Comportamiento

Todo por un gol

Ver todos los partidos del Mundial es un placer que millones de personas quieren darse. Cada quien busca -y encuentra- la solución a su problema.

8 de abril de 2006

En Argentina se oye en estos días una cuña radial para promover el diario Clarín, con el cual se sienten identificados muchos hombres. Dice así:

"Mujer: Hola mi amor. ¿Cómo te va? Hombre: No sé, estoy medio mal. Mujer: ¿Qué te pasa? Hombre: Estoy confundido. Creo que debemos tomarnos un tiempo. Mujer: ¿Y hasta cuándo? Hombre: Hasta mitad de julio". Y termina: "¿Querés vivir tranquilo el mundial? Lee toda la información en 'Clarín'".

Aunque hay que abonarles el ingenio a los creativos del aviso, la historia está inspirada en hechos de la vida real. Luis Vallejo, un abogado de 23 años, le dijo a su novia hace poco que le iba a terminar, un día antes del Mundial; la volvería a llamar en la semana de receso para decirle que sigue un poco confundido. "El día de la final le digo que ya resolví mis dudas y que la adoro", reveló. Sergio Fernández, casado hace 10 años, está ideando una estrategia para fugarse de su casa e irse para un bar a ver los partidos. "Si me quedo, mi esposa empieza a decirme que conteste el teléfono o que vaya a la tienda a comprar gaseosa", se queja.

Este tipo de planes y excusas hacen parte de los preparativos que muchos están haciendo para ver con tranquilidad la Copa Mundo de Fútbol de Alemania. Aunque la Selección Colombia no participa en esta oportunidad, el entusiasmo es mayor que el vivido durante el evento anterior, el cual se realizó en Corea y Japón.

La explicación tiene que ver con que este Mundial se celebra en un país 'futbolero', como Alemania, y además tiene la ventaja, con respecto al torneo anterior, de que los partidos se emiten en horarios accesibles para el público colombiano.

Para el de Corea Japón, muchos tuvieron que convertirse en vampiros y mantenerse despiertos hasta la una de la mañana para ver la primera contienda; seguir desvelados hasta las 3 para el segundo, y al término de éste, empatar con el partido de las 5, para luego salir a las 7 de la mañana a trabajar sin haber pegado el ojo. Este Mundial será diferente, pues en América Latina los partidos se transmitirán de día.

Pero eso también es un problema: a esas horas lo habitual es trabajar y estudiar. Este dilema ha puesto a fanáticos, jefes e incluso a gobernantes a buscar una solución, pues prevén que la gente faltará a sus trabajos o al estudio por quedarse viendo los partidos. De hecho, en Argentina, la semana pasada las provincias de Mendoza y Córdoba presentaron el programa Mundial de Alemania en las Escuelas, el cual pretende instalar televisores en los salones de clase para que los estudiantes puedan ver los encuentros deportivos mientras estudian. La propuesta generó una gran polémica entre quienes consideran que los niños no van a la escuela a ver fútbol sino a estudiar, y los que creen que esta medida es acertada, pues es preferible que asistan a la escuela y no inventen excusas.

Eso mismo piensa Gloria García, gerente de una oficina de seguros de Bogotá, quien se va para Munich a ver la inauguración del Mundial y quiere que sus empleados también lo disfruten. Por eso, va a instalar un video-beam en la sala de ventas para que ellos puedan ver cómodamente los partidos. "Es preferible que se queden en la oficina y no que se vayan, se emborrachen y no vuelvan, afirma. Estamos en el Mundial, nos guste o no nos guste", añade. Rodrigo París, periodista que trabaja en un diario de San Antonio, Texas, dice que por fortuna no tendrá problemas porque sus jefes han abierto un gran espacio en la oficina para que la gente pueda ver los partidos. "Hay muchos latinos en la sala de redacción y todos vamos a estar contra el televisor", dice.

