UN ENEMIGO OCULTO

Muchas mujeres que se someten a inseminación artificial corren, sin saberlo, graves riesgos.

26 de noviembre de 1990


La inseminaciòn artificial o terapéutica, como se denomina preferencialmente en Colombia, es un procedimiento al que recurren muchas parejas que no han podido tener hijos por el tradicional método del común de los mortales. Es una de las posibilidades màs comunes que ofrece la ciencia. Pero no por científica y aceptada es totalmente segura. Y no sòlo porque es posible que no en todos los casos se llegue al embarazo, sino porque el procedimiento involucra riesgos para la madre de contraer enfermedades infecsiosas como el SIDA y la hepatitis, y de exponer a sus futuros bebés a defectos genéticos.

Según las estadísticas, en los Estados Unidos, donde el procedimienlo está ampliamente difundido, más de 80 mil mujeres al año se someten a inseminaciòn artificial con esperma de hombres desconocidos, obtenida en alguno de los 400 bancos que existen en el paìs. Como resultado, nacen cerca de 30 mil bebés.

La más vasta investigaciòn adelantada sobre el tema en 1988, por iniciativa de la oficina de Evaluaciòn Tecnològica del Congreso, arroja datos alarmantes.
Más de la milad de los médicos que aplican el procedimiento reconocieron que no hacìan pruebas de SIDA en los donantes; tres cuartas partes confesaron que tampoco hacian pruebas para detectar sífilis, gonorrea o hepatitis, y cerca de la mitad no hacìa tesis para asegurarse contra posibles defectos genéticos. Sin embargo, los 15 bancos comerciates de esperma que fueron investigados dieron resultados más atentadores: todos afirmaron hacer las pruebas del SIDA y casi todos dijeron que hacìan exámenes para otras enfermedades sexual mente transmitidas y hepatitis.

Todo esto implica una violaciòn de las normas establecidas por la Sociedad Americana de la Fertitidad sobre las prácticas de inseminación artificial, que fueron establecidas en 1986.
Esas normas recomiendan que los donantes deben someterse a pruebas de detecciòn de cierto número de enfermedades infecciosas como el SIDA, la hepatitis, la sìfilis y gonorrea. Pero lo que muchos médicos hacen, en lugar de obligar a la práctica de las pruebas necesarias, es someter a un extenso interrogatorio a los que quieren ofrecerse como donantes. Se les pregunta sobre su estilo de vida y, en forma directa, sobre si son o no homosexuales, o si son sexualmente promiscuos. Estos médicos afirman que como la mayorìa de los donantes son universitarios o estudiantes de medicina, que presumiblemente tienen conocimientos sobre materias de salud y con o con los riesgos del sexo sin medidas preventivas, sus respuestas son confiables. Pero estas razones suenan ridículas a gran parte de la comunidad médica, que considera que las pruebas son absolutamente necesarias. Resulta poco probable que un donante admita que tiene comportamientos sexuales de alto riesgo.

Como una medida extra de seguridad para evitar posibles contagios de SIDA, la Sociedad Americana de Fertilidad recomienda que el semen de los donantes sea congelado y puesto en cuarentena durante seis meses, para proceder luego a practicar nuevas pruebas. Como una persona que ha sido contagiada recientemente con el virus puede no desarrollar sino hasta seis meses después los anticuerpos que son detectados por la prueba del SIDA, un donante sometido a test, aunque obtenga resultados negativos, puede ser portador del virus por lo tanto, transmitirlo en su semen a la mujer que recibe la inseminaciòn. Frente a esto, un médico de la Unidad de Fertilidad Mary Wilson de Manhattan, Ian J. Wilson, sostiene que el riesgo para una mujer de contraer SIDA por el semen de un donante, es sòlo teòrico. Afirma que no existe un caso en todos los Estados Unidos de una mujer que haya contraido el SIDA por inseminación de semen fresco. Sin embargo, la unidad de investigaciòn del Departamento de Salud de Nueva York ha dicho que hay un caso probable de esta naturaleza.

A pesar de estos riesgos, algunos médicos prefieren utilizar semen fresco, porque una mujer inseminada con esperma que ha estado congelado y descongelado tiene entre 20 y 30 por ciento menos posibilidades de ser fertilizada. Más de una quinta parte de los médicos entrevistados afirmaron que ellos confían exclusivamente en el semen fresco, a pesar de lo cual la Sociedad Americana para la Fertilidad insiste en la necesidad de las pruebas y de la congelaciòn para garantizar la seguridad de las mujeres que se someten a ese procedimiento para quedar embarazadas.

Pero las enfermedades infecciosas no son el único riesgo que se corre con la inseminaciòn artificial. Un donante de semen puede transmitir también defectos genéticos. Para disminuir los riesgos, se está exigiendo a los donantes una historia médica y genética detallada. Un hombre con historia familiar de enfermedades con un componente genético muy fuerte, como hipertensiòn, no debe aceptarse como donante.
También se recomienda que hombres de grupos étnicos con elevado riesgo de ciertas enfermedades geneticas, deben someterse a ciertas pruebas de sangre para asegurarse de que no son portadores de un defecto genético. No se recomienda aceptar donaciones de personas con historias de hemofilia o el mal de Huntington en sus familias.

Muchas de las mujeres que recurren a la inseminaciòn artificial se sorprenden de que pueden conocer el color del pelo y los ojos del donante, pero nada de su historia genética. El riesgo, pues, es demasiado grande. Y ese puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Por ejemplo, si un bebé concebido con el semen de un donante desarrolla leucemia, el padre biològico podría ser la salvacion en caso de un trasplante de médula.

Los riesgos de la inseminaciòn artificial son muchos y las regulaciones y su cumplimiento a fondo pocas, pero muchas veces el deseo de ser padres supera cualquier consideraciòn. Por esta razòn, las autoridades médicas recomiendan que si la única salida que encuentra una pareja es esa, su obligaciòn es agotar todas las medidas posibles para garantizar la salud de la madre y del futuro hijo.