| Foto: Javier de la Torre

AMBIENTE LABORAL

¿Por qué tanta gente odia su trabajo?

La mayoría de los empleados detesta su oficio. Según un psicólogo, la razón es la falta de motivación y creer que el principal estímulo es el dinero.

5 de septiembre de 2015

Si usted es de los que desde el lunes empieza a soñar con la llegada del viernes, no está solo. Según una encuesta de Gallup hecha en 142 países con 230.000 empleados, apenas 13 por ciento de ellos se sienten comprometidos en su labor. Esta minoría tiene pasión por lo que hace y pasa sus días ayudando a que la organización para la que trabaja avance. Para los demás, el 90 por ciento de los trabajadores del mundo, este es más una fuente de frustración que de alegría.

La razón podría ser la naturaleza humana: a la gente no le gusta trabajar. Esa idea perdura desde 1776 cuando Adam Smith dijo en The Wealth of Nations que trabajar es tan aburrido que toca pagar por hacerlo. Pero en su reciente libro Why We Work, el psicólogo Barry Schwartz, del Swarthmore College, dice que aumentar el sueldo y dar otros premios materiales es contraproducente porque los trabajadores más valiosos se motivan por cosas diferentes al dinero.

Así lo demuestran investigaciones como la hecha por Amy Wrzesniewski con un grupo de vigilantes de un hospital, cuya descripción de funciones no incluía lidiar con pacientes. La experta encontró, sin embargo, que muchos de ellos se sentían en la obligación de hacer sentir bien a los enfermos y por ello les hacían chistes, los calmaban y entretenían. “No recibían un peso más por este trabajo extra pero ese aspecto era el que los hacía levantarse cada mañana a trabajar”, señala Schwartz.

A pesar de esto, tanto trabajadores como directivos creen que la gente labora solo porque lo necesita para subsistir. Para Schwartz, no obstante, las personas podrían ser más felices en el trabajo si su oficio los retara, les permitiera ejercer cierto control y les diera oportunidad de crecer y aprender.

Con él coincide Alain Leger, coach y experto en felicidad empresarial, quien considera que “el ambiente laboral es más importante que la plata”, según dijo a SEMANA. Aunque nadie trabajaría gratis o por un sueldo que no alcance a cubrir sus necesidades básicas, ese factor empieza a ser irrelevante si hay mala comunicación interna, el estrés es alto, no hay reconocimiento por el trabajo realizado, o no están conectados con un propósito más alto. “Está comprobado que la gente feliz es más productiva”, agrega.

Y eso solo se logra, según Tony Schwartz, director de The Energy Project, cuando se satisfacen cuatro aspectos. El primero es el físico, lo cual implica poder hacer pausas en el trabajo. Algunos estudios muestran que un descanso cada 90 minutos representa 30 por ciento más de atención en las tareas. “La renovación real es no solo en las noches, en los fines de semana o en las vacaciones sino también durante el día en forma intermitente”, dijo Schwartz a SEMANA.

La otra necesidad es la emocional y se asocia con la idea de ser valorado y apreciado por su trabajo. Igual de importante es validar el aspecto mental que consiste en poder enfocarse en las labores prioritarias y en los sitios y tiempos adecuados. Por último está el factor espiritual, que no es otra cosa que sentirse conectado a un propósito más grande. “Si los líderes apoyan esto, los empleados se sentirán más comprometidos, serán más leales y reportarán mayor felicidad y energía positiva en el trabajo, así como menos estrés”, señala Tony Schwartz.

Lo triste es que muchos hoy solo aspiran a un aumento de sueldo, con lo cual la idea de Adam Smith se vuelve una profecía autocumplida. “Cuando la gente negocia con sus jefes lo hace sobre plata porque no hay nada más sobre la mesa”, dice Schwartz. Pero al empleado hay que compensarlo mejor: hay que darle más voz en cómo hacer su oficio bien, ofrecerle oportunidades de aprender y crecer, promover que haga sugerencias, pero, sobre todo, concientizarlo de que su trabajo sirve para mejorar la vida de otras personas. “El trabajo debe valer la pena. De otra forma, se estaría echando a la basura la mitad de la vida”.