Shakespeare de Chapinero, no sólo por dármelas sino porque nací el mismo día que se cree nació mi antecesor, el 23 de abril".
Regina 11. "Sí creo en la reencarnación, pero eso no significa necesariamente que crea en el espiritismo, porque éste generalmente resulta ser una transmisión mentalista de mensajes. Así, el que está en trance dice lo que sus clientes quieren oir. La reencarnación es la superación del espíritu a través de la vida. A medida que se vive, el espíritu, y no el cuerpo, está en vía de superación, nunca de retroceso. En el momento en que nos convertimos en hijos de Dios, avanzamos, y es así como funciona la justicia divina. Claro que hay personas más superdasque otras espiritualmente. Pero en todo caso, la misión del cuerpo es servir al espíritu en la Tierra para su superación".