EL DULCE DESMAYO

La hipoglicemia: ¿tigre de papel o enfermedad real?

13 de enero de 1986

La hipoglicemia parece ser la enfermedad de moda. Miles de personas atortoladas, quejándose de dolores de cabeza, desmayos, sudoración, palpitaciones... acuden anualmente a donde los médicos o resuelven autorrecetarse desde pequeñas dosis de dulce, vitaminas y las llamadas comidas orgánicas, hasta inyecciones. Hacen todo esto en un esfuerzo para controlar un síntoma que, según algunos entendidos, no sólo jugó papel determinante en la retirada de Napoleón de Moscu y en la baja moral de las tropas de Washington en Valley Forge, sino que también figura tras bambalinas en los accidentes de aviación, el alto porcentaje de divorcios, el abuso de la droga, la esquizofrenia, los suicidios y la caza de cabezas en las tribus primitivas. O al menos es esto lo que reseña una reciente edición de la revista norteamericana Discover.
Enfermedad o no, el hecho es que la hipoglicemia, que se caracteriza por un nivel anormalmente bajo de azúcar en la sangre, tiene actualmente a muchas personas comiendo dulcecitos o maní cuando se sienten tensionadas, con un ligero dolor de cabeza o un poquito... hipoglicémicas. Esto que algunos médicos prefieren calificar como una "condición" o una "serie de síntomas", ha llamado durante mucho tiempo la atención de los profanos más que de los doctores.
Porque puede ser culpada de producir una serie de sintomas especificos, porque realmente atormenta a muchas personas, la hipoglicemia se ha convertido en un tema de conveniencia médica. La mayor parte de las quejas provienen de jóvenes mujeres de clase media o ejecutivos de ambos sexos que trabajan con exceso y experimentan constante estrés y que además, se han autodiagnosticado el padecimiento. "Esta es la clase de enfermedad que muchos médicos dicen que no existe", protesta una persona que sostiene que precisamente "origina depresión, incapacidad y que ha sido indirectamente causa de asesinato de niños por madres que no han podido manejar sus síntomas".
Sin embargo, declaraciones tan tajantes no hacen un diagnóstico, coma tampoco la letanía de síntomas nebulosos que se asocian con la hipoglicemia, y que son a veces idénticos a los de otras enfermedades. Tampoco es lo suficientemente fiable el test de tolerancia de glucosa de 5 horas que se ha venido utilizando para detectar esa evasiva condición. Entonces, las preguntas que se abren son: ¿Es la hipoglicemia un tigre de papel? ¿Es un mito más del consumo?" ¿Puede una caída de los niveles de azúcar en la sangre convertir a una persona muy activa en una que le pide permiso a un pie para mover el otro? ¿Deberían las personas usar brazaletes que proclamen "Si el ataque ocurre administre jugo de naranja"?
Lo que queda claro hasta ahora es que se necesita alguna perspectiva, una pizca de racionalidad. La forma como Epicteto, un filósofo estoico vería el problema sería sobre la base de cuatro formas de análisis: las cosas son lo que parecen ser; o no son lo que parecen ser; o son y no parecen ser; o no son y parecen ser. ¿Claro? Si es así, entonces no hay problema en seguir adelante. Si no, sáltese el resto, porque pueden ser cosas aún más oscuras y usted se pondrá irritable y angustiado y es probable que empiece a imaginarse que se volvió... hipoglicémico.
Primero que todo: sí hay una enfermedad llamada hipoglicemia. Lo segundo, que hay ciencia en esto. En un sentido, la hipoglicemia es el reverso de la diabetes, que se caracteriza por un exceso de azúcar en la sangre, porque no hay suficiente de una hormona pancreática, la insulina, en el cuerpo. Debido a que la insulina regula cuidadosamente la provisión natural de glucosa y ayuda a convertirla de inmediato en energía o conservarla para uso futuro, sin ella la glucosa se acumula y conduce al deterioro de algunas funciones corporales y, finalmente, al coma diabético.
Lo contrario sucede con la hipoglicemia. Técnicamente, la condición puede ser inducida por algo que determine que la glucosa ingrese en el torrente sanguíneo más lentamente de lo que es consumida, lo cual priva a los músculos y a las células de la energia que provee el azúcar. Mucha insulina puede causar lo mismo y esa es la razón por la cual algunos médicos creen que la hipoglicemia "real" está enteramente limitada a los diabéticos, que producen más insulina de la que necesitan o que tienen tumores del páncreas y segregan poca insulina. La hipoglicemia también puede ser causada por una enfermedad severa del hígado, cirugía estomacal y reacciones alérgicas a ciertos alimentos; por mal uso de las drogas para diabéticos elaboradas para niveles más bajos de azúcar, embarazo y fiebres altas; por excesivo consumo de alcohol deficiencias hormonales e inusual o prolongado ejercicio.
