nutrición

Viaje a la mente

La mente no solo se alimenta de ideas. Los expertos aseguran que hay una dieta especial para que el cerebro funcione mejor.

4 de marzo de 2006

Hace millones de años los primeros homínidos sufrieron un cambio estructural que marcó una diferencia crucial para la especie humana: el ensanchamiento del cerebro. Esto sólo pudo ocurrir con la aparición de una dieta rica en calorías y nutrientes, lo suficientemente abundante como para satisfacer a ese nuevo órgano, mucho más ávido de energía que los de sus predecesores.

Si la alimentación forjó un cerebro dotado de neurocorteza que da la capacidad de razonamiento, no es extraño que hoy muchos expertos crean que este órgano requiere de ciertos alimentos para mantener las actividades cognitivas intactas hasta la vejez. En cierta forma, dicen ellos, es posible alimentar el cerebro.

Aunque los primeros seres humanos adoraban la carne de mamut, las más recientes investigaciones señalan que la comida ideal para el cerebro es el pescado. El año pasado, un estudio realizado por científicos del Rush University Medical Center de Chicago, entre 4.000 miembros de la tercera edad, encontró que quienes comían pescado una vez a la semana tenían un declive cognitivo 10 por ciento más lento que quienes no lo hacían. Este porcentaje aumentaba a medida que los participantes incluían más porciones de pescado en su dieta semanal.

Los expertos indican que quienes hacen esta dieta tienen la ventaja de parecer tres o cuatro años más jóvenes que quienes no incluyen estos productos en su régimen alimenticio. ¿Cuál es el secreto del pescado? Que tiene un alto contenido de omega 3, una sustancia compuesta por ácidos grasos que "ayudan a mantener las neuronas saludables", dice la nutricionista Claudia Angarita. En experimentos se ha visto que cuando los científicos les inyectan a los ratones DHA, un tipo de omega 3, la comunicación neuronal de estos animales mejora sustancialmente. El DHA es uno de los principales constituyentes de las membranas celulares en el cerebro humano. "Cuando hay deficiencia de esta sustancia, el cerebro queda vulnerable a la enfermedad", asegura Andrew Weil, profesor de medicina de la Universidad de Arizona.

Otros estudios corroboran que con el pescado se mejoran las habilidades cognitivas. Y otro más encontró que los ácidos grasos en la dieta ayudan a disminuir el comportamiento violento en los presos.

¿Cuáles pescados contienen omega 3? Las sardinas, el pargo, el bacalao y el salmón. Algunos se encuentran en forma de suplementos. Weil recomienda los aceites hechos con base en pequeños crustáceos que abundan en los mares del sur.

Aunque la evidencia científica es mucho más fuerte con el pescado, también se recomienda tener los ojos puestos en un condimento de India: el turmeric, un polvillo amarillo que se utiliza para hacer la mostaza. Al parecer, este ingrediente actúa como agente antiinflamatorio, lo cual es bueno para prevenir el cáncer y el mal de Alzheimer.

Otros alimentos que fortalecen la salud de la mente son las frutas y las verduras, antioxidantes por naturaleza. Algunos estudios señalan a las fresas, las uvas y las espinacas. Uno de ellos mostró que ratas de laboratorio a las que se les dio una dieta rica en estos alimentos tuvieron mejor desempeño en los test de memoria y una mejor comunicación entre sus neuronas. Los antioxidantes, explican los nutricionistas, funcionan porque ayudan a barrer los radicales libres que quedan como residuos de los procesos metabólicos en el interior de la célula. Con el tiempo se van acumulando y los antioxidantes naturales se ven cortos para limpiarlos. Si se consume comida rica en vitamina E, por ejemplo, el organismo tendrá una ayuda extra para luchar contra los radicales libres. Esta dieta también ha sido asociada a un menor riesgo de mal de Alzheimer. Cinco raciones de fruta diaria es la recomendación de Carlos Cano, médico del Instituto del Envejecimiento del Hospital San Ignacio.

Así como escoger los alimentos correctos es bueno, es importante también evitar los malos como, por ejemplo, las grasas saturadas (papas fritas, ponqués), ya que pueden perturbar la función cerebral. En estudios con ratas que han tenido una dieta alta en estas grasas se ha visto que éstas tienen un mal desempeño en los test de memoria y aprendizaje. En humanos se ha comprobado que la situación puede ser peor, pues aumenta el riesgo de demencia.

La tercera recomendación es el ejercicio, tanto el físico como el mental. Y la mejor manera de ejercitar el cerebro es, según el neurólogo Remberto Burgos, "pensar, razonar, escribir, leer, hacer crucigramas y participar en discusiones".

Hay que tener en cuenta que el cerebro es el órgano más ansioso de todos y por ello hay que saber alimentarlo. Lo que coma afectará el funcionamiento de esa máquina. Tal vez esta dieta no lo convierta en un genio, pero con la comida adecuada trabajará mejor y por más tiempo.