A toda máquina

El ‘spinning’ y el ‘kickbox’, ejercicios de máxima exigencia, causan furor en los gimnasios colombianos. Los resultados saltan a la vista.

9 de abril de 2001

Hasta hace poco se decía que lo mejor para hacer ejercicio eran los entrenadores personales y los equipos portátiles para trabajar los músculos en la casa o la oficina. Sin embargo los gimnasios siguen siendo un punto de encuentro obligado para los ejecutivos y, en general, para todas aquellas personas que quieren mantenerse en forma y sacan el tiempo justo para hacer su rutina al menos tres veces por semana. Lo novedoso del cuento es que los gimnasios no se limitan solamente a ofrecer clases de aeróbicos o sofisticadas máquinas para quemar grasa y tonificar los músculos. Si bien se mantienen los fanáticos de las pesas o aquellos que simplemente disfrutan de un sauna, un baño turco o de un masaje corporal, el furor de los gimnasios está en montarse en una bicicleta o ponerse unos guantes de boxeo. Suena extraño pero así es. Hoy por hoy los grandes gimnasios y centros estéticos y de salud se han esforzado por ofrecer a sus clientes algo novedoso, que no solamente implique esfuerzo físico sino que también se convierta en una suerte de ejercicio mental. Y para ello nada mejor que el spinning y el kickbox, dos disciplinas inspiradas en el ciclismo y en el boxeo que desde hace tiempo se conocen en otras partes del mundo pero que hoy son la nueva sensación en los gimnasios colombianos.



Pedalazos ‘inteligentes’

Los beneficios y el placer de montarse en una bicicleta hace mucho que dejaron de ser exclusivos de largos paseos de fin de semana. Con el spinning, la bicicleta se convirtió en la herramienta que proporciona la dosis diaria de adrenalina en los gimnasios.

A pesar de que parezca increíble el spinning existe hace mucho más de los tres años que lleva en Colombia. En 1989 Johnny G., un surafricano aficionado a este deporte, se dio a la tarea de diseñar un aparato ajeno a las limitaciones geográficas y físicas que caracterizan al ciclismo de montaña. Para emprender una vuelta de montaña ya no hay que correr el riesgo de ser atropellado o ganarle la pelea a los resfriados producto del frío matutino. Tampoco hay que preocuparse porque tal vez lo bajen de la bicicleta en el primer semáforo. Los que están haciendo los pinitos en ejercicio de alto rendimiento dejaron de preocuparse por no ser capaces de llegar a la meta sin que alguien los recoja a mitad de camino y porque se quedaron de últimos, obligando al resto del grupo a esperar al primíparo.

El spinning se convirtió en un estilo de vida y hasta en una filosofía del bienestar de la mente y del cuerpo. Se practica en sesiones que van de 45 a 60 minutos en las que se intercalan la música, la imaginación, la responsabilidad y el poder de la mente. Cada persona lleva la clase de acuerdo con su ritmo y su capacidad física, no hay clases duras ni fáciles. Para garantizar esto las bicicletas no tienen los niveles de resistencia numerados. Así, en la clase el instructor no obliga a ejercitarse en el nivel tres o seis o 20 de resistencia sino que cada uno le da la rotación hasta el punto en el que se considere capaz de continuar.

Así se pusieron de moda las expediciones de montaña en espacios cerrados. Perfectas para todos los que están lejos de caer en la pesadilla de rendirle culto al cuerpo, para los que no les queda mucho tiempo entre la casa y la oficina pero que quieren recargar la energía y mantenerse en forma. El programa de spinning combina el ejercicio cardiovascular con el fortalecimiento muscular, logrando un entrenamiento completo en sólo una sesión. Otro punto favorable del ciclismo de interiores, como lo patentaron en Colombia Santiago Rodríguez y Pablo Restrepo, es que quien lo practica no corre tantos o casi ningún riesgo de lesionarse como con los ejercicios de impacto. Esto puede garantizarse siempre y cuando el instructor sea una persona capacitada. “En Colombia hace falta unificar conceptos para que no se siga creyendo que el spinning es hacer aeróbicos en bicicleta”, afirma Daniel Cortés, instructor del Spinning Center de Bogotá. También es importante que los centros que ofrecen clases y las personas que lo practican se convenzan de los beneficios de lo que en el medio se llama “ejercicio inteligente”. Para esto es necesario el uso de monitores cardíacos, que muestran en la pantalla el ritmo que tiene una persona durante el ejercicio para compararlo con las tablas de rangos normales según la edad.

