TENDENCIAS

Paseo millonario, en computador

Las técnicas de delito informático más sofisticadas empiezan a causar terror en Colombia.

Álvaro Montes
4 de agosto de 2007

Esta historia ocurrió en Medellín. Javier Hernández (*) coleccionó por años música y fotos digitales hasta amasar un tesoro de nueve gigabytes con sus canciones favoritas (no todas descargadas legalmente, hay que decirlo) y de fotos que él mismo había tomado en sus viajes por los sitios más hermosos de Colombia. Utilizaba este material para amenizar sus fiestas familiares y compartir con amigos los recuerdos de sus recorridos turísticos. Una tarde de febrero del presente año, Javier recibió un correo electrónico asombroso: un sujeto que firmaba como 'Pantera', le notificó que había secuestrado su valiosa colección de música y fotos y exigía una cierta suma de dinero para devolverla "sana y salva". Con el corazón agitado, Javier hizo clic sobre la carpeta que contenía su preciado tesoro digital y respiró tranquilo cuando vio que todas las fotos y los archivos musicales estaban en su lugar. Y sólo tomó en serio el hilarante mensaje de correo un par de días después, cuando quiso escuchar un poco de música al llegar a casa. Todos sus archivos con extensión mp3 y jpg estaban protegidos con una contraseña que sólo el tal 'Pantera' conocía.

El delincuente utilizó técnicas de hacking para ingresar al computador de este desafortunado usuario, encriptó cuanto archivo de música e imagen encontró y después pidió dinero para deshacer el rapto de información. Esta nueva modalidad de secuestro, en la que los rehenes son archivos de computador y no personas -y que por la suma que piden los secuestradores se parece más a un paseo millonario que a una pesca milagrosa- se ha presentado ya varias veces en Colombia en el último semestre. De la misma forma que se han presentado ataques phishing (falsas páginas web) como el que afectó en diciembre a varios clientes de Bancolombia, quienes ingresaron a páginas falsas muy parecidas a las páginas oficiales del banco y fueron víctimas allí de considerables saqueos a sus cuentas corrientes.

Y como suele ocurrir en otros tipos de delitos, las víctimas no informan a las autoridades, especialmente cuando se trata de empresas o instituciones financieras, que prefieren pasar en silencio el trago amargo de un delito informático antes que aceptar públicamente sus vulnerabilidades tecnológicas. Varios expertos en seguridad informática consultados por SEMANA aseguran que en Colombia se presenta toda clase de ataques, y un reciente reporte de la compañía Symantec indica que ocupamos el sexto lugar en Latinoamérica en computadores afectados por el temible ataque bot, mediante el cual el PC de la víctima se convierte en esclavo o zombi de una red invisible dirigida desde el exterior, y sus recursos (disco duro, memoria y ancho de banda) son utilizados para enviar spam (correo basura) o alojar servicios ilegales, por ejemplo, pornografía o pederastia, sin que el usuario se dé por enterado. "El 3 por ciento de los computadores infectados con 'bot' en la región están en Colombia", informa Nicolás Severino, de Symantec.

La dirección de delitos informáticos de la Policía Nacional informa que entre enero y abril de 2007 han sido reportados 310 incidentes, el 71 por ciento del total de casos conocidos durante el año anterior. Estos delitos han dejado pérdidas por 6.600 millones de pesos a empresas privadas, y 349 millones de pesos a personas naturales. Todo ese dinero ha sido robado este año en Colombia utilizando computadores.

Se trata de un fenómeno mundial. "La preocupación por los virus ha sido desplazada por la preocupación acerca del robo de información", explica Felipe Araya, gerente para Colombia de Trend Micro, una compañía especializada en productos de seguridad informática. El 17 de enero del año en curso se conoció el caso más grande de la historia de robo de tarjetas de crédito, cuando la compañía TJX Cos informó que 45 millones de tarjetas de crédito habían caído en manos de intrusos que atacaron el sistema. Comparado con estas, las cifras colombianas son todavía diminutas, pero crecen con rapidez.

* Se ha cambiado el nombre de la víctima.