SECRETOS DE ALCOBA

Un estudio realizado en Estados Unidos revela que las disfunciones sexuales son más comunes <BR>de lo que se pensaba.

22 de marzo de 1999

La mayoría de encuestas sobre sexualidad que se habían conocido hasta el momento
hablaban muy poco sobre los problemas que se producían debajo de las sábanas. A la mayoría de
encuestados parecía irle muy bien en su desempeño y las dificultades sexuales eran situaciones que solo
aparecían en la tercera edad.
Pero un estudio reciente acaba de desmitificar esa situación. La investigación publicada hace un par de
semanas en Estados Unidos reveló que las disfunciones sexuales están diseminadas en toda la sociedad,
que afectan tanto a jóvenes como a viejos y que tienen su raíz en factores de salud así como en
problemas sicosociales. Para este análisis los autores tomaron como base un extenso estudio sobre
sexualidad realizado en 1992 en una muestra de 1.749 mujeres y 1.410 hombres entre los 18 y 59 años.
Según el trabajo, un 43 por ciento de las mujeres y un 31 por ciento de los hombres encuestados sufre de
uno o varios tipos de disfunciones, tales como falta de deseo, dificultad para excitarse, inhabilidad para
alcanzar el orgasmo, eyaculación precoz, ansiedad sobre su desempeño o dolor durante la relación.
El estudio encontró que la vieja creencia de que a mayor edad más problemas sexuales es aplicable sólo
en el caso de los hombres. De hecho, la prevalencia de este tipo de dificultades en las mujeres tiende a
disminuir con la edad, excepto en aquellas que han sufrido de mala lubricación. En los hombres el incremento
de edad significa un aumento de problemas de erección y falta de deseo. Pero lo curioso es que un 7 por
ciento de los jóvenes entre 20 y 30 años admitió tener los mismos inconvenientes, un dato significativo si se
tiene en cuenta la edad. "El estudio mostró que las disfunciones pueden presentarse en cualquier etapa de la
vida y no sólo en la tercera edad", dijo a SEMANA Edward Laumann, uno de los autores del trabajo.
El estado civil también es un factor determinante. Las separadas y las viudas mostraron un elevado riesgo de
ansiedad y dificultad para tener orgasmos. Entre las solteras ese riesgo es dos veces más alto. Esto se debe
en parte a que las jóvenes cambian con mayor frecuencia de pareja y tienen períodos de inactividad sexual.
Para Laumann, esta inestabilidad unida a la inexperiencia hace que los encuentros generen tensión y dolor.

El cartón importa
Los expertos encontraron además que tanto en hombres como en mujeres un alto nivel de educación puede
llegar a ser garantía de una mejor salud sexual. En general las encuestadas con pocos estudios reportaron
tener experiencias sexuales menos placenteras y sufrir de altos niveles de ansiedad sexual. Las mujeres que
no terminaron el bachillerato tuvieron dos veces más probabilidades de experimentar bajo deseo,
dificultad para tener orgasmos, dolor y ansiedad. Comparando los hombres que poseen diploma de
bachillerato con los profesionales, estos últimos solo tienen dos tercios de probabilidades de tener
eyaculación precoz o relaciones insatisfactorias.
La falta de dinero es también un obstáculo para generar ganancias en el plano sexual. Laumann encontró que
la reducción del ingreso familiar puede ocasionar riesgo en todas las disfunciones sexuales en las
mujeres y en el hombre impotencia.
Pero el factor más devastador en el sexo es el estrés, porque afecta igual a ambos sexos y les impide
generar respuestas satisfactorias en cualquiera de las etapas de la relación sexual. "Encontramos mujeres de
20, 30, 40 y hasta 50 años que deben atender a sus hijos, el trabajo y a sus esposos. Es fácil entender que
al llegar a casa no tengan la espontaneidad para tener una relación sexual", dice Laumann. En general, la
baja calidad de vida, la infelicidad, la mala salud y la insatisfacción con la pareja provocan disfunciones
sexuales. Lo curioso es que sucede con más severidad en las mujeres que en los hombres.
El trabajo incluyó diferentes grupos étnicos y razas. Las mujeres negras tienden a tener bajo deseo y placer
mientras que las mujeres blancas están más propensas a experimentar dolor durante la relación. Las mujeres
de origen latino, por su parte, reportaron tener bajo índice de problemas sexuales.
Aunque el estudio fue hecho en Estados Unidos Laumann piensa que los resultados se pueden aplicar a otras
culturas. "Los problemas que generan las disfunciones no son propios de Estados Unidos sino del mundo
moderno, por lo tanto es factible que los inconvenientes de aquí se repitan en otras culturas".
Los investigadores sospechan que quienes sufren de estos problemas de alcoba probablemente habían
tenido miedo o pena de consultar y solo se atrevieron a hacerlo cuando se desarrollaron drogas para tratar
disfunciones.
No obstante, conocer estos datos es un primer paso para tratar el asunto. "Es mejor que las parejas
discutan con franqueza sus problemas a que se den excusas como la del dolor de cabeza", dice el experto.
Falta ver si ahora que se sabe que no es un problema de unos pocos, muchos tomen la iniciativa de buscar
ayuda profesional para superar estas dificultades y poder vivir una vida sexual sana y placentera.