42 SEMANAS Y MEDIA

¿Qué hacer cuando la fecha prevista se pasó y el parto no llega?

20 de junio de 1988

Todo está listo. La cuna de mimbre y los pañales, los jueguitos de ropa interior, los mamelucos y etc. etc. Pero la llegada del esperado bebé no se presenta, a pesar de que ya es tiempo, según las cuentas. La serena inquietud de la futura madre contrasta con la desesperación del marido. ¿Será que ya nadie puede llegar a tiempo?
Lo que sucede en este hogar hipotético es algo relativamente usual en el embarazo: el parto retardado, aquel que se produce después de las 42 semanas de gestación. Pero, aunque la incidencia de este tipo de impuntualidades puede llegar al 10%, y a pesar de los adelantos impresionantes de otras áreas de la obstetricia, los médicos aún no tienen seguridad absoluta sobre cuál es la estrategia más segura y adecuada para garantizar en estos casos un parto tan exitoso como sea posible.
Aunque a primera vista pudiera decirse que un embarazo más largo asegura una mejor conformación del feto y un bebé más desarrollado y sano, la realidad es que el embarazo demasiado prolongado puede traer más desventajas que dividendos. Para evitarlo, hay algunos procedimientos que inducen el parto y en último caso siempre queda la cesárea. Pero ésta y aquellos también tienen sus riesgos.
Para conocer exactamente cuál es la estrategia más precisa para enfrentar el embarazo prolongado, los norteamericanos están haciendo un estudio, patrocinado por el Instituto de Salud Infantil, que comprende 2.800 madres cuyo bebé está demorado. Dos tercios del grupo tendrán trabajo de parto inducido, y las demás esperarán a que se produzca naturalmente. Pasadas cuatro semanas de atraso los médicos tratarán de inducirlas, o en último caso, serán sometidas a cesárea. Los investigadores esperan obtener, de la combinación de datos obtenidos, el perfil del tratamiento perfecto, si cabe la expresión.
Los resultados del estudio se conocerán antes de dos años, pero su anuncio ha puesto sobre el tapete el interés de los obstetras sobre este aspecto. "No hay respuestas exactas sobre el tema", dice el doctor Mortimer Rosen, obstetra de Nueva York.
"Se trata de uno de los problemas de manejo más difíciles de la obstetricia". De hecho, algunos médicos esperan más que otros para inducir el parto, e igual cosa pasa con la cesárea. Las posibilidades son muchas y también lo son las ideas de los facultativos al respecto. Los problemas surgen de que en este aspecto la indefinición es la regla. Para comenzar, no es fácil reconocer con precisión los embarazos demasiado largos, por la sencilla razón de que si algunas mujeres son notoriamente irregulares en la frecuencia de su menstruación, otras han olvidado la fecha de la última.
Pero aun si se dispone de cálculos precisos, algunos fetos tardan más en madurar que otros y en esos casos, el embarazo no sería demasiado largo, sino apenas adecuado.
Un bebé nacido después de 42 semanas tiene una conformación física típica, larga y delgada, lo que se debe a que aunque sigue creciendo, la placenta, que le brinda alimentación y oxígeno, con el paso de los días se vuelve cada vez más ineficiente. Y, como el crecimiento de más puede durar 4 ó 5 semanas, el obstetra y la madre pueden enfrentar el parto de un recién nacido del tamaño de un bebé de un mes.
Pero si algunos médicos deciden esperar el tiempo más largo posible, otros tienen menos paciencia, y deciden tratar de inducir el parto por medio de drogas. Esto, sin embargo, también tiene sus problemas, pues para que la inducción tenga éxito, el cuello de la matriz debe estar listo, esto es, relajado y abierto. Si esta circunstancia ideal no se da, lo que sucede muchas veces, el intento de inducción puede llevar 18 ó 20 horas, y terminar en cesárea. Como dice el doctor Rosen, "es difícil calcularlo, pero al menos el 25% de los intentos termina en cesárea".
Si bien esta operación no es particularmente riesgosa, la dificultad adicional radica en que si existe error en el cálculo de la fecha ideal del parto, el obstetra puede resultar recibiendo mediante cesárea, un bebé prematuro, lo que no tiene ningún sentido.
"A las 42 semanas se comienza una labor de monitoreo del embarazo, para tratar de establecer con precisión si es riesgoso dejar continuar el embarazo. Para eso se usa la ecografía y la amniocentesis", dice el doctor Hernando Navas, obstetra bogotano. De lo que se trata es de observar la frecuencia cardíaca del feto, y la cantidad de líquido amniótico que lo envuelve en la placenta, unas informaciones claves para determinar el rumbo a seguir inmediatamente. El doctor Rosen, por ejemplo si determina que la cantidad de liquido es baja, hace la prueba de inducir contracciones para observar si la frecuencia cardíaca aumenta o disminuye. Si disminuye, lo que es señal de que el feto no está en perfectas condiciones para el parto, procede a la cesárea. Si está bien, ya sabe con certeza que puede esperar.
Pero, como lo anota el propio médico, esa es una de las muchas posibles aproximaciones al tema. Es de esperar que la ideal se conozca cuando se saquen las conclusiones del estudio norteamericano.