| Foto: Guillermo Torres

TERCERA EDAD

Viejos y lúcidos

Dos estudios acaban con el mito de que la gente que cumple 90 años es frágil y tiene sus capacidades mentales disminuidas.

20 de julio de 2013

Hay buenas noticias para quienes quieren vivir una larga vida pero temen que su vejez se dé en malas condiciones físicas y mentales. Un estudio hecho en Dinamarca, con una muestra de personas de 90 años a las que se les administró una prueba cognitiva, mostró que sus cerebros eran más sanos que los de nonagenarios de hace una década.

El autor del trabajo, Kaare Christensen, director de Centro de Investigaciones de Envejecimiento de la Universidad del Sur de Dinamarca, en Odense, tomó dos grupos de investigación, uno conformado por personas nacidas en 1905 y otro por nacidos en 1915. En total participaron cerca de 5.000 personas analizadas en un periodo de 12 años. En este lapso se les suministraron dos pruebas estándares diseñadas para detectar cambios en el funcionamiento del cerebro relacionados con la edad.

En ambas, los viejos de 90 modelo 1915 se desempeñaron muy bien. Un tercio de ellos tuvo las más altas calificaciones, el doble de aquellos examinados en 1998. El porcentaje de los más afectados mentalmente bajó del 22 al 17 por ciento.

Como si esto fuera poco, otro estudio hecho en Gran Bretaña mostró por primera vez que los índices de demencia entre los mayores de 65 años disminuyeron un 25 por ciento en Inglaterra y Gales en las últimas dos décadas. Carol Brayne, del Cambridge Institute of Public Health, tomó la base de datos de un estudio sobre demencia en el que participaron más de 7.000 mayores de 65 años de Cambridgeshire, Newcastle y Nottingham. En 2008 y 2011 la experta volvió a analizar un grupo similar y encontró que el índice de aquellos afectados por demencia había disminuido.

Estos rigurosos trabajos, publicados ambos en The Lancet, han generado optimismo en la comunidad médica mundial puesto que desmitifican la idea de que el número de pacientes con demencia se multiplicará en los próximos años. Según la corporación Rand, estos casos aumentarán en los próximos 30 años en la medida en que la llamada generación de los baby boomers, nacida entre 1946 y 1963, alcance la vejez avanzada. Según esos cálculos, la carga económica de los futuros viejos sería enorme para la sociedad. 

Desde hace un tiempo, los científicos sospechaban que el aumento de la expectativa de vida no necesariamente tiene que reflejar un aumento de los casos de demencia, pero no tenían cómo demostrarlo científicamente. 

Estos dos estudios son la prueba de que en la medida en que la población se educa mejor y controla ciertos factores de riesgo como el colesterol, la presión arterial y el sedentarismo, que afectan también la vascularización del cerebro, se puede llegar a una edad avanzada sin daño mental. “Lo que funciona para el corazón funciona para la cabeza”, dice Suba Barnejee, de la facultad de Medicina de la Universidad de Sussex, en un comentario del artículo en la revista científica.

Christensen señala que si bien jugaron un papel importante la nutrición y la reducción de las infecciones, también afectaron el resultado el ambiente de trabajo, la estimulación intelectual y en general las condiciones de vida. Así, el grupo nacido en 1915 “estuvo expuesto a mejores condiciones de trabajo y de vida, tuvo  radio y televisión y medios de comunicación más temprano que los nacidos una década antes”. Según el experto esto sugiere que los cambios en el ambiente intelectual fueron cruciales, mucho más que los físicos. 

Aún no se sabe si este resultado se puede replicar en otros países, pero muchos expertos señalan que es probable que esta sea una realidad en el primer mundo, donde las campañas de prevención de estas enfermedades han sido agresivas. Habrá que hacer más estudios para verificar si es una tendencia y, de ser así, significaría que la demencia no es el fin irremediable de la vida sino un factor manejable. En ese sentido es posible tener una vejez libre de esta enfermedad si se toman las medidas preventivas del caso.