UNA FLOR PARA MASCAR

Cada día toma más auge el uso de esencias florales como paliativo para los problemas emocionales.

5 de agosto de 1991

RECIBIR UN RAmo de flores es algo que siempre levanta el ánimo. Pero quizás, comérselas reporte mejores resultados. La vieja teoría de los remedios florales ha empezado a recobrar adeptos. Cada vez son más los pacientes que recurren al poder de la naturaleza para superar los males del corazón y serenar la mente. Genciana contra la depresión, rosa silvestre contra la apatía, verbena contra el cansancio, mímulo contra los temores, pino contra la desesperación... parece haber una fórmula para cada problema emocional.
Los primeros en darse cuenta de que las flores podían servir para algo más que deleitar la vista y el olfato fueron los filósofos de la antigua Grecia. Los pensadores acostumbraban beber el rocío de las flores para despejar la mente. Sin embargo, sólo a comienzos de siglo se empezaron a estudiar científicamente las cualidades de las esencias florales. Las investigaciones realizadas por Edward Bach, comprobaron que producen reacciones positivas en los estados emocionales. Según el médico galés, los desequilibrios emocionales, generados en el campo energético de las personas, son los causantes de las enfermedades físicas. Si se atacan las causas de la enfermedad en el campo energético y no sus efectos sobre el cuerpo físico, las probabilidades de una curación definitiva son mayores.
Apoyados en esta teoría, sus seguidores descubrieron que las esencias de algunas flores ayudaban a regular los estados mentales a tal punto que el paciente, además de sentirse anímicamente bien, recuperaba su salud física. El propio Bach clasificó 38 remedios florales destinados a combatir las diversas aflicciones del ser humano, causantes de numerosas enfermedades. La idea del médico galés era la de obtener, por medio de los elíxires florales, medicinas sencillas para el desarrollo emocional. Han sido más de 50 años de estudios y experimentación sobre las cualidades curativas de las flores Inglaterra, Francia, España y Alemania han adquirido una tradición en la práctica de este nuevo tipo de medicina que es hija de la homeopatía. A lo largo de estos años se han desarrollado extractos florales que actuan contra la depresión crónica, la ansiedad, el estrés, la tristeza, la inseguridad, la impaciencia, el complejo de culpa, la pereza, la dispersión mental y decenas de desequilibrios emocionales que -si persisten pueden generar trastornos físicos.
Considerada poco ortodoxa por muchos médicos tradicionales debido a que su acción terapéutica no se produce directamente sobre el cuerpo sino sobre el campo energético del ser humano, la medicina floral ha logrado desarrollarse con éxito en toda Europa. Y su expansión ha llegado también a Colombia. El médico Santiago Rojas, uno de los pioneros de este tipo de medicina en el país, asegura que si bien la forma como actuan las esencias florales puede parecer fantástica, su acción terapéutica es verídica.