VIDA DE PERROS

Ante el peligro de la rabia, aumentan las batidas contra perros de "dudosa ortografia"

17 de septiembre de 1984

"Los del camión iban en la esquina y yo fuí hasta allá.
Les dije que me entregaran el animalito, porque estaba vacunado y no ofrecia peligro alguno, pero uno de los dos policías que acompañaban el camión que recogía a los perros me agarró a bolillazos. Yo salí corriendo para evitar los golpes y cuando había recorrido unos 20 metros escuché las voces de varias señoras que gritaban, 'no lo mate que es un estudiante, no le dispare'. Oí la detonación de un arma de fuego y en el mismo instante sentí en la pantorrilla algo así como un golpe con un objeto caliente. Caí de bruces sobre el pavimento. Traté de incorporarme para seguir corriendo pero no podía mover la pierna. La tenía rota y se me dobló en la parte de la tibia cuando intenté pararme."
Esto sucedió hace poco tiempo en un barrio del noroccidente de Bogotá. Su protagonista, un estudiante de 15 años de cuarto de bachillerato, César Augusto Rodríguez, al oír que su perro "Guardián" latía quejumbrosamente, salió a auxiliarlo. Pero el asunto terminó en el hospital y con 4 meses de incapacidad para el joven, que perdió el año escolar. Por su parte, el perro no corrió con mejor suerte. Mientras la familia Rodríguez llevaba a César Augusto al hospital y entablaba la respectiva demanda, "Guardián", al no ser reclamado en un término de 24 horas, fue sacrificado en el Centro de Zoonosis de la Secretaría Distrital de Engativá.

