GOTA A GOTA

A pesar de las críticas, la homeopatía cobra cada día más adeptos.

17 de abril de 1989

La homeopatía está de moda. Los granulitos de colores y las gotas que deben ser tomados a determinadas horas del día han remplazado para muchos, las aspirinas y los medicamentos fabricados en laboratorios químicos. A pesar de los increíbles avances de la medicina en este siglo, muchos confian más en los poderes curativos de los productos naturales que en los de la medicina tradicional. Sus defensores aseguran que además de ser un arte es una ciencia, mientras que sus detractores creen que es pura carreta.
En la fabricación de los remedios homeopáticos se utilizan sustancias de los tres reinos: minerales como el azufre, el cobre y el oro sustancias, animales como venenos de serpientes, tintura de pulpo y leche de perro; y múltiples plantas y hierbas. Estas son altamente diluidas con agua o agua y alcohol y luego agitadas durante un periodo específico, hasta que la solución final puede no tener siquiera una molécula del extracto natural. Supuestamente estas soluciones estimulan la habilidad del cuerpo para defenderse a si mismo.
El principio básico de esta ciencia es "semejante cura a semejante". Los medicamentos que se formulan producen una enfermedad artificial que suplanta la enfermedad natural, y no como lo hacen los remedios químicos, que producen una enfermedad contraria a la que el paciente experimenta. Los homeópatas aseguran que los medicamentos artificiales simplemente aminoran los síntomas, sin curar verdaderamente el mal. Consideran además que los síntomas son el intento que el cuerpo hace para curarse a sí mismo y, por lo tanto, no deben ser reprimidos sino analizados para recetar al paciente el medicamento adecuado .
El segundo principio, y el más controvertido, dice que la dosis más pequeña es la más potente. Es por esto que el extracto natural se diluye hasta diez mil veces y es agitado repetidamente. Los defensores de la homeopatía aún no han podido explicar cómo algo tan diluido puede ser eficaz. La teoría que prevalece hoy, es que la agitación de la solución puede impartir algún tipo de "memoria molecular", que resulta en una respuesta terapéutica por parte de las moléculas. La mayoría de los médicos insisten en que esto carece de sentido, ya que las soluciones son tan diluidas que la sustancia final no tiene ningún ingrediente activo. Aseguran que hasta el momento no hay un solo experimento de farmacología que compruebe que una sustancia es más eficaz si está más diluida.
Sin embargo, esto tiene su lado positivo. El hecho de que los medicamentos sean tan diluidos hace que el riesgo de ingerirlo sea muy bajo. No obstante, la mayoría de los médicos convencionales aseguran que generalmente los síntomas empeoran antes de que el paciente empiece a recuperarse. Si lo que se está tratando es algo tan sencillo como la gripa, el paciente no corre mayor riesgo, pero si se trata de algo más complicado, el paciente debe cerciorarse de que el homeópata tenga alguna preparación científica. Hace unos años, la homeopatía era practicada únicamente por médicos graduados que habían recibido un entrenamiento en homeopatía, pero hoy en día, un gran número de ellos nunca ha estudiado medicina convencional y no sabrá cuándo es el momento adecuado para recurrir a ésta.
A pesar de todas las críticas, la homeopatía ha dejado algo de bueno para la medicina. La primera analiza al paciente como un ser integral y toma en consideración no solamente sus síntomas, sino también los rasgos físicos y de personalidad. Entre las historias clínicas del homeópata se encuentran datos que incluyen désde el color del pelo y los ojos del paciente, hasta sus miedos, gustos y aversiones.
Hasta el momento lo que queda claro es que los pacientes deben recurrir a los homeópatas cuando su enfermedad no es grave pero si los síntomas persisten, deben consultar a un médico convencional.