EL MILAGRO QUINDIANO
Aunqe parezca increíble, hay un departamento colombiano en el cual funciona la salud pública
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La diarrea ha disminuido vertiginosamente en el Quindío. Si se tiene en cuenta que la diarrea, tan prosaica, tan apta para los chistes fáciles, es el mal que más estragos causa en la niñez colombiana, la noticia es muy seria. Por eso se extendió como el fuego por los círculos internacionales de higienistas y técnicos de la salud. Se enteró, asombrada, la Organización Mundial de la Salud en su sede de Ginebra. Se enteraron los miembros del jurado del premio Sasakawa, que en el terreno de la medicina es el rival del premio Nobel.
Y en Colombia, por fin, vinimos a enterarnos hace tres semanas, cuando los 30.000 dólares del galardón le fueron entregados al hombre responsable de que la diarrea haya dejado de ser una de las plagas bíblicas (que eran todas así, más bien prosaicas) en el departamento del Quindío: el doctor David Bersh Escobar, médico de la Universidad de Caldas, creador y director de los programas de salud del Comité Departamental de Cafeteros del Quindío.
Pues no se trata sólo de que en esa región esté en franca retirada la diarrea, que el Comité atacó, si así puede decirse, por punta y punta: distribuyendo tazas de sanitario (más de seis mil), y garantizando agua potable a los pobladores: se reparten filtros caseros a precios subvencionados, y actualmente se está concluyendo la construcción de plantas de tratamiento de aguas en los once municipios del departamento; y esto se completa con la construcción de un acuedúcto rural, el más grande de América Latina: 98 kilómetros de línea de conducción principal para atender cuatro mil predios campesinos. No es sólo la diarrea, sino toda la gama de los problemas de salud y prevención sanitaria. En Colombia, donde la salud pública es el más elocuente ejemplo de ineficiencia, que la salud funcione a la escala de todo un departamento (así sea tan pequeño como el Quindío: menos de dos mil kilómetros cuadrados) es un verdadero milagro. Y ese milagro logrado por el doctor Bersh y su equipo se resume en una cifra: en los ocho años de existencia del programa, la mortalidad de los niños menores de diez años ha bajado de 95 por diez mil a casi la mitad: 52.
"No ha sido un descenso brusco --explica el doctor Bersh a SEMANA-- sino paulatino". Pero, a la larga, espectacular. El programa forma parte del que fue proyectado para toda la zona cafetera del país a mediados de los años setenta por la Federación Nacional de Cafeteros como uno de los frutos de la "bonanza", en asocio con el Servicio Nacional de Salud y los servicios seccionales de los departamentos. Se enfocó hacia tres grupos de población: los trabajadores cafeteros (no sólo los estacionarios sino los trashumantes), los niños en edad escolar, y finalmente las familias. Para los trabajadores se han construido tres centros donde se presta atención médica y odontológica (en Armenia, Quimbaya y Pijao), y que cuentan además con comedores y servicios recreativos. A los niños se les sigue un control médico permanente: se les desparasita cada seis meses, se lleva un registro de crecimiento, y una vez al año se les somete a examen médico y odontológico mediante equipos móviles.
Pero quizás el aspecto más interesante es el de las familias, puesto que se ha conseguido invertir el tratamiento tradicional: en vez de hacer que vayan a la salud, se ha conseguido que la salud vaya a ellas. A partir de una investigación sobre 400 hogares hecha en 1981, el doctor Bersh elaboró un Manual de atención médica primaria; en él se diagnostican en terminos sencillos las enfermedades de mayor ocurrencia y se recomiendan los medicamentos más usuales (unos treinta). Los cuales, además, se proveen a las familias en un botiquín de urgencia (a 2.700 pesos) que además se distribuye en veinticinco boticas veredales atendidas por cerca de un centenar de "promotoras de salud". Estas son, en fin de cuentas, una versión quindiana de los célebres "médicos descalzos" de la China: muchachas campesinas que reciben periódicamente adiestramiento elemental en áreas como oftalmología y odontología, y pueden obtener, 24 horas al día, contacto por radio con el hospital regional para traspasarle los casos graves: y es el hospital el que se encarga de ir a buscar al enfermo. El servicio cubre el área rural del departamento en un 90%.
El doctor David Bersh está convencido de que el "milagro quindiano" no tiene por qué ser un fenómeno aislado. "Yo confío en que el sistema se puede extender a todo el país", dice a SEMANA. "Y por eso doné los treinta mil dólares del premio Sasakawa para la creación de una Fundación para el Desarrollo de la Salud en Colombia".--