CIRUGIA SIN BISTURI

Novedosas tecnicas que utilizan rayos gamma permiten operaciones en el cerebro antes imposibles.

8 de agosto de 1988

Todo el episodio parece como de ciencia ficción. Un hombre de 27 años, que sufre de una anormalidad en una zona crítica del cerebro, es conducido, en pleno uso de sus facultades, hacia una especie de casco enorme de 20 toneladas. Mientras tanto, una imagen tridimensional de su cerebro se monitorea en una pantalla de computador desde una habitación contigua. Minutos más tarde, sin una sola incisión, la delicada operación ha concluido. Curiosamente, ha sido una cirugía sin escalpelo.

Esta cirugía heterodoxa, sin escalpelo, ha sido practicada, sin embargo, en miles de pacientes. Utilizando rayos gamma enfocados con precisión científica, para remplazar el bisturí del cirujano, las nuevas técnicas permiten a los médicos alcanzar sitios del cerebro que habían sido hasta ahora inaccesibles, reducir daños en los tejidos de zonas aledañas y lograr la rápida recuperación del paciente.
Hasta que estos métodos no aparecieron, no había nada que hacer en algunos casos. Los enfermos eran devueltos a sus casas sin esperanza alguna.

Las malformaciones arteriovenosas constituían esos casos típicos en los cuales no había nada que hacer. La principal preocupación era la posible ruptura de los vasos sanguíneos con consecuencias que iban desde daño cerebral hasta la muerte. Y los daños cerebrales podían ser desde parálisis hasta pérdida del habla. Pero las más sofisticadas técnicas no quirúrgicas como esta, llamada "el bisturí gamma", han hecho posible practicar intervenciones con una mayor probabilidad de éxito. De más de 2 mil pacientes sometidos a este tipo de técnica ninguno ha muerto y sólo el 3% ha sufrido deterioro neurológico.

DE VIEJA DATA
Aun cuando la técnica acaba de hacer su debut, dos científicos suecos, Lars Leksell y Borje Larsson, venían investigando el sistema desde hacía 20 años. El aparato consiste en un casco con 201 perforaciones --puertas de entrada para el cobalto radioactivo que emite rayos gamma, una forma de radiación de mayor energía que los rayos X. Guiados por técnicas que permiten obtener una imagen tridimensional del cerebro, los científicos pueden dirigir los rayos en forma precisa a la región donde se presenta la anormalidad, no importa qué tan profunda sea. Solamente en ese punto, donde se intersectan los 201 rayos, la radiación es lo suficientemente intensa para lograr su efecto. La cantidad de radiación que alcanza al resto del cerebro es minúscula. La radiación no destruye inmediatamente la normalidad arteriovenosa. Lo que hace es impulsar la proliferacion de células en el recubrimiento de los vasos sanguíneos, de tal forma que en un lapso de un año o algo más se interrumpe el flujo de sangre en la región cerebral.

Con un desarrollo paralelo, otros científicos están utilizando partículas de alta carga de energía, como los protones, para hacer lo mismo. En las universidades de Harvard y Berkeley se ha logrado que ciclotrones masivos generen las partículas cargadas y las aceleren hasta lograr cargas muy intensas de energía. Sintonizando en forma precisa la cantidad de energía en el rayo, los médicos pueden controlar la distancia que deben recorrer las partículas antes de hacer su descarga en un solo punto. Con el paciente debidamente alineado en relación con el rayo, la descarga de energía puede ser enfocada en un punto del cerebro no más grande que una alverja.

Con estas técnicas es posible que en poco tiempo se hagan obsoletas la intervenciones con escalpelo. La microcirugía, que ha avanzado mucho en los últimos años, produce resultados más inmediatos y ha probado ser menos riesgosa si la anormalidad se presenta en un sitio accesible del cerebro.
Por lo pronto, sin embargo, para casos difíciles el bisturí gamma ha resultado ser efectivo ya que garantiza un 80% de éxito, especialmente en el tratamiento de tumores de crecimiento lento de la glándula pituitaria los nervios craneanos y el revestimiento del cerebro. Llegar con radiación a los tumores de crecimiento rápido, que se ramifican en todas las direcciones, es más difícil.

El mayor reto, sin embargo, consiste en abaratar el costo del procedimiento. Los ciclotrones que se necesitan para producir los rayos de partículas cargadas de energia alcanzan los 25 millones de dólares. El bisturí gamma cuesta 2.5 millones. Pero hay alguna esperanza de que se puedan obtener los mismos resultados por sólo 20 mil dólares, con un nuevo equipo que pueda adaptarse a los aceleradores lineales de rayos X que hoy por hoy constituyen equipos comunes en cualquier hospital, para radioterapia de los pacientes con cáncer. Si se demuestra que el método es seguro y efectivo, la cirugía del cerebro no invasiva puede extenderse hacia más centros hospitalarios y convertirse en un tratamiento relativamente accesible a un buen número de pacientes. --