LA SUERTE DEL GOZQUE
La suerte de "Guardián" la corren diariamente muchos perros. La Secretaría de Salud del Distrito comenzó hace cerca de tres años un programa que, aunque bien fundamentado, ha resultado impopular: la recolección de perros callejeros. Si poco o nada ha salido de ésto a la luz pública, el motivo parece ser que la recolección toca fundamentalmente a dueños de escasos recursos que no hacen público su descontento y su rechazo. Además, la calidad de gozques de sus animales determina que muy poca atención se de a sus posibles reclamos. Según la Secretaría de Salud de Bogotá, se han recogido cerca de 8 mil perros, de los cuales sólo ha sido reclamado un 20%. Consultado por SEMANA, el secretario de Salud del Distrito, doctor Jaime Barriga, afirma que el proposito de esta medida obedece a la necesidad de "controlar el impacto epidemiológico que esta especie mal cuidada causa sobre la comunidad".
Haciendo un análisis del problema añadió que "los excrementos que depositan los perros en las calles asciende a aproximadamente 250 toneladas diariamente, que se convierten en caldo de cultivo para la diseminación de muchas enfermedades, así como para el desarrollo de nubes de moscas a su alrededor. Sin embargo, la razón número uno es la rabia".
Por esta razón, quienes se han empeñado en las batidas contra los perros de "dudosa ortografía", en general han hecho oídos sordos quienes como Cecilia de Melendez fundadora de la "Sociedad colombiana para el bienestar de los animales y la defensa de las plantas", rechazan los métodos que se utilizan para cumplir con la medida. La señora de Meléndez afirma que aunque entienden los motivos de tales programas, el fin no justifica los medios y habria formas diferentes de lograr los mismos propósitos. "La recogida de perros se hace básicamente en los sectores más pobres de la ciudad. Para nadie es un secreto que los barrios más densamente poblados son los que poseen más animales. especialmente perros. Todo dueño de una casa de cartón y lata que se respete, tiene hasta dos y tres perros para que cuiden sus pocos, pero preciados enseres.
Ellos los sueltan por las mañanas para que los animales busquen su alimentó". Por estas razones la defensora de animales sostiene que el problema se podría solucionar mediante campañas educativas con niños, como se hizo hace dos años, "que en estos sectores reemplazan los juguetes y la televisión con el perro ". Pero aun cuando la idea dio resultado, el programa se suspendio con el cambio de administración porque, según la señora de Meléndez, "como ni los niños ni los perros dan votos, este programa no le interesa a la administración distrital".
Pero si en Bogotá llueve, en el Valle no escampa. Un caso de rabia canina se presenta diarimente en Cali y otro tanto sucede en las áreas rurales. La Secretaría de Salud de Cali "horrorizó" a los defensores de animales cuando, hace algunas semanas, anunció que "condenaba a muerte a los perros vagos". Enfurecidos, los defensores de animales saltaron a la palestra y negaron que existieran perros de esa condición. Según ellos, todos esos perros gozques que deambulan por las calles tienen dueño. "Si bien es cierto que esos dueños no tienen recursos para alimentar a sus perros, afirman, y deben sacarlos de sus casas en la mañana para que se busquen su alimento, también lo es que les brindan un sitio donde pasar la noche".
Un dato sorprendente revela que el número de perros en el departamento del Valle asciende al 10% del total de la población, lo cual significa cerca de 150 mil perros en toda la ciudad. La recolección de perros en esta sección del país se ha llevado a cabo con relativo éxito, pero lo que sigue disgustando a algunos es la forma como se realiza y los métodos empleados para eliminar a los animales infectados de rabia: inyecciones intrapleurales de cianuro de sodio o potasio que los hace morir en cuestión de segundos o la cámara de gas carbónico que causa la muerte por asfixia. Actualmente, se piensa en la construcción de un incinerador para sacrificar a los perros enfermos.
Frente a las medidas extremas, lo más racional parecería fomentar campañas de vacunación que contribuyan a erradicar el mal y a evitar que diariamente sean puestas en peligro aquellas personas mordidas por animales infectados. Un boletín publicado por la Secretaría de Salud del Valle afirma que la vacuna antirrábica para animales se exporta. Esta versión no concuerda con los datos obtenidos por SEMANA, según los cuales el Instituto Nacional de Salud, que es la entidad que produce la vacuna (ver recuadro), no exporta la vacuna para animales, sino la vacuna para humanos. El problema, entonces, radicaría, en que la vacuna antirrábica que es necesario aplicar a los animales anualmente, no se aplica o por ignorancia, o porque los organismos encargados de promover las campañas de vacunación y de adelantarlas no lo hacen con la debida regularidad. La vacuna no tiene ningún costo y cualquiera que tenga un perro puede hacerlo vacunar en los centros de salud de las distintas ciudades colombianas. Pero son pocos los que acuden a esos centros para poner a salvo a sus animales y evitarles la enfermedad.

