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Computadores que se llevan puestos

Estos aparatos de ciencia ficción buscan mejorar las capacidades naturales del ser humano

Alvaro Montes
26 de mayo de 2003

¿Recuerda a Steve Austin, 'el hombre nuclear'? Si tiene menos de 30 años seguramente no, pero habrá visto Universal Soldier, una de esas aburridas películas de Jean Claude Van Damme, en la que el actor personifica a un cyborg, es decir, un hombre mejorado mediante la incorporación de tecnologías digitales a su organismo biológico. El mito del cyborg nació en una historia de ciencia ficción de Manfred Clynes escrita en 1960, que describía a un ser humano cuyos poderes físicos fueron aumentados mediante dispositivos tecnológicos implantados en su organismo, pero en realidad se remonta a mucho antes, hacia 1268, cuando Roger Bacon hizo la más antigua mención conocida en la historia de los anteojos como primer dispositivo artificial para aumentar capacidades naturales de los humanos y que se usaban ya en China y Europa de manera cotidiana. Ahora, arrebatados por el sueño de la computación portátil extrema, investigadores del Massachuset Institute of Technology (MIT) han producido modelos de computadores que se llevan puestos, como una prenda de vestir más. La era de los wearable computers ha llegado.

Los wearable computers (computadores para ponerse) son máquinas tan potentes o más que un computador corriente de escritorio y que se cargan sobre el cuerpo todo el tiempo, siempre encendidas y siempre conectadas. Son cómodas como la ropa, livianas como un PDA y se pueden configurar a antojo del usuario. Con las computadoras para ponerse se busca el concepto de 'realidad aumentada', mediante un asistente inteligente que opera según el contexto y la situación para magnificar las capacidades perceptivas del usuario. Sirven para ver mejor, escuchar mejor, calcular más rápidamente, comunicarse, conectarse a Internet sin cables, escribir y jugar sin tener que sentarse frente a una máquina.

Un dispositivo típico de estos contiene un microcomputador colgado en el hombro o sobre el brazo o metido en los entreforros de un chaleco, como el modelo que acaba de diseñar el MediaLab del MIT. Se interactúa con él mediante un twiddler, una especie de híbrido entre ratón y teclado que parece un teléfono celular atado a la cintura, aunque los modelos más modernos se basan en el reconocimiento de voz. En la cabeza el usuario lleva lentes oscuros con poderosa y diminuta cámara incorporada y auriculares.

Pero, ¿quién necesita algo así? Aunque muchas personas tratan de pasar menos tiempo frente al PC, por los temores a la adicción que este aparato provoca, los promotores de wearable computers trabajan en el sentido contrario. La lista de individuos a quienes les gustaría tener uno de estos incluye corredores de bolsa, militares (como El soldado universal o El Hombre biónico del cine y la televisión), médicos rurales, geólogos, bomberos, ingenieros, atletas y corredores de autos, espías, turistas, estudiantes, taxistas, apostadores y periodistas que trabajen en También caerás. La idea es ir más allá de la computación portátil y ofrecer una alternativa digital para aumentar las capacidades humanas, como el cyborg de la ciencia ficción, que a medio camino entre el humano y la máquina entrecruza fibra muscular y óptica, tornillos y ADN, inteligencia humana y potencia computacional.