El sistema de los objetos

El llamado “Internet de Cosas” es un interesante enfoque sobre el ecosistema digital de nuestros días.

Álvaro Montes
22 de julio de 2006

Lara Srivastava dirige el Programa de Nuevas Iniciativas de la Unión Internacional de las Telecomunicaciones, el organismo de Naciones Unidas que rige el tema a nivel global. Un artículo de Srivastava publicado recientemente en Connect-World resulta iluminador, por la reflexión que la autora hace sobre lo que sucederá si podemos ver, en un único mapa mental, a los humanos, los datos y las cosas juntos y conectados, en lo que Jean Baudrillard llamaría un “sistema de los objetos”. Hay cerca de mil millones de personas conectadas a Internet en todo el mundo. Pero qué hay de los objetos (cosas) que también lo están y cuyo número crece día a día? “Si las cosas se vuelven usuarios activos de Internet, el número de conexiones activas podría medirse en términos de decenas de cientos de billones”observa la autora.

En su opinión, cuatro elementos tecnológicos claves están haciendo posible este ecosistema; son ellos: 1) RFID, la tecnología de radio-frecuencia que permite identificar cosas, coleccionar información acerca de ellas y conectarse a bases de datos enormes para proveer información al usuario. 2) Las tecnologías de sensor, que permiten detectar cambios en las cosas. 3) la Inteligencia Artificial que posibilita dotar de mejores características a las cosas y artefactos. 4) Los avances en miniaturización y nanotecnología, que posibilitan fabricar objetos cada vez más pequeños y capaces de interactuar y conectarse.

Todo esto se traduce en un mundo cada vez más influido por máquinas, objetos y cosas que se conectan a redes y se comunican con humanos y con bases de datos. El ejemplo más benévolo de este mundo de ciencia ficción es el Hogar Digital, en donde la cafetera se enciende sola y avisa cuando la taza caliente está lista, la nevera hace pedidos automáticamente en el sitio web del supermercado cuando un sensor detecta que se agotan la lecha y las verduras, las luces se apagan cuando los habitantes abandonan la sala y las llamadas a casa son desviadas hacia el teléfono móvil del habitante que se encuentra fuera. Pueden citarse ejemplos de sistemas de control para pacientes de ciertas enfermedades que requieren cuidados permanentes, ventas de supermercado que no requieren atención humana y sistemas de seguridad; y aquí llegamos justo el punto más problemático. La privacidad de los humanos está amenazada y la pesadilla futurista del Gran Hermano que todo lo vigila y lo controla es ahora más factible que nunca.

Srivastava advierte sobre la necesidad de un adecuado equilibrio entre la información disponible en las bases de datos y el derecho a la privacidad de la gente; entre la necesidad de conectarse para proveer y demandar servicios comerciales y el derecho a la intimidad y la protección de datos. Hasta dónde llegará el “Internet Of Things”? Podremos escoger entre un mundo tipo Matrix, o uno tipo Orwell o Huxley? Preferiremos, sin duda, el paradisiaco que nos pinta la industria, lleno de máquinas y artefactos deliciosos que nos resultan imprescindibles en el diario vivir, como el reproductor de música digital o el teléfono capaz hasta de detectar el mal aliento. Pero quizás la industria no está pensando lo mismo que nosotros y lo que se prepara en los laboratorios sea un abrumador escenario de opresión tecnológica. No es una exageración. Existen programas de software capaces de hacer cosas increibles, como monitorear la vida íntima de las personas, espiar los correos electrónicos y escuchar las conversaciones telefónicas sin que los usuarios se enteren. Sus creadores no han sido procesados ni enjuiciados, sino que hoy dirigen los organismos de inteligencia más importantes del mundo, como la CIA o la NSA. ¿Para qué quieren los gobiernos masificar las tecnologías de la información (TIC)? ¿Realmente para democratizar el acceso al conocimiento o para sucumbir a la tentadora posibilidad de controlar mejor a los ciudadanos? La pasada Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, celebrada en Tunez en 2005, dejó claro que al sector privado y la industria tecnológica, por su parte, le interesa la masificación de las TIC para vender más productos y ganar más dinero. Democracia, cultura y conocimiento para todos sólo significan algo si hacen sonar la caja registradora. Este es el tipo de problemas que se juegan en el tema de brecha digital y es lo que hay detrás cuando se habla o escribe acerca de conectividad y acceso a Internet.

Un entorno de total ubicuidad de Internet podría ser fatal o podría salvar al mundo y construir sociedades más democráticas e incluyentes. De eso habla el artículo y un libro titulado “Internet Of Thing” que la doctora Srivastava publicó durante la pasada Cumbre de Tunez. En esta reflexión se puede aportar libremente en la dirección www.itu.int/internetofthings/