PAPEL COMIDA

El último invento de los japoneses

13 de julio de 1987


Los japoneses, integrantes de la sociedad más próspera del mundo, ya no tienen que inventar. La última joya que se les ha ocurrido es la producción en masa de alimentos en forma de tarjetas, de todos los sabores y para todas las ocasiones. La marca, como sucede en tantos productos de ese país, no revela inmediatamente su origen, pero su significado tampoco intenta ser eufemístico: "Papier", papel en el idioma de Mitterrand. Su impulsor, Eiji Miyazaki, presidente de Caugasha, la sociedad que vende tan novedosa comida, está tan orgulloso del nombre que encontró para su marca como del producto en sí. "Al principio habíamos pensado ponerle `film-food' pero consideramos que ese nombre no le vendría bien al mercado japonés, en el que el francés tiene mucha más aceptación". Pero el Papier no es solamente un nombre. Es un concepto revolucionario que consiste en una "placa" alimenticia, del tamaño de una carta de crédito, que contiene grandes calidades nutritivas, o al menos eso es lo que afirman sus productores.

"Nosotros queríamos fabricar un alimento fácil de llevar con uno, sencillo de comer y muy nutritivo", afirma Miyazaki, sin ocultar su satisfacción. ¿Y el sabor? "Eso es secundario", responde sin asomo de duda. "La gente deberá habituarse, ya que se trata del alimento del porvenir".

Miyazaki se decidió a lanzar esta carta (en el sentido literal de la expresión), después de constatar la necesidad del público japonés de comer a grandes velocidades, dado su frenético estilo de vida. Contra todas las predicciones de los analistas, al poco tiempo de lanzado el producto al mercado, el éxito fue total. Todo el mundo voló a comprar las tarjetas de carne, salmón, manzana e incluso de café y de chocolate, que se ofreció en catorce perfumes diferentes. En pocas horas, los estantes se habían desocupado, y los fabricantes debieron limitar la venta a cinco tarjetas por persona.

De golpe, el éxito ha llegado a esta compañía visionaria. Ya no quieren quedarse solamente allí, sino que la diversificación de su producto incluirá Papier de dieta, con o sin grasas, sin sal y, por si fuera poco, una versión de conservación prolongada para abastecer los bunkers de los paranoicos de la guerra nuclear. Afortunadamente su alto precio, unos 300 pesos por unidad, y las difíciles condiciones cambiarias del país, prometen tener alejada a Colombia de un invento tan avanzado, siquiera por algunos años más.--