| Foto: Ingimage / Javier de la Torre / Semana

BIENESTAR

Viajar al trabajo por mucho tiempo enferma

Un estudio reciente afirma que mientras más tiempo le tome a una persona desplazarse de la casa a la oficina su calidad de vida disminuye.

29 de marzo de 2014

Casi todo el mundo cree que trabaja ocho horas al día, pero en realidad su jornada es mucho más larga. La espera en el paradero, las enormes colas en el TransMilenio, los buses repletos, los robos y los trancones en las horas pico no solo hacen muy demorado trasladarse de la casa a la oficina sino altamente estresante. Así lo demostró una encuesta reciente según la cual quienes tardan más de 15 minutos diarios en sus trayectos se sienten poco satisfechos con sus vidas, valoran menos lo que hacen y son infelices.

Para hacer el análisis, la Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido compiló datos de más de 60.000 británicos, de los cuales 90 por ciento deben transportarse a la oficina. Los resultados variaron según la forma de hacerlo y el tiempo promedio de desplazamiento. Las personas que se demoran de 60 a 90 minutos en sus viajes diarios sufren más estos efectos negativos, más aún si lo hacen en taxi o en bus. “La conclusión general es que el nivel de satisfacción disminuye con cada minuto transcurrido de viaje, mientras que la ansiedad aumenta con cada minuto adicional”, señalan los autores del trabajo.

Paradójicamente, quienes gastan tres horas o más en estos recorridos sufren menos estrés porque aprovechan ese tiempo para adelantar trabajo o leer. Y aquellos que viajan en bicicleta o a pie también se afectan, a menos que hagan trayectos de menos de media hora. El informe también encontró que el estrés disminuye el nivel de tolerancia en los ciudadanos, pues genera una competencia agresiva con los demás ante la necesidad de subirse primero al bus o de tomar un carril en la vía.

El hallazgo confirma el resultado de otras investigaciones realizadas en la última década. Según esos estudios, el estrés que generan estos viajes hace a las personas más propensas a engordar, sufrir ataques cardiacos, tener problemas digestivos y padecer dolores musculares, especialmente en el cuello. Esto se explica porque las demoras en los traslados hace que las personas no tengan tiempo para hacer ejercicio ni respeten los horarios de las comidas. Salir más temprano para evitar el trancón y regresar tarde a sus hogares los obliga a sustituir los alimentos caseros por comida chatarra. Lo revelaron investigadores de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, quienes encontraron que cada minuto de recorrido diario hace que una persona dedique menos tiempo a hacer ejercicio, a comer en casa y a dormir lo necesario.

Andreas Meyer-Lindenberg, director del Instituto Central de Salud Mental en Mannheim, Alemania, piensa que cuando una persona vive en una ciudad de más de 100.000 habitantes ya está en riesgo de sufrir los efectos adversos del tráfico. “Entre los ciudadanos el estrés social genera hiperactividad en regiones del cerebro que juegan un rol clave en el equilibrio de las emociones”, dijo a SEMANA. Este órgano se afecta hasta tal punto que “podemos distinguir quien vive en una gran ciudad por medio de escáneres cerebrales”, agrega. Por eso los citadinos también son más propensos a sufrir trastornos mentales como depresión o esquizofrenia.

En Bogotá la situación es aún más crítica, pues no cuenta con metro ni tranvía. Una encuesta hecha por Moovit en 15 ciudades de América y Europa, ubicó a la capital colombiana como la cuarta ciudad donde la gente gasta más tiempo en conseguir transporte, con una espera promedio de 31 minutos. Y lo peor es que pasan 1 hora y 42 minutos adicionales dentro del bus.

Para evitar las consecuencias negativas del tráfico, en lo posible la gente debe tratar de vivir en un lugar no tan lejano de la oficina o estar en contacto con la naturaleza durante los fines de semana para aliviar el estrés causado por el diario traslado a trabajar. Sin embargo, la verdadera solución está en manos de los gobernantes, a quienes les compete diseñar ciudades que tengan en cuenta el bienestar de las personas.