TECNICAS DE DUELO

Nuevos estudios revelan que el impacto por la muerte de un ser querido tiene muchas formas de manifestarse.

18 de septiembre de 1989

Recientes descubrimientos le han echado tierra a algunas de las más extendidas creencias sobre el duelo. Según los científicos, estas no son más que mitos que pueden incrementar la pena y la angustia porque están sujetos a falsas expectativas sobre lo que se considera "normal".
Los nuevos estudios sobre el dolor muestran un espectro más amplio de las reacciones emocionales que se derivan de la muerte de un ser querido.
Dentro de los mitos que los investigadores han encontrado, está la vieja creencia de que un duelo "saludable" incluye un período de intenso dolor, que la falta de este sentimiento presagia un pobre ajuste psicológico posterior y que el afligido debe superar el episodio luego de un período determinado. Los resultados de las investigaciones sugieren que los psicoterapeutas se apresuran a ver como "patológicas" algunas reacciones que realmente son normales, y señalan que debe ampliarse la noción de lo que se considera como reacción normal.

Cinco estudios diferentes, realizados entre viudos y viudas, encontraron que al menos un cuarto de ellos no se muestran extremadamente afligidos ante la pérdida. Y otro estudio señala que aquellas personas que pierden a un ser querido--hijo o cónyuge--en un accidente, varios años después todavía se muestran muy deprimidos. Los investigadores aseguran que por culpa de las falsas expectativas las personas tienden a juzgar mal a quien no parece estar lo suficientemente abrumado después de la muerte de un ser querido o a aquellos que permanecen trastornados por lo que muchos consideran demasiado tiempo.

Aunque existe una gran base científica acerca del duelo, con frecuencia los estudios realizados se fundamentan exclusivamente en personas que han buscado ayuda de un terapista para superar la grave pérdida, mientras que muy pocos siguen el curso emocional de las personas comunes y corrientes que también la sufren. Un estudio reciente --que realizó un seguimiento de cinco años a 80 padres y esposos de víctimas de accidentes automovilísticos-encontró que aún después de cuatro años muchos de ellos se sentían deprimidos y tenían pensamientos dolorosos. Quienes habían perdido hijos pequeños, aseguraron que no podían apartarlos de su mente y aún vivían obsesionados con los detalles del accidente.

Desde hace un tiempo, un grupo de sicólogos norteamericanos, de la Universidad de California, ha estado revisando los nuevos hallazgos sobre el proceso emocional que sigue a una pérdida, y ha concluido que si bien es inevitable que se presente un severo dolor o depresión, la ausencia de una respuesta así no significa necesariamente una "anormalidad".

EL DOLOR NACE LENTAMENTE
Los nuevos estudios refutan la creencia de que toda persona mentalmente sana debe sufrir un período de duelo después de la muerte de un ser querido. Según la investigación--que incluyó juicios de amigos y parientes de los dolientes--, una minoría considerable de personas no atraviesa por tal período. Luego de un prolongado seguimiento a un grupo de mormones, hombres y mujeres, que había sufrido la muerte de su cónyuge, el estudio demostró que solamente uno de cada cinco se sintió seriamente deprimido durante los meses siguientes.

Mientras los amigos y familiares catalogan a este tipo de personas de seres "fríos" y "poco afectuosos" y los terapistas tienden a pensar que niegan sus propios sentimientos, hay quienes sostienen que la mayoría puede poseer una fuerza sicológica que les permite atravesar por el duelo sin ser perturbados seriamente. Con seguridad están tristes, lloran y extrañan a la persona amada, pero no demuestran un dolor intenso porque poseen un gran poder de recuperación y de adaptación que les permite aprender, con menos dificultad que otros, a enfrentar nuevamente la vida. Una característica común en estas personas es tener alguna creencia, lo cual las lleva a una concepción de la vida --con frecuencia una visión espiritual--y de la muerte como parte de un plan superior.