Pero esas causas tan bien definidas, la mayoría de ellas derivadas de desarreglos en el metabolismo de la sangre o de excesiva secreción de insulina, no son responsables de la aparente epidemia de hipoglicemia que ha sacudido a las personas en los últimos 10 años. De acuerdo con opiniones de endocrinólogos, la hipoglicemia es muy rara y no tan común como la diabetes. Entonces, ¿qué pasa con la "otra" hipoglicemia, aquella que los médicos llaman ideopática --de causa desconocida--, la condición "in" que, porque sus síntomas son con frecuencia idénticos a los de la hipoglicemia de verdad, se ha convertido en lo que podría considerarse como la epidemia ilusoria de una no enfermedad?
Sus síntomas externos--temblores, sudoración, ansiedad, hambre, desmayos y tal vez visión nublada y aceleración de las palpitaciones del corazon--se presentan comúnmente entre dos y cuatro horas después de una comida, o a continuación de un período de mucho estrés. La idea de que las tropas de Napoleon en Rusia y las de Washington en Valley Forge sufrieron de hipoglicemia, puede haber sido inducida de informes anecdóticos de muchos de los soldados, que indudablemente se sentían temerosos, y que fueron atormentados por el hambre aún después de haber comido, y por muchos otros síntomas asociados con bajos niveles de azúcar en la sangre. Varios de estos síntomas pueden aliviarse rápidamente con carbohidratos--una pastilla de chocolate, algunas galletas o un sorbo de jugo de naranja--. Por el contrario, los pacientes que sufren ataques severos de real hipoglicemia, pueden perder el sentido y se les tiene que suministrar glucosa intravenosa para volverlos en sí.
Pero con demasiada frecuencia cuando toda la variedad de síntomas se manifiesta, quienes los padecen corren hacia donde los médicos, generalmente empujados por un amigo que ha tenido una experiencia similar y a quien se le ha "diagnosticado" hipoglicemia. Si los médicos se fían de lo que hoy es tomado por muchos expertos como un procedimiento de diagnosis deficiente--el test de tolerancia de glucosa--, el paciente encontrará lo que está buscando: un diagnóstico de azúcar baja en la sangre. El test implica tomar una solución alta en glucosa después de una noche de ayuno y luego hacer pruebas espaciadas de sangre en un lapso de cinco horas para observar si el contenido de azúcar desciende por debajo del nivel considerado normal. El problema es que la respuesta hipoglicémica al test es natural, porque cuando el cuerpo tiene que vérselas con tal sobrecarga de glucosa, con frecuencia se produce un exceso de insulina y es tanta la que se produce que elimina más azúcar que la que hay de exceso, y en consecuencia el nivel de azúcar en la sangre que se registra está por debajo del normal. Algunos médicos han llegado a creer que es un test que no sólo no diagnostica la hipoglicemia, sino que la causa. "Si se utiliza el test para detectar la enfermedad, entonces un gran porcentaje de las personas que lo hacen recibirá un diagnóstico de hipoglicemia", afirma el internista Leonard Madison de la Escuela de Medicina de Dallas.
Muchas de las personas que se someten al test creen de antemano que están en esa condición y es por eso que la prueba satisface sus pronósticos.
Por otra parte, los médicos aseguran que los síntomas de la hipoglice mia pueden presentarse en una persona que ha estado sometida a una dieta baja en calorías y que de pronto se atraganta de dulces. Esto es de fundamental importancia para aquellos que han sido mal diagnosticados o que se han autodiagnosticado hipoglicemia, porque se puede reforzar el mal diagnóstico en la mente de la persona y en la mente del médico.
Hay otra dificultad para interpretar los resultados de un test de tolerancia: encontrar una definición aceptada de lo que es un nivel normal de glucosa. Durante años se creyó que el nivel mínimo normal era de 50 miligramos de glucosa por 100 mililitros de sangre. Cualquier medida por debajo significaba hipoglicemia.
Actualmente, sin embargo, los especialistas saben que los números no significan tanto y que los datos deben ser cuidadosamente confrontados con la historia del paciente, la severidad de los síntomas y si la deficiencia de azúcar está causando en el momento algunos efectos de enfermedad. Algunas investigaciones han encontrado, de hecho, valores bastante por debajo de los 50 miligramos de glucosa en personas aparentemente sanas que no presentan ninguno de los síntomas clásicamente asociados con la hipoglicemia.
