ES MEJOR PREVENIR...

Se inicia campaña para disminuir el número de quemados en Colombia

26 de diciembre de 1988


La época decembrina no sólo se caracteriza por los villancicos, la decoración de las calles o el rezo de la novena de aguinaldo. Por cuenta de la funesta costumbre de quemar pólvora, que aún no ha sido posible erradicar, también es la época de los niños quemados. Cuando se acerca la temporada, las escasas unidades hospitalarias especializadas del país saben que les espera el arduo trabajo de atender por lesiones, casi siempre irreversibles, a muchos niños y adultos que jamás olvidarán ese diciembre.

Pero lo dramático es que, si bien en ese mes se recrudece la incidencia de quemados, durante todo el año la gente se quema en cantidades casi inimaginables. La verdad escueta es que las quemaduras son la principal causa de accidentalidad, por ejemplo, en el Distrito Especial de Bogotá. En el resto del país, aunque no se dispone de estadísticas, se considera que esa tendencia es aplicable.

Como si esto fuera poco, las quemaduras constituyen el accidente de mayor costo social. Según la doctora Linda Guerrero Serrano, directora del programa de quemados del Servicio de Salud de Bogotá, "los efectos de una quemadura severa pueden acompañar a una persona durante toda su vida y afectar seriamente su capacidad laboral. No sólo por las secuelas orgánicas que deja, sino por las estéticas, que conducen generalmente a las sicológicas. Mucha gente se niega a dar trabajo a una persona quemada por la sola consideración de sus cicatrices, aunque no haya nada que le impida trabajar. Pero además, el 56% de los quemados de Bogotá se encuentra por debajo de los 14 años, con una mayor incidencia en niños menores de cuatro. Como en ellos las lesiones son más graves, estos pacientes deberán, al menos hasta los 18 ó 20 años de edad, someterse a una serie casi interminable de dolorosas intervenciones quirúrgicas motivadas por el crecimiento".

Esa realidad se hace palpable con las cifras: en 1987, de 886 egresos hospitalarios del Distrito Especial de Bogotá, sin incluir ISS, Hospital Militar ni Colsubsidio, 495 fueron niños. Si se tiene en cuenta que el 87% requirió hospitalización, el número de colombianos que atravesarán la vida con la tragedia de estar cruelmente cicatrizados, es muy significativo.

Además de la pólvora decembrina el agente responsable de la mayor parte de las quemaduras es, de lejos, el cocinol. Este ocupa el 52% de los casos, seguido por el líquido hirviente --muy común en los niños--con el 24%, la llama el 6% y la pólvora el 5%. El porcentaje restante está constituido por otras causas, de las cuales la más importante es la electricidad.

El problema del cocinol es que su utilización masiva se presenta precisamente en los sectores socioeconómicos más bajos y desprotegidos. La falta de adecuada información hace que se cometan errores múltiples en su manejo. Los recipientes en que se conserva el combustible son almacenados con frecuencia en la misma habitación donde se cocina y además no se hace uso de la doble tapa, indispensable en cualquier recipiente de gasolina. En esas condiciones, las explosiones causadas por cualquier vela o cigarrillo, no son raras. Pero además, con frecuencia las estufas son cargadas aún calientes, o lo que es peor, encendidas. Al hecho de que no se les hace casi nunca mantenimiento, se agrega, para agravar la situación, que los niños y los ancianos son en muchos hogares los responsables de preparar los alimentos.

Otra causa de muchas quemaduras es el líquido hirviente. Para la doctora Guerrero, el problema es que existe la creencia cultural de que los alimentos sobrecalentados son los más nutritivos. "Las sopas hirvientes, los chocolates, la aguadepanela, son dejados al alcance de los niños", dice.

En las otras causas principales, la llama y la pólvora, el ingrediente cultural es aún más evidente. En el primer caso, los accidentes se presentan casi siempre por la costumbre de alumbrar santos con veladoras y en el segundo por la idea errónea de que Navidad sin pólvora no es Navidad.

Por la convicción de que el problema social planteado por las quemaduras podría evitarse, la Oficina de Control de Accidentes del Ministerio de Salud, en asocio inicialmente con la Secretaría de Salud de Bogotá y luego en todo el país, comenzará en los primeros días de diciembre una intensa campaña de instrucción, que tratará de modificar en lo posible las costumbres peligrosas de los colombianos. Para ello aspiran a tener el apoyo de todos los medios de comunicación, con la coyuntura de la accidentalidad de fin de año, pero con el objetivo más de fondo de disminuir el número de quemaduras que no tienen nada que ver con las fiestas. Porque como dice la doctora Guerrero, quien es cirujana plástica: "Después de varios años trabajando con quemados, estoy convencida de que la mejor manera de ayudarlos es prevenir que se presenten los accidentes".