conectividad

Compartel: segundo aire

La ampliación de la cobertura y mejor ancho de banda darán una segunda oportunidad al programa de Internet Rural.

10 de marzo de 2003

Problemas tecnicos y estimaciones erróneas sobre el ancho de banda necesario habían desinflado la ilusión que generó el año pasado el programa de Internet Rural, probablemente la más innovadora iniciativa de la Agenda de Conectividad, que se puso en marcha durante la administración Pastrana. Seiscientos setenta lugares del país con población menor a 8.000 personas recibieron dos computadores con acceso a Internet, impresora y un teléfono. En no pocos de estos sitios se carece de servicios elementales, como energía y acueducto. En estos casos fue necesario instalar paneles de energía solar para alimentar los equipos. Poblaciones como Patía y Corinto (Cauca), El Doncello (Caquetá), Tierralta (Córdoba), Pivijay (Magdalena), entre otras, se beneficiaron del programa, basado en tecnología satelital. Pero las delicias de la conexión a Internet mediante satélite, consideradas de lujo en cualquier parte, no se sintieron tal en el campo colombiano. El ancho de banda previsto entonces, dos kilobits por segundo, resultó insuficiente y en la medida en que los pobladores empezaron a utilizar el servicio de manera creciente la conexión se hizo prácticamente imposible, especialmente en las horas pico.

El contratista de este proyecto es la firma israelí de telecomunicaciones Gilat, la cual, en vista de los problemas, decidió ampliar el ancho de banda y cambiar los equipos Skyblaster, que permitían la conexión a Internet, por los 360E, de mejores prestaciones. La razón, a Gilat acaba de adjudicársele un nuevo contrato por 112.000 millones de pesos para ampliar el programa a 500 cabeceras municipales más. Rolando Fernández, presidente de la compañía, indicó que asumieron los costos de la ampliación del ancho de banda y el cambio de equipos porque esperan ofrecer también servicios comerciales en las áreas a donde están llegando con el programa social.

La ministra de Comunicaciones, Martha Elena Pinto de De Hart, dijo que con estos cambios el programa podrá cumplir cabalmente los objetivos de conectar a las poblaciones rurales apartadas con el resto del país y del mundo. "Es un programa que apenas va a cumplir el primer año de consolidación", explicó la Ministra, y agregó que no es fácil cumplir estándares urbanos en el medio rural colombiano, en donde influyen factores como la geografía y los problemas de orden público.

También habrá cambios en el 'modelo de negocio'. Los telecentros se instalan en sitios comerciales de las poblaciones. Anteriormente la persona a cargo de la operación de las máquinas en el pueblo -el dueño de la tienda o de la cafetería- debía comprar a Gilat los códigos y cobrar a los usuarios por el tiempo de conexión. Debido a los problemas de lentitud en el acceso la demanda por el servicio decayó y el negocio se hizo menos atractivo para ellos. A partir de ahora habrá una especie de tarifa plana, con la que Gilat espera facilitar las cosas a los operadores del servicio.