Cáncer

Una batalla más inteligente

Nuevos medicamentos prometen acabar con las células tumorales sin causar tantos efectos secundarios.

8 de marzo de 2008

Roberto posada García-Peña no parece un paciente con un tumor en la cabeza que acaba de terminar su quimioterapia. El columnista, conocido como D'Artagnan, ha mantenido su rutina diaria y sigue gozando de su buen semblante. No se le nota pérdida de peso ni de pelo, como les sucede a quienes deben someterse a estos tratamientos.

La razón es, en parte, que está siendo tratado con una nueva generación de drogas llamadas inteligentes porque atacan objetivos precisos en la célula cancerosa. Antes, el arsenal farmacéutico para combatir un tumor tenía blancos menos específicos. Por ejemplo, la quimioterapia buscaba acabar con las células que crecían rápidamente -característica de las tumorales-, pero también acababa células sanas que igualmente se reproducen en forma acelerada, como las encargadas del crecimiento del pelo.

Hoy se han desarrollado medicamentos que no arrasan con todo a su paso, sino que se enfocan en alteraciones específicas.

Uno de los nuevos objetivos del ataque es la formación de vasos sanguíneos. Los tumores necesitan alimentarse y cuando alcanzan un cierto tamaño, requieren de estos vasos para oxigenar a sus células más centrales, y así poder seguir creciendo. Medicamentos como Sorafenib (Nexavar) y Bevacizumab (Avastin), por ejemplo, buscan bloquear los factores relacionados con el desarrollo de los vasos sanguíneos. Al hacerlo, el tumor no consigue suministro de nutrientes y muere. En el caso de Sorafenib, el tumor "no se reduce, sino que mantiene su forma, pero muere por dentro y queda como un simple cascarón", dice Paolo Pucci, de Bayer, compañía que desarrolló dicha molécula.

Sorafenib actualmente está aprobado para el tratamiento de cáncer de riñón y de hígado. En estudios clínicos realizados en pacientes con cáncer avanzado de hígado se encontró que aquellos tratados con esta molécula vivieron tres meses más que quienes no la recibieron. Además, la enfermedad evolucionó más lentamente. Para el cáncer de riñón se ha encontrado que los pacientes presentan mejor control y estabilización de la enfermedad.

El Benacizumab se utiliza en el tratamiento de cáncer de pulmón, de colon y de manera experimental en los tumores de cerebro, en los que desacelera su crecimiento. Recientemente la Food and Drug Administration (FDA), autoridad estadounidense del tema, aprobó la droga para el cáncer de seno con base en la evidencia sobre la capacidad de esta molécula para disminuir el tamaño de los tumores. La medida ha sido polémica porque no tuvo en cuenta el criterio de sobrevida.

El doctor Hernán Carranza, de la Fundación Santa Fe, explica que anteriormente el parámetro para medir el éxito de una droga era la reducción del tumor, pero hoy se considera que también son importantes otros factores. "En algunos casos el tumor no disminuye, pero el paciente se siente mejor. En otros, sí disminuye, como en el caso de cáncer en el cerebro y de seno". Por eso hoy lo que se busca es que las drogas le ofrezcan a la persona una sobrevivencia con buena calidad.

Pero también hay otros mecanismos para combatir el cáncer. Es el caso de las drogas inteligentes como Herceptin, que se utiliza para combatir el cáncer de seno, y Sunitinib (Sutent), que bloquea una proteína anormal que les ordena a las células cancerosas que se multipliquen. Por lo tanto, esta sustancia detiene el crecimiento de los tumores o los achica. La gran ventaja de éstas es que son más fáciles de administrar y tienen menos efectos colaterales. Pero su gran defecto es que son muy costosas.

Según Roberto Cachione, oncólogo argentino, el cáncer antes se trataba a ciegas, pero ahora muchos de los paradigmas han cambiado. Por ejemplo, no se busca que la enfermedad

desaparezca, sino poder controlarla. Tampoco se piensa que una sola droga logre este objetivo, sino que se haga a través de terapias combinadas. Cree que en el futuro el cáncer ya no será un sinónimo de muerte, sino un mal crónico que le permite al enfermo vivir una vida satisfactoria por mucho más tiempo.