OZONO, S.O.S.

Alarma mundial por agotamiento de la copa de ozono.

10 de abril de 1989

Es sin duda una de las cosas más graves que le podria suceder al planeta, comparable únicamente a un holocausto nuclear. Si la capa de ozono que rodea la Tierra desapareciera, sería imposible que los seres sobrevivieran pues las temperaturas se elevarían a tal grado, que habría un desbalance ecológico. Lo peor es que desde finales de los años setenta los científicos advirtieron que la capa de ozono se está deteriorando por el abuso del químico clorofluorcarbono (CFC). Se trata de una sustancia utilizada en los aerosoles, en la fabricación de refrigerantes para aires acondicionados y neveras, plásticos y algunos solventes.

Aunque parezca increíble que una sustancia que ni siquiera se percibe llegue hasta la capa de ozono, la explicación es relativamente sencilla: las moléculas del CFC liberadas suben a la estratosfera después de algunos años y una vez allí, la luz intensa del sol las descompone y el producto de esta reacción química causa daño al ozono, en una región situada entre 15 y 30 kilómetros de altura sobre la Tierra.

No se trata de un cuento nuevo.
Desde 1957, se descubrió un hueco en la zona del Antártico, pero sólo hace pocos años se empezó a tomar conciencia de la gravedad del asunto. En 1987, el Protocolo de Montreal, un acuerdo firmado por cuarenta países, los comprometió a reducir la utilización del CFC, en la primera medida al respecto. Sin embargo, esto estaba lejos de ser suficiente: aun si todos los países cumplieran con lo propuesto el nivel actual de CFC en la estratosfera se triplicará en el año 2020.

A principios de este mes se realizó una conferencia internacional que se pensó sería la solución al problema.
La verdad es que la reunión terminó sin que los 125 paises participantes llegaran a un acuerdo acerca de las fechas en las cuales la prohibición del CFC entrara en vigencia en cada uno de ellos. Lo único que se logró es que 20 países más se adhirieran al Protocolo de Montreal y que países desarrollados como Gran Bretaña y Estados Unidos, urgieran a los demás a ayudar a las naciones subdesarrolladas para alcanzar avances en su tecnología sin la necesidad de CFC. Los expertos además, previnieron a los delegados de los distintos países acerca de un incremento en los casos de cáncer en la piel y de cataratas que se prevé sucederá en los siguientes 50 años.

Lo que pretende el Protocolo de Montreal es precisamente evitar que esta situación se agudice. Exige a los países involucrados que se comprometan a corto plazo a reducir en un 50% la producción de este químico, a hacer mayores reducciones en el futuro y a que intensifiquen sus investigaciones para encontrar rápidamente un sustituto a esta sustancia. Se están estudiando varias opciones para estimular a las compañías a que produzcan los sustitutos masiva y prontamente. Por ahora, la alternativa más viable que se tiene consiste en exigir que las industrias que deseen seguir produciendo el CFC paguen una especie de multa cuyos recaudos serán invertidos en investigación para encontrar productos sustitutivos El problema con esta posibilidad es que el precio del CFC aumente, lo que podría llevar a que los países más desarrollados sean los únicos en capacidad de Producir esta sustancia y lo hagan masivamente.

Sin embargo, la situación es preocupante para los grandes industriales.
En Estados Unidos por ejemplo, se calcula que el equipo usado por las industrias y que funciona por medio de la utilización del CFC, tiene un valor de 138 mil millones de dólares y pasarán varios años antes de que éste sea rediseñado o remplazado. Los expertos aseguran que mientras más rápido se hagan los cambios, más altos serán los costos, ya que aún no se tienen sustitutos eficaces y fáciles de fabricar.

Este, hasta ahora, ha sido el problema más grande. Después de años de investigación aún no se tiene un sustituto verdaderamente eficaz que pueda competir con el CFC existente. Aunque la familia de los CFC incluye cientos de compuestos, lo cierto es que únicamente cinco de ellos son verdaderamente nocivos. El más dañino de éstos es el CFC-12 que puede ser remplazado por el HCF134a, aunque su composición es muy diferente. El primero está compuesto por un solo átomo de carbono con dos átomos a cada lado, uno de fluor y el otro de cloro; el segundo contiene dos átomos de carbono con cuatro de flúor y dos de hidrógeno a cada lado.
Los ingenieros químicos aseguran que el costo de la fabricación de este último puede ser tres veces mayor que el del CFC-12 y además que su duración es mucho menor.

Fuera de su bajo precio, el CFC que está siendo utilizado tiene varias ventajas
.Necesita un bajo nivel de energía para pasar del estado líquido al sólido y viceversa, por lo cual es muy útil en los procesos de refrigeración.
.Es tan inactivo químicamente que no corroe las superficies.
.No es tóxico.
.Cuando pasa del estado gaseoso al líquido bajo presión, tiene una extraordinaria capacidad para distribuirse sobre las superficies (incluso mayor que la del agua), por lo cual es utilizado en la fabricación de los jabones para los microchips de los computadores.

Pero aunque aparentemente los sustitutos son un paso atrás en cuanto a eficacia y costo se refiere, es claro que el costo de continuar su uso es simplemente incalculable. -