...SIN PELEAS

La mediación ayuda a las parejas a enfrentar la etapa legal del divorcio para lograr acuerdos más reales y duraderos.

26 de junio de 1995

EL TRAMITE LEgal que una pareja realiza para obtener la sentencia de divorcio puede ser equivalente a un parto con dolor. Lo es porque quienes disuelven el vínculo, por lo general, enfrentan la etapa legal de la separación solos, sin la orientación de un profesional que les ayude a manejar el asunto desde las dos ópticas, la jurídica y la emocional. Los abogados no tienen herramientas para manejar el conflicto afectivo de la pareja y los sicólogos no entienden de leyes y normas.
Un grupo de profesionales, en el que se encuentran sicoterapeutas, abogados y trabajadores sociales, advirtió este problema y formó un grupo de mediación en el Centro de Pastoral Familiar para América Latina -Cempafal-, que busca ayudar a la gente que ya ha tomado la decisión de acabar el matrimonio.
La mediación consiste en lograr acuerdos legales de una manera amigable. Pero a diferencia de la conciliación, pretende profundizar un poco más en el plano afectivo. Según los especialistas, con la conciliación los conflictos sí se resuelven inmediatamente pero algunas veces quedan heridas emocionales que torpedean las resoluciones. Eso genera nuevos procesos para volver a concretar los acuerdos.
"La idea es resolver lo legal desde lo más profundo para que sea una cuestión más consciente y fácil de cumplir", comenta el abogado Alvaro Pinilla, uno de los integrantes del grupo.
"Les ayudamos a entender que detrás de la problemática legal hay un aspecto emocional que deben mirar y manelar en pro del acuerdo", dice María Consuelo Chiappe, sicoterapeuta del grupo.
La metodología utilizada es la terapia familiar sistémica, que consiste en una serie de sesiones entre la pareja y un terapeuta, quienes a su vez son observados por los demás miembros del grupo de profesionales.
La labor del mediador es lograr un equilibrio entre ambos, de modo que puedan entrar a negociar las bases del divorcio en términos iguales. "El que no está convencido de la separación, -explica María Consuelo Chiappe-, siempre estará dispuesto a sabotear cualquier decisión. Tratamos de aclarar sus sentimientos para que los acuerdos que realicen sean más reales".
Pero dependiendo de cada caso, las técnicas pueden variar. Hay parejas que llegan con niveles altos de agresividad para los cuales se requiere un acercamiento diferente. Por eso, a lo largo de las sesiones, el grupo de profesionales va proponiendo dinámicas para lograr resultados específicos.
Teniendo en cuenta que el lenguaje es definitivo en todos los procesos afectivos, el grupo decidió cambiar la manera de nombrar ciertos términos legales para que no exista connotaciones de poder o sumisión. No se habla de visitas sino de compartir el tiempo con los hijos. Tampoco se menciona la palabra custodia sino coparentalidad. Para ellos no existe tampoco el término destrucción de la familia. En su lugar se habla de una reorganización familiar.
La terapia consta de dos etapas y dura como máximo 10 sesiones. La primera tiene que ver con los acuerdos y la segunda con su legalización, proceso que queda a cargo del abogado. Algunos de los miembros del grupo acompañan al juzgado a la pareja para apoyarla en cualquiera de las diligencias del proceso. "Sabemos que no se trata de la firma de una declaración de renta sino de una firma trascendental que cambia la vida de la persona".