Para muchos el entrenamiento en bicicleta es la panacea. No daña las rodillas, mejora la condición física, libera el estrés y es para todos sin importar la edad o la condición física que se tenga. Mientras que la talla de la bicicleta no sea pequeña, los niños, los viejos, los enfermos del corazón, los yuppies y los no yuppies pueden sacarle el mayor provecho.



Con los guantes puestos

Con la rudeza del boxeo y la precisión de las artes marciales el kickbox es otra práctica que está cautivando a los amantes de los gimnasios en Colombia.

Aún hay mucha gente que no logra comprender cuál es la idea del kickboxing. Para muchos, inclusive, es inconcebible que este deporte se practique en los gimnasios más sofisticados del país y lo peor es que sean niñas las que se atrevan a ponerse los guantes de boxeo para entrenar solas, en grupo o pegándole a una pera igual a la que antes era exclusividad de los peso pesado.

Pero a pesar de lo que piensen los cuadriculados el kickboxing se está tomando los salones de ejercicio. Las razones para ponerse los guantes son muchas. El kickbox ofrece múltiples beneficios, como el incremento de la capacidad aeróbica y de la resistencia cardiovascular, mejora el tono muscular y hace de los músculos tejidos más elásticos y flexibles. A esto se le suma el hecho de que quien entrena adquiere una capacidad de reacción más veloz que le sirve como herramienta de defensa personal.

Uno de los beneficios más atractivos para los kickboxers es la altísima intensidad del entrenamiento, que permite liberar toda la mala energía, el estrés y la agresividad que acumulan en el trajín diario. “El kickbox hace que uno saque todo lo que tiene adentro”, cuenta María Silva, quien hace sólo cuatro meses entrena todos los días.



¿En qué consiste?

Este tipo de entrenamiento nació hace más o menos 10 años en Estados Unidos. La idea fue del boxeador Billy Blanks, quien quiso combinar el ejercicio aeróbico con técnicas de combate. En Colombia lleva muy poco, dos años como mucho, pero está ganando un posicionamiento en la industria del fitness gracias a que satisface la necesidad de los que asisten a gimnasios de salir de la monotonía de las tradicionales clases de alto impacto. El kickbox parece prometedor, sólo es cuestión de tiempo para que los que hoy en día lo critican se unan a las filas de combate.



La rutina

El entrenamiento no es complicado y favorece a todos los que tienen pelea casada con la coordinación. En clases de 45 minutos lo que se hace es “combinar patadas y puños a base de cierto ‘beat’ de música, que no puede ser tropical’, explica Camilo Jiménez, profesor de kickbox del Sports Gym de Bogotá. Hay cuatro tipos de puños: jab y recto, que se hacen con el brazo extendido, y gancho o cross y upper cut, que se hacen con el brazo doblado. En la clase se juega alternando estos cuatro tipos de puños con más o menos cinco tipos de patada: frente, lado, abanico o circular, giros con talón y hachas, que se logran levantando la pierna y pegando con el talón.

El entrenamiento se hace en intervalos mixtos muy cortos de ejercicio aeróbico y anaeróbico, es decir, se mezcla el movimiento constante con pausas cortas en las que el organismo logra recuperar el oxígeno.

Explicar cómo se hace no es evidente. Es de esas cosas que es mejor vivirlas para entenderlas. Así que es cuestión de ponerse los guantes. Ponérselos bien para cargar de energía la mente y el cuerpo mientras se aprenden técnicas de defensa personal.