LA HORMONA DE LA JUVENTUD

Tratamiento experimental permite que el organismo eche reversa veinte años.

13 de agosto de 1990


En los últimos meses, un grupo de jubilados de los Estados Unidos ha desplegado más energía que Popeye y Superman juntos. Se trepan al tejado y reparan las goteras, pintan la casa, arreglan el jardín y quedan tan campantes. A pesar de que todos superan los 65 años, ahora parecen tener una energía anormal para su edad. Nunca se quejan, por el contrario, cada día dicen que se sienten mejor e incluso algunos aseguran que su pelo canoso se está volviendo negro nuevamente.

Estos 20 hombres, entre los 60 y 80 años, forman parte de una prueba clínica en la cual se examinan los efectos de la hormona del crecimiento en hombres mayores. Aunque es probable que el color del pelo no haya cambiado y que parte de su renovado vigor sea sicológico, lo que no es discutible es el crecimiento del tamaño de sus músculos, la disminución de la grasa del cuerpo, la suave textura de su piel y otros rasgos fácilmente medibles. Todo, como resultado de un tratamiento de varias semanas con inyecciones de una hormona del crecimiento.

Hace pocos días, los investigadores que estudian los efectos de una hormona del crecimiento en el proceso de envejecimiento del ser humano, revelaron que seis meses de tratamiento con una versión de la hormona, obtenida por ingeniería genética, "reversaron" muchos de los cambios producidos por la edad en el organismo. Los hombres que recibieron la hormona del crecimiento ganaron casi el 9% de fibra muscular, redujeron casi el 15% de grasa, experimentaron cierto rejuvenecimiento de la piel y un aumento considerable en la sangre de la hormona que promueve el crecimiento. En muchos aspectos, el tratamiento eliminó 20 años de sus organismos.

Los sorprendentes resultados obtenidos en la investigación, que se ha adelantado con personas con un promedio de 70 años de edad, señalan que mediante la restitución de la hormona de crecimiento, en un corto período de tiempo se ha logrado que los organismos retrocedan hasta un estado más joven.

Ante las expectativas que ha generado la noticia, los expertos han hecho una advertencia para aquellos que quisieran devolver en sus cuerpos el reloj del tiempo: la hormona probablemente será benéfica para aquellas personas mayores que presenten deficiencias del componente, que es producido naturalmente por la glándula pituitaria, alojada en la base del cerebro.

Se afirma que sólo una tercera parte de las personas mayores de 65 años tienen niveles insignificantes de esta hormona -los hombres del experimento están dentro de esta categoría-. Las otras dos terceras partes, tienen niveles que oscilan en un rango de más o menos bajo a sorprendentemente alto. Como regla general, los niveles de la hormona del crecimiento empiezan a decaer a partir de los 30 años. Algunas personas, sin embargo, continúan produciendo hormonas del crecimiento hasta muy avanzada edad. Para ellas, los riesgos de un tratamiento con la hormona pueden ser mayores que los beneficios.

Los investigadores aún no están seguros de los efectos colaterales de largo plazo de la hormona del crecimiento, pero afirman que un exceso de ella puede llevar a la diabetes, hipertensión, agrandamiento de cara y manos, problemas de corazón y aun cáncer. Otros estudios revelan también que en niños con una deficiencia hereditaria de la hormona, y a quienes se les ha suministrado la elaborada mediante ingeniería genética para ayudarles en su crecimiento, se presenta una tasa más alta de leucemia.

A pesar de todo, endocrinólogos y gerontólogos sostienen que los nuevos resultados son sorprendentes y prometedores. La hormona del crecimiento puede ser de gran beneficio para personas mayores frágiles, que necesitan añadir fuerza a sus músculos o recuperarse de alguna operación. Esto fue probado con uno de los hombres del experimento. Hace algunos años, fue sometido a una cirugía de catarata y necesitó más de tres semanas para recuperarse. Durante el tratamiento con la hormona fue necesario intervenirlo por segunda vez, pero en esta oportunidad sólo necesitó una semana para estar nuevamente al timón de su automóvil. También se encontró que la piel de sus manos y de su cara se suavizó, y algunas arrugas desaparecieron. Igualmente, ganó energía y pudo trabajar en el jardín más horas sin mostrar signos de agotamiento.

Lo que los investigadores tratan de averiguar ahora, es si el aumento de la fibra muscular, que también agrega tamaño a los órganos vitales -como el hígado y los riñones- se traduce en un incremento real de las funciones de esos órganos. También deben determinar si la pérdida de tejido graso puede erradicar o prevenir enfermedades del corazón, infartos y otros males asociados con la obesidad.

Por el momento, los científicos no saben cuánto tiempo duran los cambios que experimenta el organismo después de que se ha suspendido el tratamiento con inyecciones de la hormona. El tratamiento de los hombres sometidos al experimento terminó hace un año, pero mientras los investigadores aún están recogiendo datos para el estudio de seguimiento, muchos de los logros parecen prolongarse.

Más allá del uso experimental, la droga sólo es aprobada para ser utilizada en niños con deficiencia de la hormona, bajo estricta supervisión médica. No es algo que se consiga en la droguería de la esquina. Por ahora, su uso está restringido porque los médicos temen que pueda ser utilizado en forma inconveniente, pues es lógico que los viejos se sientan atraídos por la posibilidad de sentirse más jóvenes. Envejecer no es cosa fácil. Y aunque la posibilidad de echar para atrás las manecillas del reloj biológico es una legítima aspiración del ser humano, rejuvenecer todavía no es una realidad que esté al alcance de la mano.