Entre la vida y la muerte

Un solo gen tendría el control de balancear dos procesos, la longevidad y la aparición del cáncer.

9 de septiembre de 2006

I magínese que usted tuviera en sus manos la difícil decisión de dejar envejecer el cuerpo o de ponerlo en riesgo de padecer un cáncer. ¿Cuál de los dos preferiría? Esa es precisamente la tarea de un gen con nombre de código galáctico: p16-Ink4a. Un estudio realizado por tres grupos de científicos de Estados Unidos acaba de conocer con mayor profundidad el papel que este elemento desempeña en los procesos de envejecimiento.
Por mucho tiempo se ha creído que este proceso es parecido al de cualquier otra maquinaria. Los tejidos sencillamente se van dañando por el uso y el desgaste. La vejez era el resultado de la incapacidad progresiva de las células para restaurarse con la misma rapidez que sucede en un organismo joven.
El estudio reveló que el envejecimiento estaría regulado por este gen que actúa como un interruptor de la luz: cuando se enciende, activa la producción de células madre, con lo que se reemplazan los tejidos y el organismo se mantiene joven; cuando no, desactiva esa producción y el proceso de regeneración se vuelve más lento, lo que envejece los órganos. Al hacerlo, sin embargo, reduce el riesgo de cáncer, que consiste en una producción excesiva de células. “No creo que envejecer sea un proceso azaroso. Es un programa anticáncer”,dice Norman E. Sharpless, de la Universidad de Carolina del Norte, uno de los integrantes del trabajo, que fue publicado en la versión on line de la revista Nature,
Los científicos habían estado interesados en este gen porque les llamaba la atención que abundara en las células viejas del cuerpo. Para conocer el porqué, los expertos criaron un tipo de ratones sin el gen. Al cabo de un año vieron que los animales tenían una propensión a padecer cáncer desde muy temprano y morir por esta causa. Más sorprendente aun fue observar lo que sucedía con los roedores que llegaron a viejos sin el gen: las neuronas y otros tejidos del cuerpo se regeneraban tal y como lo hacen los ratones en su juventud. Los científicos también notaron que cuando estimulaban el gen en forma exagerada, los roedores envejecían prematuramente.
La hipótesis de los investigadores es que p16-Ink4a protege contra el cáncer y evita que las células madre se reproduzcan en la vejez, cuando pueden haber acumulado defectos genéticos que podrían producir cáncer.
Dos importantes hallazgos se derivan de esta conclusión. El primero es que las terapias con células madres adultas podrían no ser tan efectivas como se esperaba y por eso se debe enfatizar en la importancia de permitir la investigación con células madre embrionarias.
El otro es que aunque desactivar el gen sería muy peligroso, en un futuro se podrá alterar su mecanismo de balance para apagarlo sólo por un tiempo. Con la ayuda de futuras drogas, probablemente se aumentaría la producción de células madre sin generar el riesgo de cáncer. De esta forma, el organismo podría vivir más tiempo libre de enfermedades.