Sonrisa al natural

En materia de reemplazos dentarios se pasó de las aleaciones metálicas a los implantes en titanio, mucho más funcionales y estéticos.

30 de octubre de 2000

Perder un diente es mucho más fácil de lo que parece: un golpe, enfermedades periodontales en las encías o en los soportes dentales, la temible caries, entre otras, pueden ser algunas de las causas. Y para reemplazarlo la primera opción es implantar nuevamente en sus tejidos algún material capaz de sostenerse y servir de sustituto a la pieza afectada, además de preservar la estética y la funcionalidad, es decir, que el diente luzca lo más natural posible y que permita una masticación sin molestias.

Según un estudio elaborado por el doctor Juan Manuel González, ex presidente de la Academia Colombiana de Oseointegración, durante varios siglos se utilizaron diversos tipos de materiales, como el hueso y la piedra, pasando por el marfil y llegando a materiales preciosos como el platino y el oro. Del mismo modo, estos materiales eran empleados para diferentes diseños de implantes orales, como agujas, tornillos, cilindros o cuchillas. Sin embargo los resultados no eran los mejores, especialmente en términos de estabilidad y duración. Igualmente, los pacientes padecían inflamación y problemas de abscesos, que provocaban incomodidad para masticar, y tampoco cumplían una adecuada labor estética.

Por fortuna, gracias a los hallazgos y desarrollos introducidos en esta disciplina odontológica por un grupo escandinavo encabezado por el doctor Per Igvnar Branemark, la implantología de hoy está en capacidad de garantizar más del 98 por ciento de éxito en los reemplazos dentales. Es por ello que las prótesis fijas, que habían sido la solución para reconstruir un espacio entre dientes ante los pobres resultados de la vieja implantología, también han quedado atrás y con ellas además se ha reducido notoriamente la posibilidad de afectar los dientes vecinos. La tecnología y los estudios han concebido nuevos procedimientos con técnicas más seguras que trabajan materiales como el titanio (comercialmente puro) por medio de una cirugía mucho menos traumática para el paciente y en la que se aplica tecnología de punta.

Según el doctor Edgar Navarrete, reconocido especialista en esta disciplina, “es evidente que la implantología ha pasado a ser una ciencia basada en conceptos quirúrgicos y restauradores mucho más avanzados, pues con el desarrollo de los reemplazos de oseointegración en titanio debidamente certificados por los diferentes organismos internacionales de control y calidad ésta se ha convertido en una alternativa confiable para las personas que han perdido sus dientes parcial o totalmente”. Las ventajas de este material están dadas por su mayor compatibilidad, es decir, una mejor integración del implante al tejido óseo, una mejor resistencia y, por consiguiente, una menor posibilidad de rechazo en el paciente.

Los especialistas señalan que antes de someterse a un tratamiento de implante dentario es fundamental asesorarse de un equipo multidisciplinario que valore las condiciones generales del paciente, sus antecedentes, su volumen óseo y estudien detenidamente su parte estética. Igualmente importante para cualquier diagnóstico son las ayudas mediante radiografías, modelos y fotos, que se adjuntan a la historia clínica y permiten un conocimiento detallado de cada paciente.

¿Puede cualquier persona recibir un implante dental? En principio sí, aunque se sabe de contraindicaciones en pacientes que padecen desórdenes hematológicos (como una mala coagulación) o que han sido expuestos a irradiaciones contra el cáncer. Sin embargo, para la gran mayoría, los implantes en titanio son una alternativa confiable y segura para recuperar sus piezas perdidas pues permiten una excelente cicatrización y una adecuada integración al hueso. En todo caso, una vez realizado el procedimiento, se vuelve indispensable mantener una excelente higiene oral, así como realizar visitas periódicas al especialista. Esta es la mejor manera para evitar complicaciones de tipo infeccioso, inflamaciones o el rechazo definitivo.

Según un estudio sobre el daño neural derivado de los reemplazos dentarios elaborado por el doctor Bernardo Wolfsohn, “uno de los mayores riesgos que tiene la práctica implantológica es el de lesión en las estructuras nerviosas durante las incisiones, el decolamiento, el fresado o la instalación del propio implante. Todo aquel que se aventure en la práctica implantaria tiene la obligación de tener un profundo conocimiento anatómico de las zonas a abordar quirúrgicamente y de tomar todas las precauciones para evitar riesgos innecesarios”.

En este mismo sentido, explica el doctor Navarrete, “el fracaso de un implante se da básicamente cuando queda móvil, cuando hay una pérdida de tejido óseo superior al 30 por ciento y cuando hay inflamación, dolor muy intenso o se presenta una infección”. Por ello es muy importante el seguimiento que se haga al paciente con el fin de asegurar su recuperación.