VIDA DE PERRAS

La esterilización de las hembras podría ser la solución ideal para disminuir la población de perros callejeros.

20 de julio de 1987


Hace unos pocos días apareció en una pared bogotana un graffiti que decía: "Mi novia es una perra. Firmado: Pluto". Aunque sin quererlo, el mensaje ilustra lo que en opinión de muchos es uno de los problemas prioritarios de la mayoría de las ciudades del Tercer Mundo: la extraordinaria proliferación de perros callejeros.

Aunque una lógica descarnada haría pensar que la única solución para el asunto es la exterminacion masiva de los canes, cualquier análisis la descarta rápidamente.

Sin embargo, esa fue precisamente la solución que la China de la época de Mao dio al problema de la invasión canina. Por una ley de 1962, se eliminó de un plumazo la presencia de los perros en las ciudades, tanto los domésticos como los de la calle. Esa medida dio lugar a lo que algún historiador guasón llamara "La apocalipsis perruna del Oriente". No quedaron ni los pequineses (los perros).

En Colombia, como en tantas otras partes, el problema se ha atacado a través del sacrificio, pero por medios tan precarios que los resultados son insignificantes. Aparte de eso, los más elementales principios de humanidad hacen repudiar la matanza como solución simplista. Pensando en esto, el representante para Colombia de la Sociedad Mundial para la Protección de los Animales, Alvaro Posada Salazar, en un viaje a Uruguay, tuvo conocimiento de una señora que había dedicado su vida a las campañas de protección de los animales y a la lucha ecológica, hasta convertirse en un verdadero personaje en ese país, con frecuentes apariciones en la televisión y con el respeto de la nación entera. Se trata de la señora Olga Baldomir, una recia mujer de voluntad de hierro. Posada supo de las técnicas aplicadas por la señora Baldomir para la disminución de la población canina de Montevideo, y pensó que se podrían aplicar en Colombia. Pronto, hizo contacto con la señora Baldomir y le propuso venir a Bogotá para dirigir una campaña similar, reto que la señora no tardó en aceptar.

A su llegada a Bogotá, relata el señor Posada, se hizo la propuesta a la división de saneamiento ambiental del Ministerio de Salud, dirigida por el doctor Guillermo Echeverry, quien inmediatamente fue receptivo al proyecto y le dio vía libre, junto con el doctor Ricardo León Vega, director de zoonosis. El apoyo de la empresa privada no se hizo esperar, y la Cámara de Comercio de Bogotá, así como varias firmas farmacéuticas se sumaron con la provisión de elementos quirúrgicos. La señora Baldomir viajó entonces al país, y se encuentra en Bogotá, donde permanecerá por espacio de seis meses.

Lo novedoso del método de la señora Baldomir es que se dirige a la esterilización quirúrgica de las perras. Ella, aunque no es veterinaria, como estudiosa que es del tema, desarrolló junto con unos sobrinos veterinarios, un procedimiento que se puede llevar a cabo en quince minutos, y que no representa mayor riesgo para la vida de la perra, pues la incisión es apenas de unos tres centímetros en el costado.

La idea de la señora Baldomir se puso en práctica ya en Montevideo desde 1975, con resultados verdaderamente sorprendentes. La clave del éxito está en que se dirige a las hembras y no, como se solía hacer, a los machos. La razón es sencilla. Con un sólo macho que quede en circulación, todas las perras pueden ser fecundadas, y las cifras son impresionantes. La Organización Mundial de la Salud ha determinado que cada perra callejera, con la progresión geométrica que desata, puede llegar a representar en siete años el nacimiento de 4.800 perros, contando con la procreación a su turno de las hembras resultantes. El éxito en la campaña de Montevideo, así como de las que ha adelantado en varias ciudades brasileñas por solicitud del gobierno de ese país, hablan a las claras de la bondad de la idea.

Doña Olga Baldomir es la presidenta de la Asociación Defensora de Animales de Uruguay. Relata que "en Montevideo, la perrera ha funcionado desde hace más de cien años sin que nunca se hubiera visto resultado alguno. Desde 1975 comencé con la población canina de esa capital, que había tomado proporciones calamitosas. Dos años más tarde la evidencia de la disminución era tan grande, que fui invitada a un congreso sobre rabia y similares que se realizó en Buenos Aires, para que explicara lo que ellos llamaban un milagro. A partir de entonces he desarrollado campañas similares en Argentina, concretamente en Bahía Blanca, donde me hicieron presidente honorario de la Asociación de Protección de Animales del Sur". La importancia de la campaña, según doña Olga, radica no solamente en la disminución de los perros callejeros, sino en el efecto que se logra para que la gente les tenga más consideración. "En Montevideo con la esterilización de 24 mil hembras se logró que dejaran de nacer al menos 40 millones de perros. El efecto de eso se empieza a notar hacia los dos o tres años del comienzo del programa".

En Colombia, la colaboración que ha logrado doña Olga de parte del gremio veterinario ha sido de gran importancia, por lo que ya cuenta con un equipo de profesionales de las universidades de La Salle y Nacional, que se han ofrecido a trabajar sin honorarios. La meta que se han fijado en los seis meses del programa es esterilizar al menos 4 mil animales, y el Ministerio de Salud ya ha anunciado su propósito de extender el esfuerzo a otras ciudades del país.

Cuando el número de perros callejeros sea manejable en Bogotá, los que queden podrían deber su vida a la preocupación lejana de una voluntariosa señora de Montevideo.-