LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Nuevos enfoques sobre cómo dejar los vicios, aseguran que las recaídas no son tan graves.

6 de febrero de 1989

Año nuevo, propósitos nuevos. Si usted es una de esas millones de personas que el pasado 31 de diciembre hizo promesas de enmienda, no estaría mal recibir una ayudita de la comunidad científica. Sobre todo si entre las metas para 1989 están la de dejar el cigarrillo el alcohol, el dulce o cualquier otro vicio.
Afortunadamente cada día aparecen nuevas técnicas para acabar con los hábitos, desde cursos que ayudan al adicto hasta pastillas que remplazan la nicotina o el dulce. Pero una de las mayores innovaciones que se han dado en este campo es el nuevo enfoque que un equipo de especialistas norteamericanos le están dando a la terapia. "Aprender a manejar las recaídas que se experimentan cuando se está dejando cualquier vicio está empezando a ser considerada como la parte más importante de la terapia" explica el doctor Howard J. Shaffer sicólogo de la Universidad de Harvard. La idea que tradicionalmente regia estos tratamientos que consideraban que caer de nuevo en el vicio era la prueba de que dejarlo era virtualmente imposible, está siendo revaluada. "Procuramos ahora que el paciente entienda que una recaída no es el fin de sus esfuerzos sino más bien una oportunidad para aprender a evitar que esto vuelva a suceder" asegura el doctor Shaffer.
Los investigadores concentraron sus observaciones en pacientes. que dejaron algún vicio sin la asistencia de un especialista. Aseguran que el 90% de las personas que dejan el cigarrillo lo hacen por si solas, y que la mayoría lo logra solamente después de varios intentos. Se comprobó entonces que una recaída no implica un fracaso, y un nuevo enfoque que se ha adoptado en la mayoría de centros de asistencia en los Estados Unidos ha dado magníficos resultados, especialmente a largo plazo. "El momento más importante al dejar cualquier vicio es cuando se enfrenta a la vida normal sin ninguna ayuda profesional" afirma el doctor Shaffer.
La importancia de manejar las tentaciones adecuadamente una vez que se haya finalizado un tratamiento, será expuesta en un estudio que publicará este año la editorial Oxford University Press y que fue realizado en la Universidad de Stanford en los Estados Unidos. En el estudio, un grupo de personas que habían sido tratadas con uno de cinco programas para tratar el alcoholismo fueron investigadas. "Los resultados demostraron que la manera como las personas manejan el stress después de su tratamiento, tiene muchó que ver con el éxito del mismo", asegura el doctor John Finney director de la investigación, en un artículo publicado recientemente por el periódico The New York Times.
Esta idea sin embargo no es nueva. Desde 1970 se encontró que tres cuartas partes de las personas que dejan algún vicio sufren una recaída y que éstas ocurren en su mayoría en los 90 días siguientes de haberlo dado. "Solamente un 20% de las personas puede dejar un vicio sin necesitar asistencia", explica el doctor Marlatt de la Universidad de Washington, psicólogo encargado de otro de los estudios. Lo que su equipo trata de hacer, es convencer a las personas que las recaidas que pueden experimentar son benéficas. "Una recaída es simplemente un error que se puede enmendar y no un acto que demuestra falla de fuerza de voluntad" asegura el doctor Marlatt.
Su equipo estudió un grupo de 123 pacientes que trataban de dejar el cigarrillo. Las personas llevaban un promedio de 19 años fumando, y la mayoría habia tratado de dejarlo anteriormente sin ningún éxito. Los especialistas descubrieron que aquellos que volvían a fumar se lo atribuían a las circunstancias y no a ellos mismos . "Los que finalmente lograron dejar el cigarrillo fueron los que aprendieron de sus errores analizando qué hubieran podido hacer diferente. Por ejemplo uno de los pacientes volvió a fumar cuando fue a un bar con un amigo. Aprendió entonces que en los bares en compañía de sus amigos debia ser particularmente cuidadosos" dice el doctor Marlatt.
Con este nuevo enfoque que se le ha dado a la terapia, se insiste que el paciente debe estar alerta para identificar situaciones que lo puedan llevar a recaer. Generalmente esto es una consecuencia de un estado de ánimo: la ira y la angustia en los hombres y la depresión en la mujer. Durante el tratamiento, se imaginan situaciones en las que el paciente puede recaer, para que éste suponga cómo actuaria si se diera la oportunidad. "La manera más eficaz de cambiar un hábito es identificar de dónde pueden venir las tentciones y buscar una manera de manejar estas" dice el doctor Marlatt .
Hasta ahora los tratamientos han dado tan buenos resultados, que están siendo utilizados en prisiones de la Florida y California para ayudar a personas que han sido acusadas de abuso sexual. En estos casos se considera como recaída simplemente tener una fantasía sexual con la víctima pero a ellos también se les insiste que una recaída no implica que la persona no se reformará" explica el doctor Marlatt.
El principio de este nuevo enfoque parece muy sencillo: una recaída no implica un fracaso. Sin embargo esto no hace las cosas más fáciles para los pacientes. Se les brinda una asistencia constante para que sientan que no están solos en su lucha. Cada paciente recibe una tarjeta con instrucciones para afrontar su recaída. Se le recomienda analizar lo que sucedió inmediatamente después de la recaída. Recordar por qué decidieron dejar el vicio es el siguiente paso. Revisar la situación que los llevó a recurrir al hábito y mirar si hay algún tipo de señal que los ayude a evitarlo en el futuro. Luego, hacer un plan para sobreponerse de esto (probablemente botar el paquete de cigarrillos o lo que queda de alcohol) y abandonar el lugar donde sucedió. Llamar al psicoterapeuta o a un amigo y buscar una distracción son los pasos finales.
Lo que si queda claro es que ni los cursos de asistencia ni las pastillas son lo más eficaz. Lo importante es no perder el ánimo aun cuando se caíga de nuevo en el vicio.