LA ASESINA DEL GUANTE BLANCO

Los científicos aseguran que la cocaína no es inofensiva: puede matar rápido, despacio, causar impotencia y desarrollar esquizofrenia: escoja...

11 de agosto de 1986

La noticia se regó como pólvora.
La reciente muerte de Leonard Bias, de 22 años, una de las más conocidas estrellas del baloncesto norteamericano, no se había producido, como alcanzó a especularse, como consecuencia de una afección cardiaca o circulatoria, ni por los efectos de un supuesto desorden genético conocido con el nombre de "Síndrome de Marfan". El parte del médico que realizo la autopsia había sido lo suficientemente contundente: "Leonard Bias murió intoxicado con cocaína.
La droga interrumpió el control eléctrico normal de su ritmo cardíaco lo que desencadenó en un paro del corazón. El estudio toxicológico adicional no reveló rastros de alcohol y otras drogas en su cuerpo, al momento de su muerte".

¿Qué había de espectacular en la revelación de que Bias había muerto como consecuencia de un "pase" de cocaína? Precisamente eso: que había sido sólo un "pase", probablemente el primero de su vida: la autopsia reveló que sus membranas mucosas estaban despejadas, y que por consiguiente no era un consumidor veterano. Pero el hecho de que una ración tan pequeña, que no pudo ser catalogada como sobredosis, hubiera logrado acabar con la vida de un atieta de 22 años, con un corazón fuerte y excelente estado físico, revive un interrogante que vienen haciéndose, cada vez con más fuerza, científicos de todo el mundo: "¿Qué tan inofensiva es la cocaína?"
LAS CARAS DE LA MUERTE
"Coca", "nieve", "nube", "dulce del olfato" o "poder boliviano", como se le conoce en el mundo; "perico", "fuá" o "postre de ñatas", como se le dice familiarmente en Colombia: nada que se le parezca produce tal sensación de euforia, de invulnerabilidad o de dominio. Para millones alrededor del planeta, es la droga recreacional por excelencia.
Pero una serie de casualidades, entre las cuales está el caso reciente del actor John Belushi y el del basquetbolista Bias, ha otorgado suficiente evidencia para concluir que la cocaína puede actuar de innumerables maneras en un ser humano, y que algunas de ellas pueden ocasionar la muerte.
Sin embargo, las conclusiones médicas sobre la cocaina no fueron claras por mucho tiempo. Más de una década han invertido los investigadores en encontrar las verdaderas propiedades de la droga, y en acumular los casos que pasan por las salas de emergencia y morgues de los hospitales para determinar lo que la cocaína hace a los seres humanos en el curso de los meses y los años. Ahora, sobre la base de esa evidencia, los investigadores han logrado aproximarse bastante a su realidad científica. Su conclusión es que la cocaina, al contrario de la creencia popular, es una de las drogas más peligrosas de cuantas se distribuyen actualmente en el mercado negro.
Los científicos saben ahora a ciencia cierta que la cocaína es físicamente corrosiva, así se consuma en una de sus múltiples formas: aspirada, tragada, inyectada o fumada. Entre sus efectos más tenues figuran las ulceraciones de la garganta y la porosidad de los cartílagos nasales. Un consumidor habitual de cocaína puede darse por bien servido si estos son los únicos síntomas de su hábito. Pero lo más probable es que aún no haya notado los demás. La droga puede causar ataques al corazón o empeorar afecciones cardíacas preexistentes.
Las investigaciones también indican que elevadas dosis de cocaína pueden causar daño cerebral permanente.
A largo plazo, la cocaína también puede alterar la siquis. Bajo el efecto de la droga, un consumidor habitual pasa por cuatro etapas sicológicas distintas: la de euforia (que dura entre 10 y 30 minutos) y que puede desencadenar en depresión; la de alucinación y la de sicosis.
Después de semanas o meses de consumo habitual, algunas personas comienzan a mostrar síntomas de severos problemas siquiátricos, incluyendo la sicosis crónica. Esto viene antecedido de irritabilidad, mal humor y desconfianza del cónyuge, de parientes, de amigos o de socios comerciales. Además hay pérdida de la memoria, ataques de pánico o desinterés por la actividad sexual.
Entre mayor sea la dosis de cocaína consumida, más intensos serán estos sintomas. Algunos científicos creen incluso que la cocaína puede activar el proceso quimico del cerebro hasta el punto de producir desórdenes como la esquizofrenia que, sin este detonante químico, podrían haber permanecido latentes. Pero pasado cierto límite, cualquiera, no importa cuán mentalmente estable sea, puede deslizarse hacia una paranoia esquizofrénica, que a veces se prolonga apenas unas pocas semanas o meses, y a veces llega a ser permanente.
Para el consumidor casual, el más aterrador descubrimiento indica que, cualquiera que sea la forma de ingerirla, la cocaína puede llegar a ser fatal. Las muertes súbitas por cocaína son todavía raras, considerando los altísimos porcentajes de consumidores alrededor del mundo. Pero cualquiera está expuesto a ello, como lo indican los casos registrados hasta la actualidad. Todo depende del nivel de tolerancia de cada cual.
PASE AL INFIERNO
Según evidencia científica recogida por el investigador Alberto Trujillo, el consumo de cocaina acelera el ritmo respiratorio, el pulso y la temperatura corporal. Empeora los problemas cardiovasculares porque crea arritmias cardíacas, taquicardia y aumenta la tensión arterial. Su uso crónico puede causar inflamación de las arterias y afectar la irrigación del cerebro, produciendo lesiones cerebrales, hepáticas y renales.
Algunas personas pueden, incluso reaccionar fatalmente ante diminutas cantidades de ella: la muerte puede sobrevenir por paro respiratorio, por hemorragia cerebral, o por reacciones alérgicas ante impurezas mezcladas con ella. La cocaína también puede conducir a hepatitis tóxica que conduce a la cirrosis y después a la muerte.
En cuanto a los efectos sobre la sexualidad, el consumo de cocaína ocasiona una disminución del deseo sexual, incapacidad para llegar al orgasmo e impotencia.
Una de las razones por las que la cocaina ha sido tradicionalmente considerada como inofensiva es por su aparente virtud de no crear dependencia. Sin embargo, hasta esta conclusión parece revaluada. La adicción de la cocaina no es comparable con la que crea el licor o la heroina. Pero existen cambios relacionados con el comportamiento cerebral que determinan una dependencia síquica.
Algunos pueden consumir ocasionalmente pequeñas dosis de cocaína, sin sufrir sus consecuencias siquicas, ni desarrollar obsesión por la droga. Pero los cientificos aseguran que hay personas que sólo requieren de uno o dos "pases" para quedar matriculados en el grupo de riesgo del que surgen aquellos adictos que ya no volverán jamás hacia atrás. --