UNA FORMULA PARA LOS SIN FORMULA

El 70% de los colombianos no tiene acceso a los servicios de Salud. Anualmente se gastan 35 mil millones en automedicación.

7 de febrero de 1983

El tema de las enfermedades, los dolores y los achaques no falta, por lo general, en las conversaciones informales. Y como si estuviera latente una cierta morbosidad en cada uno de los colombianos, es muy común que en esas conversaciones, los interlocutores, vivamente interesados en los síntomas que presentan, se intercambien recetas, se diagnostiquen y recomienden medicamentos y tratamientos. La automedicación es parte de la vida diaria de los colombianos. Sin embargo, y a pesar de que pudiera pensarse en una ligera hipocondría colectiva, cuya explicación pudiera encontrarse en los rincones del inconsciente, una de las razones por las cuales la automedicación está a la orden del día es porque los servicios de salud no son suficientes para cubrir las necesidades de toda la población.
El ministerio de Salud, que ha venido investigando el fenómeno, ha podido establecer que en el país se gastan 35 mil millones de pesos al año en drogas automedicadas. Y tal vez lo que no saben quienes las compran es que la mayor parte de esas drogas no adquiridas con fórmula médica son inútiles, bien sea porque no se aplican en las dosis correctas o porque se adquieren adulteradas o "pasadas".
Es como "gastar pólvora en gallinazos", porque no logran atacar las raíces de las enfermedades. Otros datos que arrojan las investigaciones del ministerio es que el presupuesto que el colombiano destina al renglón de la salud puede discriminarse así: el 65% lo invierte en drogas, el 18% en médicos y el 17% en servicios hospitalarios. Un colombiano, pues, gasta más dinero en drogas que en médicos.
Esta situación anormal se traduce en una cifra escandalosa: el 70% de las drogas que se expenden en el país no han sido previamente formuladas por el facultativo. Existe, entonces, lo que pudiera llamarse un tráfico de drogas, tan nocivo como el tráfico de estupefacientes.
En el caso de los antibióticos, que tan alegremente se auto-recetan las personas ante la más mínima señal de fiebre, puede ocurrir que una determinada bacteria sea transitoriamente combatida con dosis insuficientes de antibiótico. El resultado de ello puede ser que algunas bacterias se hagan inmunes a la droga, se multipliquen en lapsos muy cortos y aparezca nuevamente la enfermedad, causada por esa cepa de bacterias inmunes al antibiótico mal empleado. Otro peligro con los antibióticos lo constituye el fenómeno contrario, la sobredosis. En algunos casos puede conducir a la sordera o trae consigo secuelas que no son fáciles de predecir por quienes se automedican sin conocimiento alguno. Por algo, el refrán popular afirma que "la ignorancia es atrevida" .
Y como si todo ésto fuera poco, mientras en el país existen 7 mil droguerías registradas y operando legalmente, funcionan entre 12 y 15 mil farmacias o lugares de expendio de drogas sin autorización. Si a ésto se agrega que el ministerio tiene registradas 11 mil drogas diferentes, podrá deducirse la dificultad de ejercer los controles necesarios para proteger a la población del mal uso de los medicamentos. Es muy difícil averiguar cuáles remedios se han hecho obsoletos y cuáles cumplen sus funciones, lo mismo que determinar cuáles estarían adulterados y cuáles se venden vencido el plazo de caducidad. Por otra parte, resulta insólito un caso muy frecuente, confirmado por las investigaciones: el Instituto de los Seguros Sociales (ISS) invierte cada año millones de pesos en drogas que, muchas de las personas que las reciben, salen a vender o a cambiar en las farmacias de los barrios por lociones, licores o cepillos de dientes.
Estos son, sin embargo, algunos de los aspectos del problema de salud en Colombia. Sus dimensiones reales son mayores si se tiene en cuenta que el 70% de los colombianos no tienen ningún tipo de asistencia médica y no están cubiertos por servicios de salud.