Nelson Gutiérrez, creativo de una agencia de publicidad, decidió resolver el problema programando una cirugía del tímpano que tenía pendiente para el día del comienzo del Mundial, el 16 de junio a las 7 de la mañana. "Con eso, a las 3 de la tarde estoy en la casa viendo la inauguración", comenta. Otros, como el médico Jairo Alarcón, van a pedir vacaciones. Amparo Díaz y Diego Gómez planearon su boda para que la luna de miel coincidiera con la Copa Mundo, un evento relevante para ambos.

Los vaticinios de Hernando Sáenz, otro fanático del fútbol, son que a partir de la inauguración de la Copa van a llegar al país unos extraños virus terribles cuya cura se descubrirá una vez termine el Mundial, que les impedirán a muchos ir a trabajar. Lo mismo cree Santiago Ávila, un profesor de ciencia política. "Cuando estaba en la universidad siempre me enfermé durante el Mundial. Esta vez creo que me voy a romper los huesos y me van a dar unas gripas muy fuertes. Voy a hacer cualquier cosa para asegurarme de no perder un partido. Las horas del mundial son sagradas", dice.

En sus épocas de estudiante universitario, Daniel Samper Ospina retiraba materias si ellas interferían con el horario de los partidos importantes. Esta vez, el director da la revista SoHo piensa despachar desde su casa. Desde ya está programando todos los detalles para hacer de cada encuentro una experiencia mística. "Desconecto los teléfonos, sólo invito a dos o tres amigos que entienden lo importante que es el silencio en estos momentos, excluyo a las mujeres, me compro un televisor nuevo y me suscribo al operador de cable que transmita todo el campeonato", manifiesta.

Algo parecido va a hacer Juan Antonio Cabo, un arquitecto de 34 años que, aprovechando los planes de financiación de los almacenes, se va a comprar un televisor plasma para poder invitar a sus amigos. Catalina Jaramillo va a hacer una colecta de dinero para adquirir un televisor de alta definición que instalarán en su casa. Según Alejandro Parrado, de Sony Colombia, las ventas de pantallas se han disparado en los últimos meses al 200 por ciento. "El Mundial es la excusa perfecta para hacer el cambio de televisor, y mucho más cuando hoy existe una nueva tecnología". Pero considera que la época fuerte de ventas será en mayo y junio.

Lo mismo ha pasado con las suscripciones a DirectTV, el servicio de cable que ofrece un paquete de cinco canales para ver el Mundial desde todos los ángulos. Las ventas se han incrementado 30 por ciento, según María Elvira Restrepo, directora de mercadeo. Para junio esperan que esa cifra suba a 50 por ciento. También se ha registrado un mayor flujo de ventas de monas (o caramelos) que en años anteriores. Según Hernando Triviño, gerente de Distripress, la empresa que distribuye el álbum oficial Panini, en 1982 -considerado hasta el momento el mejor año- se vendieron 15 millones de sobres. Si las ventas siguen como van, en esta oportunidad esperan vender el doble. Los clientes son de todas las edades. Mario Echeverry es uno de ellos. Pensionado, de 70 años, Echeverry hoy pega e intercambia monas con sus nietos de 11 y 18 años. "El Mundial es un tema familiar. La afición se ha incrementado incluso dentro del público femenino", afirma Triviño.

Para algunos, el Mundial es un evento tan importante, que hay que verlo en persona. Eso va a hacer Juan Díaz, quien aprovechó una invitación de trabajo a Japón en mayo para luego pasar por Alemania. En total viajará por 62 días. "Iba a ir a Australia a visitar a mi ex novia, pero surgió todo esto, explica. ¡Hace ocho años no presenciaba un Mundial!", señala.

Hay otros que no tienen escapatoria, como Félix de Bedout, quien nunca se había encontrado ante el dilema mundial-trabajo porque sus horarios de periodista eran flexibles. Como ahora trabaja en La W desde las 5 hasta las 11 de la mañana, hora en que se juegan muchos de los partidos, comenta desilusionado: "No tengo plan, pero sí mucha angustia". En la cabina tienen un televisor, pero para él, un fanático de tiempo completo, trabajar y ver fútbol no es lo mismo. "Es la primera vez que esto me pasa. Algo tendré que hacer", concluye.