NIÑOS AL CARBON

Piezas arqueológicas que se exhibirán en Nueva York, parecen probar que Herodes era una madre al lado de los cartagineses

9 de noviembre de 1987

Las 175 piezas arqueológicas que se encuentran hoy en el Museo de Historia Natural de Nueva York, parecen aportar más a la historia de Cartago que las miles de páginas que se han escrito sobre el más importante centro comercial de los siglos III y IV a. C. Al menos eso es lo que creen los arqueólogos que preparan la exhibición que se abrirá en diciembre y que se prolongará durante cinco meses.
La colección, que comprende figuras magníficas de bronce, joyas, ornamentos y mosaicos, incluye urnas funerarias y parafernalia religiosa que arrojan luz sobre una vieja paradoja. Cartago, el centro de un poderoso imperio comercial y el mayor competidor político de Roma, no sólo produjo una de las grandes civilizaciones de la antiguedad, sino que la construyó, en parte, sobre prácticas rituales tan bárbaras que aún aterrorizaron a sus bárbaros contemporáneos. Algunos arqueólogos demuestran que el infanticidio era práctica común no sólo como método de control natal, sino como sistema empleado por las familias para conservar intactas sus fortunas durante generaciones.
El doctor David Soren de la Universidad de Arizona, quien lleva 7 años organizando la muestra, sostiene que "había un peculiar dualismo en Cartago donde el impulso comercial, la prosperidad y la buena vida se mezclaban con una religión tan intensa, que los cartagineses más ricos podían `alegremente' entregar a la pira del sacrificio a un hijo o una hija para cumplir una promesa a los dioses".
Sin embargo, no todos los expertos piensan que el sacrificio de niños era una práctica extendida y sistemática, y creen que las urnas funerarias son apenas el tipo de evidencia que está atizando el debate científico. El doctor Lawrence E. Stager, profesor de arqueología de la Universidad de Harvard, ha dicho en una entrevista que muchas de las conclusiones que se sacan en estos temas, están determinadas por los sentimientos que se tienen sobre las sociedades en estudio. "Algunos académicos, afirma Stager, ven la civilización cartaginesa tan avanzada y sofisticada, que piensan que el sacrificio humano era imposible". Y sugiere que esa concepcion pudo haber determinado la opinión de los arqueólogos franceses Claude Schaeffer y Hélene Benicho-Safar y del israelí Moshe Weinfeld, quienes se encuentran entre los científicos que dudan que el sacrificio humano en Cartago fuera generalizado. Sus apreciaciones se basan en el hecho de que Cartago fue vencida y sus registros y archivos destruidos. De esta manera, su historia fue construida por sus enemigos, griegos y romanos, lo cual explica su "mala prensa". Por ejemplo, al autor griego del siglo III a. C., Kleitarcos, se le atribuye un texto sobre Cartago en el cual se refiere al equivalente griego del dios cartaginés Ba'al Hammon: "Dada la reverencia por Cronos, los fenicios y especialmente los cartagineses, cada vez que buscan obtener algún gran favor, ofrecen a uno de sus hijos y lo queman en la pira como sacrificio a los dioses.

El culto a Tanit
Independientemente de la posible propaganda anti-Cartago, la evidencia de los escritores clásicos es apoyada ahora por algunos de los patéticos objetos que reposan en el museo gringo, y que fueron encontrados en el Precinto de Tanit, el inmenso y siniestro cementerio de niños de la vieja Cartago, donde hoy existe un lujoso barrio de Túnez. Se calcula que 20 mil niños fueron sacrificados desde el año 800 a. C. hasta el año 146 a. C., cuando Cartago fue destruida por los invasores romanos. Sin embargo, algunos sostienen que esos niños murieron de muerte natural y que el Precinto de Tanit era un cementerio ordinario. Pero el doctor Stager sostiene que en una necrópolis común de Cartago se encuentran proporciones normales de niños y adultos, algunos cremados y otros no. En el Precinto de Tanit sólo hay niños cremados de edades que oscilan entre recién nacidos y 4 años. También hay cuerpos de animales jóvenes cremados. Los huesos carbonizados de niños y animales fueron enterrados individualmente en urnas especiales de barro, con marcas en piedra mediante las cuales se los dedica a la principal diosa cartaginesa: Tanit, esposa de Ba'al Hammon. Las marcas están de coradas con una peculiar figura primitiva que representa a la diosa sedienta de sangre. Las tumbas de los cementerios ordinarios no tienen estas marcas.
Desde sus orígenes en el siglo VIII a. C., Cartago sacrificaba animales a Ba'al y Tanit, dedicándolos en remplazo de niños. Algunos arqueólogos afirman que, a medida que Cartago se desarrolló, disminuyó el sacrificio de niños, y que fue sustituido por el de animales, el cual aumentó.
Esto guarda alguna relación con la suposición de algunos historiadores según la cual el sacrificio humano transformado después en sacrificio de animales, evolucionó hacia el incruento del vino y el agua de la eucaristía de los cristianos.
Pero las excavaciones adelantadas por el doctor Stager y otros arqueólogos han mostrado que en Cartago la tendencia fue contraria. En los entierros más antiguos del Precinto de Tanit se encontraron urnas con restos carbonizados de huesos en una proporción de tres niños por un animal. Pero en época posterior (siglo III a. C.), la proporción aumentó a 10 niños por animal.
Cartago se convirtió en una ciudad extremadamente populosa a medida que fue prosperando. De acuerdo con el geógrafo griego Strabo, la capital llegó a tener 800 mil habitantes, lo cual determinó escasez de alimentos y otros recursos. Sin embargo, el doctor Stager piensa que la escasez también pudo deberse a la inmigración en gran escala de los agricultores a la ciudad, en busca de mejores oportunidades.
El doctor Stager señala algo de mucha importancia: el hecho de que una alta proporción de los niños sacrificados venía de la clase más rica, que era la que regía a la plutocrática Cartago. Los cartagineses con más fortuna evitaban tener que dividirla entre sus hijos, afirman los estudiosos, y resolvían los posibles problemas de herencia entregando sus vástagos no deseados a los sacerdotes del culto de Tanit. El sacrificio infantil se fue "democratizando" con el tiempo. Los niños sacrificados en el siglo V a. C. pertenecían casi todos a la clase más rica. Pero en el siglo III muchos de los sacrificados eran de padres de las clases profesionales y aun de los simples artesanos.
En el siglo III a. C., Cartago igualaba a Roma en poder, riqueza y pompa. Pero en el 146, al final de las tres amargas Guerras Púnicas, Roma borró a Cartago del mapa. Sin embargo, en su lugar surgió una nueva Cartago romana. Stager sostiene que la ciudad no murió del todo con la conquista romana y que los romanos obligaron a los cartagineses a aprender latín y a eliminar los sacrificios humanos. Los escultores y artistas cartagineses pronto enriquecieron el imperio romano con sus obras, y continuaron adorando a Ba'al en su nueva encarnación como el Saturno romano.--