ELITE PERRUNA
Pero mientras miles de perros callejeros corren el riesgo de caer en manos de la fuerza pública y de parar en las jaulas de un camión de la Secretaría de Salud, son muchos sus congéneres privilegiados que no llevan propiamente una "vida de perros". Son los canes que ostentan pedegrees, papeles que garantizan su buena sangre, y que son tratados como príncipes.
Desde que nacen cuentan con su veterinario de cabecera y su comida se prepara diariamente con todo el cuidado de un menú especial: leche con cereal al desayuno, carne molida y arroz al almuerzo, y leche con galletas a la comida, además de suplementos vitamínicos, si no se dan otras indicaciones. Como sus dueñas, también tienen sus centros de belleza en donde les hacen el shampoo, las uñas y se les corta el pelo, o la cola y las orejas, según el caso. Cuando sus dueños salen de vacanciones, no hay problema. Para ellos existen "hoteles" especiales (en Bogotá hay dos registrados en el directorio telefónico), en donde se hacen cargo de los animales mientras dura la ausencia de sus amos. Cuando estos animales se pasean por las calles, lo hacen de la mano de sus dueños con lujosas correas y collares vistosos, mientras sus primos de la "plebe" no pueden asomar el hocico si los camiones de la Secretaría de Salud rondan las calles en busca de sus presas.
Los perros recogidos son trasladados al Centro de Zoonosis de la Secretaría de Salud, donde diariamente no faltan escenas de dolor: niños y jóvenes acompañados de sus padres en busca de sus perros. Algunos, inclusive, sostienen que se los llevan sin dejar lugar a explicaciones, simplemente porque los encuentran en el antejardín de las casas o porque los "pescan" in fraganti volados de sus casas. Si 24 horas después los animales no son reclamados, su destino es la muerte.
Pero siempre sucede ésto. Si el dueño acredita el último recibo de la vacuna y paga una multa que oscila entre los 1.700 y los 5.000 pesos, según el caso, el Centro devuelve el animal. Sin embargo, el pago de esta multa no siempre es posible por parte de personas de escasos recursos, algunas de las cuales, se afirma, llegan "hasta ayunar con tal de poder recuperar al 'canchocito"'.
La recogida de los perros que generalmente se hace con dos agentes de la fuerza pública a bordo de los camiones de la Secretaría de Salud, no siempre se puede llevar a cabo de manera pacífica. En muchos barrios, se dan conatos de motines, pues las gentes se sienten solidarias con los propietarios de los perros. Así, mientras los defensores de animales no empiecen a aumentar, y mientras no haya educación en la materia campañas de vacunación, la vida de miles de perros en las ciudades del país seguirá haciendo realidad la frase popular según la cual una vida dificil es una "vida de perros".
LA VACUNA ANTIRRABICA
En la parte posterior del Instituto Nacional de Salud, una puerta marcada con el aviso, "antirrábica", da entrada a un área muy grande, de olor extraño, en donde los lugares comunes son los avisos de peligro y las zonas restringidas, que hacen al visitante ocasional pensar que se encuentra en un laboratorio nuclear. Es allí donde se produce la vacuna antirrábica animal y humana.
En ese lugar permanecen 65.000 ratonas de cría que consumen toneladas de alimento, con un mínimo de 23% de proteínas diariamente. Bacteriólogas y técnicos sacan todos los lunes y viernes lotes de vacuna contra la enfermedad.
Mientras en países desarrollados como Inglaterra el último caso de rabia se presentó en el año 30 en algunos lugares de Colombia se reporta uno diario. La rabia es altamente contagiosa y ataca a los perros en un 95%, a los gatos en un 4% y en 1% a otros animales. En los países latinoamericanos una persona infectada de rabia tiene que vacunarse 9 veces consecutivamente. En Colombia, gracias a la buena calidad de la vacuna que se produce, basta con hacerlo 5 veces y aplicar dos refuerzos.
Hasta el año 71 la producción de vacuna antirrábica humana era superior a la animal. En el año 83 se produjeron un millón 500 mil vacunas para animales y 750 mil para humanos.
Según el director del programa de vacuna antirrábica, doctor Guillermo Mendoza, "las 65. 000 hembras de cría que se reúnen en el bioterio son reemplazadas después de que dan 12 o 13 hijos. A medida que van naciendo los ratones, son retirados de sus madres entre el primero y tercer día y llevados al laboratorio en donde se inoculan en el cerebro con 0.01 centímetros cúbicos del virus. Luego se devuelven a donde la madre para que los amamante durante tres días que es el período de incubación de la enfermedad. Posteriormente, los ratoncitos se ahogan en merthiolate y se pasan a un cuarto estéril en donde, mediante al vacío, se extrae el cerebro de la criatura y éste se muele. Esta es la materia prima con la que se elabora la vacuna que luego se congela y se conserva en cuartos cuya temperatura es de 60° bajo cero. Esta materia es irradiada con rayos de luz ultravioleta a fin de evitar el virus. Finalmente se hacen pruebas de inocuidad, potencia y esterilidad de la vacuna".
Curiosamente, el empaque de la vacuna fue inventado por un ingeniero químico colombiano, Ricardo Hurtado, y es una innovación porque son muchos los países en donde se sigue usando la ampolleta y el frasco. El bioterio del Instituto Nacional de Salud es considerado por las organizaciones mundiales de la salud como centro Piloto Para Latinoamérica.