La gente no se da cuenta de lo común que es que el dolor aflore lentamente, señalan los investigadores.
Aunque algunos expertos aseguran que la ausencia de ese gran dolor puede ser el resultado de una especie de embotamiento emocional o una negación insana de la realidad, fenómenos que pueden dar paso más tarde a un gran abatimiento, el estudio parece demostrar que muchas personas que no se muestran destrozadas después de la pérdida, probablemente tampoco lo estarán más tarde, y que aquellos que se muestran más tristes y afligidos tienden a estarlo igualmente años después.

El estudio cuestiona la creencia generalizada de que un período de depresión severa conduce a un manejo más balanceado de la angustia posterior. Y concluye que las personas que se ven más afectadas inmediatamente después del suceso son las que tienen más riesgo de tener dificultades emocionales a largo plazo. Otro mito que los nuevos estudios echan por tierra es aquel que señala que todos los dolientes pueden recuperarse dentro de un período determinado y alcanzar un estado final de aceptación. De hecho, cuando esto no se logra, muchos expertos consideran que es un signo de dolor patológico.
Los nuevos hallazgos dicen otra cosa.
Aunque esas personas pueden beneficiarse de la ayuda del terapista para manejar su ansiedad, esto no significa que sea anormal.

Un estudio realizado en la Universidad de Harvard, entre viudos y viudas, encontró que cuatro años después de la muerte de su cónyuge el 40% de ellos todavía sentía ansiedad y depresión. Antes de conocerse este resultado, se consideraba anormal que la gente estuviera profundamente adolorida durante el funeral, sufriera de una gran tristeza durante unos meses y al año se hubiera integrado ya a la vida social. Sin embargo, no es así.
Mucha gente puede pasar varios años en este proceso y eso, según los nuevos estudios, está dentro del proceso normal. Es más, los investigadores han concluido que aparte de la relación con el ser querido, el tipo de muerte puede generar una gran diferencia: las muertes inesperadas, por ejemplo, son más difíciles de aceptar.
Y la muerte de un niño es el golpe emocional mas fuerte. Señalan que el peor de todos es la muerte de un niño atropellado por un borracho, porque no sólo es inesperado sino que es una muerte causada por la negligencia de otros. En ese momento la persona pierde no solamente a un ser amado sino su fe en lo que es justo.

BUSQUEDA DE UN SIGNIFICADO
La mayoría de los sicoterapistas considera que para que termine el proceso del duelo es necesario que la persona encuentre un significado que le permita ponerse en paz consigo misma. Pero varios estudios, incluido el de Harvard, realizados entre padres cuyos hijos murieron repentinamente, demostraron que después de cuatro años el 40% de ellos todavía se preguntaba el porqué.

Los nuevos descubrimientos sobre el duelo no cambian la validez de una ayuda profesional para la gente que atraviesa un período de duelo. El hecho de que muchas personas sufran un embotamiento emocional ante la muerte de un ser querido o sientan un gran dolor muchos años después del suceso, significa que los terapeutas pueden hacer algo por ayudarles a manejar sus sentimientos. Pero lo que sí cambia es el concepto de que mucho dolor ayuda a superar más pronto y que poco dolor prolonga la crisis y la noción de lo que se considera dolor patológico. Para determinar el impacto de la muerte de un ser querido es necesario considerar qué tanto altera las relaciones de la persona con los demás, afecta su capacidad para continuar trabajando y por cuánto tiempo el duelo es un pensamiento que no puede apartar de su mente.

Lo que los expertos esperan de estas nuevas investigaciones es que las personas se vuelvan más comprensivas con aquellos que están pasando por este trance y que no encajen en las ideas preconcebidas sobre cómo actuar y sentir ante la pérdida de un ser querido. Porque lo cierto es que, en nuestra sociedad, las personas que viven un duelo con frecuencia se encuentran con una sutil presión para mostrarse más tristes y deprimidas de lo que se sienten o para animarse y acomodarse a la vida normal más pronto de lo que realmente se sienten en capacidad de hacerlo. Si algo deja este nuevo estudio es la certeza de que no existe una receta universal para superar un duelo y que estamos apenas empezando a conocer el espectro completo del dolor humano. -