gripa aviar

Duro de matar

Las medidas de preparación para la llegada de una pandemia son necesarias y se están tomando. El problema es que el enemigo es aún desconocido.

12 de febrero de 2006

La preocupa-ción por la llegada de una posible pandemia se ha ido intensificando en la medida en que nuevos brotes de la cepa H5N1 de influenza aviar se han presentado en países europeos y en el sureste de Asia. Aunque ha habido casos en personas debido a su excesivo contacto con aves infectadas, no se sabe cuándo el virus mutará y comenzará a transmitirse en humanos como lo hace un virus de gripa cualquiera. Tampoco se sabe si será suave o agresivo, ni cuántos muertos provocará, aunque se habla de más de siete millones de personas. En medio de la incertidumbre muchos se preguntan si se están tomando las medidas necesarias. La respuesta de los expertos es afirmativa, sin embargo, se trata de un enemigo que aún no ha aparecido y, por lo tanto, no se conoce a profundidad. La primera medida para controlarlo es la vigilancia, lo cual significa estar alerta para cuando el virus mute. Hay tres organismos internacionales -la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO) y la Organización Mundial para la Salud de los animales (OIE)- encargados de monitorear la cepa H5N1. Este rastreo se hace tomando muestras de los pacientes infectados. El problema es que los sistemas de vigilancia son mucho más lentos que el agente patógeno, cuyo período de incubación es de apenas dos días. En una región apartada, por ejemplo, el primer brote en humanos podría pasar inadvertido ante las autoridades de salud. Para cuando lo detecten, podría haber tomado una ventaja, al haber infectado a cientos de personas. Hay un ciclo de seis fases antes de declarar la llegada de la pandemia. Esta cepa se encuentra en la etapa tres. El aislamiento y el seguimiento a quienes han estado expuestos al virus, como sucedió con el Sars, no servirá de mucho en esta oportunidad. El virus se mueve por aire, muy rápidamente. No obstante, los modelos epidemiológicos muestran que las vacunas podrían ser otra línea de ataque. Como se trata de un virus nuevo, sin embargo, habría que prepararla sobre la marcha, lo cual puede tomar seis meses. Se requerirán dos inoculaciones, una al principio y un refuerzo al mes, lo cual significa que la gente tendría inmunidad sólo siete meses después de que la pandemia comience. Además, habría un problema de suministro, pues la capacidad de producción de vacunas en el mundo es muy baja (se hacen apenas 300 millones al año) y no alcanzaría a cubrir las necesidades si la epidemia global golpeara en este momento. Los presidentes y líderes de cada país, los médicos y paramédicos expuestos a enfermos, las mujeres embarazadas, los niños y ancianos y los enfermos tendrían la prioridad de vacunarse primero. Algunos países han desarrollado una vacuna para la cepa actual (H5N1). No es igual, pero sí muy similar al patógeno de la posible pandemia y, aunque sólo protegería al 30 por ciento de la población, ayudaría a hacer menos susceptible a las personas al futuro virus letal. El inconveniente es que hay que producir también la vacuna anual de influenza, lo cual deja a las farmacéuticas con la difícil decisión sobre cuál hacer primero. Además, se tendría que estar actualizando en la medida en que la cepa vaya mutando. Esto hace pensar que la mayoría va a tener que enfrentar el virus sin protección inmunológica, lo cual lleva a otra línea de ataque: el tratamiento. El virus es aún susceptible a la acción de dos medicamentos: tamiflu y relenza, aunque éstos sólo han sido probados en estudios con ratones. Estas drogas funcionan si se comienzan a suministrar 48 horas después de la infección, pero sólo servirán para mitigar los síntomas, no como cura. El reto es aumentar la producción para cubrir la demanda durante la pandemia, pues una orden de tamiflu hoy, sólo estaría lista en 15 meses. Un inconveniente es el costo. El paciente tendría que tomarlo ante el menor síntoma, aun cuando lo que padezca sea una simple gripa y no la influenza letal, lo cual sería muy costoso si se tiene en cuenta que el tratamiento de cinco días con tamiflu cuesta 50 dólares. El otro peligro es que el virus se vuelva resistente a dichas drogas. Se espera tener listo pronto otro antiviral llamado peramivir. A diferencia de lo que sucedió en 1919 con la gripa española que llegó sin tocar a la puerta, esta vez, como nunca antes en la historia, el hombre ha podido prepararse para la eventual llegada de una pandemia. Y aunque no se puede desestimar al enemigo, lo más importante es no quedarse de brazos cruzados, pues como reza el refrán: "soldado avisado no muere en guerra". n