VIRGENES: QUE LAS HAY, LAS HAY

Una encuesta realizada por una revista norteamericana descubrió que hay más vírgenes de lo que se cree y que no son como las pintan.

20 de abril de 1992

DESDE QUE LA LIBERACION SEXUAL mandó la virginidad al cuarto de San Alejo, nadie volvió a mencionarla públicamente. Así. la cualidad más exaltada hasta la primera mitad del siglo XX, pasó a ser vista como una extraña enfermedad. Y ahora quienes se colorean al hablar del tema son aquellas que todavía la conservan porque se consideran como raros ejemplares de una especie extinguida. En su última edición, la revista norteamericana Glamour decidió realizar una encuesta para averiguar si realmente las vírgenes se habían extinguido y descubrió que, a pesar de la creencia popular, en los 90 no sólo hay más vírgenes de lo que se cree sino que son mayores de lo que se piensa.

Dos mil lectoras entre los 19 y los 40 años respondieron a la pregunta "¿Es usted virgen"? Pero lo que más sorprendió a los editores norteamericanos fue encontrar que el grupo mayoritario estaba entre los 20 y 30 años. Y la mayoría confiesa que se sienten como "dinosaurios", en un mundo que considera que la virginidad, como las victrolas, es una pieza de museo. Pero también aseguran que son vírgenes por convicción.

Sin embargo señalan que en el mundo actual ser virgen es casi sinónimo de mártir. La gran mayoría se muestran furiosas de ser miradas como "ejemplares exóticos" por médicos, colegas, amigos y parientes, quienes les toman el pelo, se preocupan por su situación y tratan de protegerlas pero raras veces respetan su decisión. "Mis amigos siempre me presentan en las fiestas: Esta es Cris. Ella no bebe y es virgen", escribe una lectora.

Asi mismo confiesan que cada vez que admiten su virginidad, se sienten presionadas a justificarla. " la gente a menudo se comporta como si eso fuera fruto de una carencia, una arraigada creencia religiosa o incluso una muestra de lesbianismo", dice una mujer de 28 años. "Cuando uno admite su virginidad, siempre tiene que dar una excusa dice una joven de 24 años. Simplemente mucha gente no puede imaginar que alguien de mi edad no haya tenido sexo".
A juzgar por la muestra de encuestadas, la satisfacción acerca de la castidad es inversamente proporcional a la edad. Las vírgenes más felices están entre los 19 y los 25 años. "Se necesita coraje y verdadera libertad de espíritu para ir en contra de la liberada sociedad actual", dice orgullosa una de este grupo. Mientras que las que se encuentran entre los 26 y los 35 años se quejan de que la gente las vea más como víctimas que como heroínas. "La gente piensa que soy demasiado vieja para ser virgen dice una mujer de 30 años. Lo que una vez fue una cualidad, hoy es motivo de verguenza". Otra que ya está al borde de los 40 afirma: "Soy una víctima del mito de Cenicienta... me quedé esperando a un príncipe azul que nunca llegó".

La palabra clave en la mayoría de las respuestas fue "elección". Y aunque al parecer hay muchas más vírgenes en los 90 de lo que la gente sospecha, no corresponden al estereotipo que la sociedad ha formado de ellas. No son mujeres demasiado feas, demasiado sosas, demasiado religiosas o demasiado remilgadas para tener sexo. Son mujeres que han elegido la virginidad por una variedad de razones. Sin embargo, analizando sus respuestas los sicólogos pudieron detectar varias clases:

· Retrovírgenes: combinan los valores de los años 50 con los de los 90. Y no sólo desean que su escogencia sea respetada sino también recompensada. Como en la era medieval, esperan ser rescatadas por un príncipe porque piensan que reservarse para el matrimonio puede garantizar la fidelidad de sus futuros esposos.

· Vírgenes beatas: estas mujeres son extremadamente respetuosas de sus creencias religiosas y ese es el motivo principal para abstenerse del sexo premarital. Valoran la castidad a tal punto que muchas esperan encontrar parejos igualmente castos que las lleven al altar.

· Vírgenes del sida: el temor a las enfermedades de transmisión sexual también ha motivado a muchas mujeres a abstenerse del sexo. Aunque esta razón generalmente va unida a arraigados principios morales o al deseo de reservarse para el matrimonio, un alto porcentaje admite como razón principal su temor al contagio.

· Vírgenes técnicas: son mujeres que creen que existe una línea sexual y no tienen intención de cruzarla antes de enamorarse o casarse. Pero no necesariamente son inocentes y conocen la técnica para mantenerse en la cuerda floja con el balance y la precisión de un equilibrista. Su deseo de juego amoroso sobrepasa su apetito sexual y, como en las épocas anteriores a la píldora, conocen cómo dar y recibir placer sin enfrentarse a lós riesgos de una relación sexual.

· Vírgenes al borde de un ataque de nervios: lo han sido por tanto tiempo que no saben cómo dejar de serlo. Este grupo está formado por las mujeres de mayor edad que recibieron una estricta y represiva educación sexual. Sienten que al entregarse a un hombre, ellos ganan y ellas pierden. Generalmente se sienten demasiado viejas e inexpertas para confesar su estatus y demasiado temerosas de entregarse a alguien que no las merezca.

· Vírgenes con actitud: estas son las más contemporáneas. Si no pueden tener sexo bajo sus propios términos con el hombre de su elección, no quieren nada. Se les culpa de frígidas, pero simplemente ellas prefieren escoger que ser escogidas.
Lo cierto es que en la era de los movimientos por los derechos de las minorías, las vírgenes, cansadas de ser objetos de burlas, chistes y discriminación, han decidido enfrentarse a una sociedad que ha desvalorizado su condición. La pregunta que ellas se hacen es si la revolución sexual no se quedó a mitad de camino: ¿Qué ventaja tiene ser libre para decir 'sí', si no se es libre para decir 'no'?