Sólo el 15% de la población está cobijada por el ISS o por alguna Caja de Compensación familiar, y sólamente el 15% de los colombianos puede darse el lujo de atención médica privada. Para este año, el ministerio tiene presupuestados 20 mil millones de pesos para invertir en el 70% de la población que no tiene servicios de salud. Sin embargo, la posibilidad de extensión de los servicios depende, en gran parte, de los departamentos. De los 20 mil millones, el 40%, es decir 8 mil millones de pesos, debe entrar por impuestos a los cigarrillos, los licores y las loterías. Pero las administraciones departamentales, que son las que recaudan estos impuestos, muchas veces invierten esas sumas en reinados de belleza, en el patrocinio de deportistas o una serie de actividades distintas, desviando así los recursos de la salud hacia otros renglones, generalmente menos urgentes.
Por otra parte, si se considera que el ministerio debe hacerle frente a algunos proyectos, "sinfonías inconclusas" de antiguas administraciones, y que está adelantando planes para rehabilitar dos millones de colombianos inválidos, para la descontaminación del río Bogotá y para la provisión de agua potable al 50% de los colombianos que carecen de ella, es obvio que, a pesar de las buenas intenciones, el volumen de los recursos que el ministerio pensaba destinar concretamente a la atención médica tendrá que disminuir sensiblemente.
los hospitales
Uno de los grandes problemas que en materia de salud padece el país es el de los hospitales. En el país existe equipo médico por valor de 5 mil millones de pesos almacenado en bodegas o botados en los patios de algunos centros asistenciales. En Cartagena, el hospital de San Pablo tiene un equipo de rayos X que costó 20 millones de pesos abandonado en unas cajas de cartón. El hospital Rosario Pumarejo de Valledupar, con 150 camas actualmente sólo tiene en servició 20 de esas camas, porque las calderas y las lavanderías no funcionan. En el patio del hospital las malezas y el musgo cubren unas cajas que están allí desde hace seis aÑos y en las cuales están guardadas las calderas y los equipos de lavandería. En otras cajas, un equipo de rayos X y elementos de laboratorio sirven de nido a ratas y sapos.
En otros hospitales, los equipos están instalados pero no están en funcionamiento por falta de presupuesto. En Armenia, el hospital posee una moderna unidad de cuidados intensivos, fuera de servicio por falta de dinero. Y en Bogotá, en el Hospital San Juan de Dios tiene una unidad de quemados inutilizada por la misma razón. Por otro lado, se sabe que hace cuatro años el gobierno importó de Francia una unidad radiológica de dos mil millones de pesos. El 80% de este equipo está sin instalar o instalado pero sin funcionar también por falta de presupuesto. La póliza de mantenimiento que otorgó la Compañía General de Radiología de Francia tenía una validez de un año, que se pasó volando sin que nadie tocara las cajas con el equipo. Como si lo anterior no bastara, hay equipos importados que están esperando que los hospitales donde serán empleados los acaben de construir. Es el caso de la unidad de Cobalto 60 radiactivo para tratamiento del cáncer destinada al hospital de Ibagué. En el país existen veinte hospitales que padecen esta situación, mientras se construyen, el equipo médico espera almacenado.
En número de camas, mientras Bogotá necesita urgentemente por lo menos 5 mil nuevas camas, en la provincia, según datos del ministerio de Salud, el 40% de los hospitales está subutilizado. La razón de ésto es, en cierta medida, que el ISS, el ministerio de Salud y la Caja Nacional de Previsión emprenden obras por separado. Se construyen centros que no se necesitan o que no se alcanzan a terminar, se duplican funciones, no se concentran esfuerzos y el resultado es, como lo han revelado las investigaciones, subutilización de centros asistenciales en algunas ciudades, carencia en otras y, la mayoría de las veces, construcciones a medio camino sin presupuesto para finalizarlas. El Plan Nacional de Salud tiene entre sus proyectos para los próximos cuatro años, la terminación de las obras hospitalarias inconclusas.
CAUSAS DE MORTALIDAD EN COLOMBIA.
Hasta 15 años de edad:
1. Quemaduras
2. Enfermedades diarréicas y respiratorias
Entre los 15 y 40 años de edad:
1. Accidentes de industria y tránsito (50%)
2. Homicidios
3. Enfermedades diversas.