Escándalo láser

Se cuestiona la durabilidad del disco compacto.

17 de octubre de 1988

Un simple artículo aparecido en el diario londinense The Guardian, firmado por Michael Lee --representante comercial de Nimbus Records--, en el cual el autor mostraba desconfianza acerca de la tan promovida longevidad del disco compacto, y le daba como máximo plazo de supervivencia ocho años, desató una alarma en cadena entre fabricantes y consumidores, y estos últimos, considerados "estafados", comenzaron a crear pánico entre potenciales y convencidos compradores. La noticia tomaba como fuente, ejemplares que habían mostrado signos evidentes de deterioro, debido a que la tinta de impresión de los sellos había corroído la laca protectora que cubría el disco de aluminio.
Voceros de Philips y Sony, firmas que desarrollaron conjuntamente la revolucionaria tecnología, afirmaron que la totalidad de los materiales utilizados por ellos en la elaboración de sus discos, así como el proceso de fabricación, ofrecían absoluta confiabilidad y que todo se adelantaba bajo estrictas medidas de supervisión. Aducían como prueba los 15 años de vida del disco compacto sin pérdida de calidad.
La Emi, menos categórica, admitió que podía haber problemas en algunos de los primeros ejemplares producidos en su laboratorio, en los cuales la capa de aluminio extendida entre el centro y la parte exterior del disco podría haber sufrido una exposición al aire, pero se aprestó a confirmar que no obstante la posibilidad, ninguno de sus discos lanzados al mercado hasta la fecha había mostrado síntomas de erosión.
Pero la noticia ya había hecho su curso. Consultados técnicos de Philips y de la firma óptica Dupont, sugirieron que si había discos que mostraban alteraciones con tales características, muy posiblemente se debía a fabricantes que no seguían al pie de la letra las especificaciones en todo el proceso o utilizaban elementos y productos corrosivos que penetraban la laca y deterioraban la superficie de alummio.
Tal parece, como ocurre con todo lo que el ser humano hace, que el margen de error nunca es descartable, pero así hayan aparecido algunos ejemplares defectuosos, el gran universo de discos disponibles en el mercado está en perfectas condiciones para su uso. Tanto Philips y Sony como Emi en artículo publicado en la revista Gramophon, solicitaron al público guardar el sentido de las proporciones; como quien dice, no armar una tempestad en un vaso de agua.
Pero una vez puesto sobre el tapete el tema de la durabilidad del disco compacto, fuentes europeas consultadas admitieron que aún es prematuro afirmar que éste goce de infinita perdurabilidad, apenas contabiliza 15 años de vida, tiempo muy corto para evaluar resultados definitivos, por lo cual las empresas comprometidas en la nueva tecnología, dijeron, deben permanecer con el ojo avizor sobre cualquier problema que pueda sobrevenir.
Por el momento la conclusión más viable en lo que a compradores atañe, es sugerirles adquirir discos compactos de firmas reconocidamente confiables, pues su proceso de elaboración exige tan alta tecnología, que cualquier error, por minúsculo que sea, puede llegar a producir un ejemplar defectuoso.
Pero, ¿cuáles son los pasos generales que se siguen en la elaboración de un disco compacto? En primera instancia hay que confeccionar la banda master, es decir, pasar la información que posteriormente va a recibir el disco, a un código numérico y luego añadir los símbolos correctores y protectores para luego modular el mensaje, trabajo que realiza el computador.
Para la preparación del soporte de inscripción, un disco de 24 centimetros de diámetro perfectamente plano y pulido que permita los controles ópticos, es recubierto con una capa uniforme de una laca especial, sensible a la luz, que modifica su solubilidad. Realizada esta operación, se hace la inscripción. Un láser poderoso ilumina en la superficie del soporte los puntos que deben ser llenados con la inscripción codificada del mensaje binario sobre el disco, operación que exige tremenda precisión, y mediante un liquido solvente que ilumina las partes tratadas aparece en positivo la estructura del disco compacto.
Se procede enseguida a platear y niquelar para completar la obtención de las matrices. A partir de ese momento la fabricación del disco compacto puede comenzar.
La etapa del prensaje también es compleja. El espesor del disco debe ser precisamente de 1.2 milimetros, debido a que la lectura del disco compacto se lleva a cabo por reflexión y cualquier falla puede traducirse más tarde en información defectuosa. Se coloca enseguida la capa de aluminio sobre el disco y para su protección recibe un baño de laca transparente. La mejor partícula de polvo puede arruinar la calidad del producto, por cuanto su calidad óptica debe ser perfecta. Por ello las operaciones que preceden al lacado deben ser efectuadas en espacios donde el aire haya sido totalmente purificado (al igual que en los talleres de la NASA). Sólo después de esta fase el disco compacto está en condiciones de afrontar el mundo exterior.
Realizada esta operación, una máquina con precisión milimétrica perfora el orificio central del disco. Ha llegado el momento de imprimir la etiqueta. Esta impresión se lleva a cabo directamente sobre la superficie de la laca dispuesta anteriormente; así el disco compacto está listo para salir aunque aún no de la fábrica, pues todavía faltan los controles que aseguren la óptima calidad del producto para ser luego comercializado.
Después de tan complejo proceso, es factible prever que algunos ejemplares puedan esporádicamente salir con algún. pequeño problema; sin embargo, en los mercados del mundo cualquier disco que muestre alguna anomalía es recibido por la empresa para su estudio.
No puede dudarse que en materia de discos láser aún hay mucha tela que cortar y que en este invento, como en tantos otros, la extrema sofisticación trae sus propios problemas. Pero los especialistas coinciden en que los avances tan revolucionarios como éste deben necesariamente atravesar crisis en sus primeros años y que se requiere dar un margen de tiempo hasta que el invento acabe por consolidarse. Lo que nadie duda, sin embargo, es que el disco láser llegó para quedarse.--