AMBIENTE LABORAL

Estrés de segunda mano en las empresas

Los expertos aseguran que los empleados atareados propagan la ansiedad en la oficina. Aquí se revela cómo vacunarse contra este mal contagioso.

21 de diciembre de 2013

La mayoría ha oído hablar del humo de segunda mano, un término que acuñaron los activistas de la campaña antitabaco para designar el efecto deletéreo que el cigarrillo tiene en quienes no fuman pero reciben el humo de sus vecinos. En el mundo empresarial sucede algo parecido con los trabajadores que están siempre llenos de tareas y corren de un lado a otro para cumplirlas. Estas personas propagan el estrés de segunda mano, un fenómeno que provoca ansiedad y baja la moral, y disminuye la productividad de los demás.

Aunque ya es conocido que el estrés se contagia como una gripa, recientemente el diario The Wall Street Journal puso sobre la mesa la expresión al publicar un informe sobre el tema. Así como las personas resfriadas, los estresados son fáciles de detectar porque llegan tarde a las reuniones, siempre caminan rápido, escriben frenéticamente en sus celulares, tratan de hacer varias tareas simultáneamente, y cuando deben escuchar a alguien, golpean su lapicero contra su libreta en señal de impaciencia. Casi siempre han recibido aumento de sueldo o han sido ascendidos y creen que deben asumirlo todo para estar a la altura de las expectativas de sus jefes.

No necesariamente son los más inteligentes y capaces sino los que no saben manejar su tiempo ni poner en orden sus prioridades. Con su estilo agitado de vida, no obstante, encajan perfectamente en el estereotipo de que los mejores trabajadores son ocupados y estresados.

Una profesional que ha sido víctima de este tipo de estrés cuenta que antes de recibir el ascenso tenía una lista de cosas por hacer en el día, y las evacuaba según la prioridad. Pero con el nuevo cargo se volvió una máquina y sin pensarlo atendía todo lo que iba llegando. Al terminar la jornada estaba agotada y con su lista de tareas aún por la mitad.

Durante el día, sin embargo, no se daba cuenta de que con esa actitud estaba afectando a otros. Y es que el estrés de estos individuos hace que sus colegas se pregunten si deberían estar haciendo lo mismo o si el trabajo que hacen no es tan importante como el del ellos. En ocasiones es posible que se les vea tan ansiosos que los demás no se atreven a interrumpirlos. Y en casos extremos deben atraparlos en el baño o en el ascensor para poder hablar con ellos dos segundos.

Lo anterior va en detrimento de la productividad y esto es visible en las reuniones a las que asisten, en las cuales no ponen atención por estar contestando correos o llamadas. Luego quieren que les repitan lo que se ha dicho, lo cual enfurece a los demás asistentes porque implica una pérdida de tiempo.

La oficina abierta con un jefe que supervisa el movimiento de sus subalternos es el mejor ambiente para propagar el estrés de segunda mano, pues los demás empleados sienten que deben emular a la persona que se ve más productiva para no quedarse atrás.

La psicóloga Elaine Hartfield, profesora de la Universidad de Hawái, descubrió en 2011 que el estrés es tan contagioso como una gripa porque las personas son como esponjas que absorben las emociones de los demás fácilmente, a veces por empatía pero también por la presión que ejercen sobre ellos para que todo esté listo a tiempo. En las oficinas las más afectadas son las mujeres porque, según ella, son más sensibles que los hombres.

Sin embargo, Graham Yemm, un consultor experto en el manejo del estrés, dice que los más afectados son los que trabajan directamente con la persona estresada. El virus luego “se propaga como una cascada hacia abajo por la escalera corporativa”. Yemm asegura que en una empresa esto se traduce en trabajo de mala calidad y en una baja moral que puede llevar a incapacidades. El experto calcula que el 40 por ciento de las incapacidades están relacionadas con el estrés.

Una manera de evitar una epidemia de estrés en la oficina es hacerle caer en cuenta a la persona estresada de su problema. Algunos consideran útil grabar un video para que esta note cómo actúa. También hay que vacunar a los demás trabajadores advirtiéndoles que no es necesario correr y estresarse para ser un empleado ejemplar. Por el contrario, Joel Garfinkle, coach ejecutivo, le dijo a The Wall Street Journal que el estilo de trabajo calmado y sereno es la marca que distingue a los gerentes más competitivos.