Soñadores de la montaña

Nueve alpinistas colombianos esperan alcanzar la meta que tuvieron que abandonar hace cuatro años: la cima del Everest.

16 de abril de 2001

Llegar a la cima del Cho Oyu, a 8.201 metros de altura, fue una

proeza y toda una revelación para Marcelo, Roberto, Manuel, Nelson, Fernando y Juan Pablo. No sólo porque era la primera vez que un equipo de colombia-

nos llegaba tan alto sino porque desde allí divisaron la cima del Everest, que en 1997 les había sido esquiva cuando, por mal tiempo, no pudieron cubrir los 648 metros que los separaban de la cumbre. El Everest apareció ante ellos como la única montaña que dominaba el horizonte. La nube curva que rodeaba su cima era señal inequívoca de fuertes vientos pero también la advertencia de que alcanzar sus 8.848 metros de altura nunca sería tarea fácil. Aun así, en ese momento, los montañistas renovaron la promesa de ser el primer grupo de colombianos en hacer ondear la bandera del país en lo más alto de la reina de las montañas.

Dos años fueron suficientes para que los seis aventureros, junto con Miguel Vidales y Gonzalo Ospina, quienes también hicieron parte de la expedición al Cho Oyu, se prepararan nuevamente para la difícil hazaña, que emprenderán el 24 de marzo. Pero realmente es un trabajo de toda la vida para conseguir un mismo sueño. Cuando Marcelo y Juan Pablo tenían 16 años decidieron, con un grupo de amigos del Gimnasio Campestre, salir juntos de vacaciones. Como no sabían a dónde ir tomaron como guía un mapa de Colombia en alto relieve y con los ojos cerrados uno de los jóvenes tocó al azar un sitio. El debut de los excursionistas sería el Nevado del Tolima. Sin preparación alguna iniciaron la travesía y, como era de esperarse, fracasaron. Sólo en la quinta oportunidad, cuando gracias a los tropiezos habían adquirido práctica, Marcelo y Juan Pablo consiguieron su primera cima.

Desde entonces su meta ha sido estar cada vez más cerca de las estrellas. Y lo han logrado porque, a pesar de las dificultades, su pasión por las montañas permanece intacta. Los retos, fracasos y triunfos les han enseñado que son las montañas las que tienen la última palabra. Así como en 1999 llegaron a la cima del Cho Oyu, un año antes, en el Manaslu, fueron testigos de cómo la montaña devoró al amigo y compañero Lennin Granados, la experiencia más dura en la vida de los montañistas.

“Sí se siente miedo, pero es ese mismo temor el que te ayuda a volver con vida”, asegura Nelson Cardona, y todos coinciden con él: a la montaña se va a vivir y no a morir porque, como Gonzalo lo explica, aunque en este momento su meta cercana son 8.848 metros, hay otros objetivos: “Ver a mi hija realizar sus sueños y a mi mujer envejecer a mi lado”, metas comparables y hasta más difíciles.

No sólo hay temores en las alturas, también hay magia. Los nueve montañistas están convencidos de que son del agrado de los dioses. Cuando se encontraban escalando el pico más alto de la Sierra Nevada de Santa Marta unas piedras, consideradas sagradas por los nativos, les señalaron el camino a la cumbre. Allí un cóndor voló sobre sus cabezas y ellos lo sintieron como una señal de bienvenida. Ninguno de ellos podrá olvidar las palabras del mama de la sierra, el jefe religioso de los nativos: “Cada hombre tiene que cumplir su destino y ustedes lo están cumpliendo porque el suyo es subir montañas”.

Gracias a esta experiencia el equipo se encomendará a los dioses de las alturas por medio de un rito budista y le pedirán permiso para iniciar el ascenso a Chomolugna, o Diosa Madre de la Tierra, como llaman los tibetanos al Everest.

De esta manera el equipo estará listo con su líder, Juan Pablo Ruiz, quien ha hecho suya la frase de Lao-Tse “el buen director no dirige”. Con Marcelo Arbeláez, o ‘Chelo’, como lo llaman sus amigos, ningún detalle pasará inadvertido. Gonzalo Ospina, ‘Gacela’, se encargará de que la alegría les dé ánimos en todo momento. Y si de problemas se trata, Miguel Vidales, alias ‘Langosta’, siempre ofrecerá una solución. Roberto Ariano, ‘Pyton’, siempre tendrá la frase del escritor Borges apropiada para dar calma. De Nelson Cardona, ‘Piquiña’, todos recibirán su energía. La técnica de Fernando González, ‘Fercho’, será una gran arma para superar los obstáculos. La prudencia de Manuel Barrios, ‘Manolo’ (el primer colombiano que hizo cumbre en una montaña de más de 8.000 metros, el Broad Preak, en 1984) será como la de un zorro, capaz de identificar los riesgos. Y qué decir del brujo de la expedición, el médico Carlos Rodríguez. Sin su asesoramiento síquico subir al Everest sería un riesgo más grande del que ya representa.

Alcanzar la cumbre del Everest… Más que llegar a una cima, más que vencer los propios temores, para los nueve montañistas es poder demostrarle a Colombia que se pueden lograr metas casi imposibles cuando se trabaja en equipo por un mismo objetivo. Por eso, si en mayo los colores amarillo, azul y rojo se mueven a 8.848 metros de altura es porque un sueño se habrá cumplido.