"Algunos doctores se equivocan en sus diagnósticos de hipoglicemia, sencillamente porque no aprecian la variabilidad de los niveles de azúcar y porque no entienden completamente cómo el test de glucosa puede detectar incorrectamente el desorden. Generalmente, cuando ven que el nivel de azúcar baja de 50 ó 40, automáticamente lo señalan como anormal y esto puede o no ser cierto", afirrna el doctor Aldo Rossini, director de la división de diabetes de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts. Cada día más, más y más especialistas--verdaderos especialistas--, sostienen que el test de tolerancia de glucosa debe ser desechado en favor de una medida de glucosa hecha solamente después de una comida balanceada normal, o cuando los síntomas del paciente están manifestándose en pleno. En la mayoría de los casos, cuando los pacientes se someten a la prueba en esas condiciones, el nivel bajo de azúcar en la sangre no se detecta, aun cuando los síntomas clásicos estén presentes. Aparentemente es así, porque los sintomas, de la hipoglicemia no sólo no son muy específicos, sino que a veces son idénticos a los de la ansiedad aguda. La epinefrina (adrenalina), una hormona de las glándulas suprarrenales que prepara al cuerpo para las tensiones, puede ser la culpable en ambos casos: tanto cuando hay verdadera hipoglicemia, como cuando es apenas sintomática. En casos de verdadera hipoglicemia, el bajo nivel de azúcar puede producir un exceso de ansiedad que, a su vez, estimula la producción de epinefrina, mientras que en la persona que no es hipoglicémica, los síntomas pueden ser causados no por bajos niveles de azúcar, sino por una descarga de epinefrina producida por estrés emocional.
Algunos médicos sostienen que la mayoría de las personas que no tienen verdadera hipoglicemia atribuyen sus síntomas a una conveniente enfermedad física, más que a un problema sicológico --usualmente estrés, ansiedad o, a veces, depresión severa- que es donde la mayoría de los médicos piensan que está la verdadera raíz. En una investigación de la famosa Clínica Mayo, se descubrió que la mayoría de 129 pacientes con síntomas de hipoglicemia (86 de los cuales incidentalmente presentaron una tolerancia negativa en las pruebas), tenían problemas emocionales como lo demostraban tests complementarios de personalidad que se les aplicaron.
Tales pacientes, a pesar de sus bolsillos, insistían en visitar médico tras médico en busca de uno que les dijera lo que querian oír: que tenían hipoglicemia. "Son casos de diagnóstico en busca de síntomas y no todo lo contrario, síntomas en busca de diagnóstico. Al final de uno de esos días agitados, algunas personas se sienten hastiadas y quieren explicar su ansiedad y sus nervios por medio de una condición médica, sólo para no tener que considerarse a sí mismas como neuróticas", sostiene el doctor Rossini, quien está de acuerdo con que la hipoglicemia es más una cosa de moda.
Lo mismo sucede con las dietas que han surgido al amparo de esta moda.
Generalmente, los hipoglicémicos, los reales y los otros, son sometidos a una dieta restrictiva alta en proteínas, baja en carbohidratos y grasas, y se les advierte que deben comer con frecuencia, seis o más veces al día, evitar dulces y bebidas azucaradas que pueden causar una sobrecarga de insulina. Pero... ¿funcionan esas medidas? Las autoridades médicas dicen que parece que sí, pero muchos expertos especulan que los reportes favorables de los pacientes representan un efecto placebo para una enfermedad que no existe. Otros sugieren que aquellos que sostienen que la hipoglicemia es un lugar común y culpan de ella al exceso de insulina producida como respuesta a una dieta muy alta en azúcar, están fuera de onda. Ellos se refieren a estudios que indican que la insulina no está siempre presente en cantidades excesivas en las formas reactivas de la hipoglicemia, que incluyen aquellas de causa desconocida, y que la magnitud y la duración de la secreción de insulina puede ser similar en personas hipoglicémicas y en personas sanas.
Por absurdo que parezca, hace algunos años un médico australiano lanzó la peregrina teoría de que Winnie-the-Pooh (el osito que come mermelada sobre pedazos de panal de miel), sufría de hipoglicemia. Interpretaba las punzadas de hambre que le dan al animalito a las 11 de la mañana como el resultado de una hipoglicemia funcional. Su razón: cada vez que el búho, el amigo de Pooh, no le da un poco de mermelada sobre pedazos de panal, el osito apenas puede murmurar "sí." o "no" con sus ojos apretados. También señala el doctor que Pooh se despierta en las noches con una sensacion de desfallecimiento: "Un artículo reciente atribuye las pesadillas en los niños a hipoglicemia funcional y si la comida de la noche de Pooh es como su desayuno, una hipoglicemia funcional puede ocurrir durante la noche". A este respecto hay preguntas interesantes. ¿No es posible que el regordete Pooh se sienta sencillamente con hambre? ¿No es inclusive concebible, silogísticamente hablando, que si a los osos les gusta la miel y si Pooh es un oso, entonces todos los osos son hipoglicémicos? ¿Y qué decir de las tropas de Napoleón y Washington congelándose en la nieve? ¿Todo ese temblor era realmente por los bajos niveles de azúcar, o solamente eran cobardes normales, y tenían frío? Mucho hay de mito y de especulación en torno de esta enfermedad. Por eso, antes de que usted al primer desmayo se diagnostique hipoglicemia o salga corriendo a donde el médico, para que él se la diagnostique, cerciórese de que no tiene problemas emocionales: pelea con la novia, garrotera con la esposa, piedra con el jefe... No es necesario estar loco para experimentar los síntomas de la hipoglicemia. Basta con ser un poquito neuróticos y de eso todos somos un poco. Y recuerde que los hipoglicémicos de verdad-verdad se cuentan con los dedos de la mano.