SOBRE LAS OLAS

En plena crisis del petróleo buscan perfeccionar la producción de energía eléctrica, a partir de las olas del mar.

12 de noviembre de 1990

De las fuentes renovables de energía, ninguna más poderosa e inexplotada que las olas del mar. Sin embargo, una central generadora instalada en Irlanda del Norte pretende demostrar que las décadas de experimentación en ese campo podrían solucionar en buena parte el problema de la dependencia mundial de los hidrocarburos. Se trata de un proyecto de dimensiones modestas, pero que podría ser el punto de partida para la toma de decisiones políticas a gran escala.
Se trata de una maquinaria de gran simplicidad instalada en un barranco azotado por las olas en la isla de Islay, al oeste de Escocia. La entrada y salida de las aguas a un compartimiento especial, produce una corriente de aire que mueve una turbina, la que a su vez produce la corriente eléctrica por medio de un generador. Cuando se encuentre funcionando a plena potencia, la pequeña central estará en condiciones de suministrar 40 kilovatios por día, esto es, toda la energía requerida por una pequeña comunidad de pescadores situada en los alrededores.

Se trata de la planta piloto de un grupo de investigadores de la Universidad de Queens, en Belfast, quienes forman parte de la tendencia científica que considera que si no se ha llegado más lejos en el desarrollo de esa tecnología, ello ha sido motivado más por la falta de voluntad política de los gobiernos, que por la incapacidad de los investigadores.
Según estudios recientes, a lo largo de la costa oeste de Europa el océano golpea la costa con tanta fuerza y en forma tan constante, que su energía podría abastecer de electricidad, al menos teóricamente, a países enteros como Irlanda, Escocia y Portugal. Por si eso fuera poco, la fuerza de aguas más profundas, que se encuentran más lejos de las costas, podría producir cantidades aun mayores.
Aunque los experimentos para aprovechar la energía de las olas del mar tienen ya varias décadas, nunca han recibido la atención oficial suficiente, y muchos ven detrás de esa indiferencia la presión de las multinacionales del petróleo. Pero con la creciente conciencia ecológica, sumada a la evidencia de que los hidrocarburos se agotarán a mediano plazo, lo mismo que la crisis del golfo Pérsico, han hecho renacer el interés por todas las alternativas energéticas renovables.
Esa tendencia tuvo un avance muy importante en los últimos meses, cuando la Comisión de la Comunidad Europea incluyó la energía marítima entre las fuentes alternativas de energía, lo que significará que para 1991, los fondos dedicados a la investigación se multiplicarán considerablemente.

La planta piloto se construyó en Islay por cuanto esa isla recibe toda la fuerza del Atlántico casi todos los días del año. El edificio consiste en una cámara de concreto, con un extremo abierto parcialmente al mar. Con la entrada de cada ola, que se produce aproximadamente cada 10 segundos, el agua en el interior de la cámara sube violentamente, lo que proyecta el aire por una abertura superior. Una turbina accionada por una hélice de funcionamiento continuo (que aprovecha tanto la entrada como la salida del agua) pone en movimiento a su vez un generador, que se encarga del resto.
"La tecnología es tan simple, que es sorprendente que no se haya inventado desde hace años un sistema funcional", afirma Stephen McIlwayne, uno de los investigadores. "Mirar esas olas golpeando las costas incesantemente me hace figurar los cientos y miles dé megavatios que están allí presentes, pero inexplotados. El océano es como una gigantesca batería, un colector monstruoso de energía que nosotros podremos aprovechar en muchísimos sitios.Se trata sólo de tiempo" .
Sin embargo, otros expertos advierten contra el excesivo optimismo, ya que aún existen múltiples dificultades por superar, y los fracasos no han sido pocos. Una torre noruega, que trabajaba con un principio similar pero más complicado, resultó arrancada de sus bases y destruida por una tormenta en 1988. Un proyecto de la India, que con la instalación de una serie de turbinas en Madrás, pretendía convertirse en el más grande productor de energía a partir de las olas del mar, fue abandonado luego de que se comprobara que las olas no eran lo suficientemente fuertes durante todo el año.
En general, los sistemas para extraer la energía eléctrica del movimiento de las olas se dividen en dos grandes categorías. Stephen Salter, inventor inglés que desarrolló un controvertido sistema en su país, los describe así: Puede usarse un dispositivo rígido, que resista todas la fuerza desencadenada por el golpe de las olas. La otra altemativa, pero más complicada y costosa, es la de un dispositivo que se mueva al compás de las olas. La primera es la del tipo de la construida en Islay, mientras la segunda, que podría usarse en alta mar, no ha pasado de la fase experimental.
Gran Bretaña, con sus extensas costas bañadas por el Atlántico abierto, tiene el liderazgo en la investigación, mientras otros países de condiciones similares, como Irlanda, Francia, España y Portugal, le siguen de cerca. La investigación incluye la búsqueda de los lugares más adecuados en las costas respectivas, porque las olas se comportan de forma muy similar a las ondas de luz, de tal modo que la topografía es capaz de concentrar en determinados lugares, una mayor actividad que en otros.

Otras aproximaciones al tema se basan en la energía de las mareas, que están siendo investigadas en Francia. Se trata de establecer barreras para aprovechar los cambios en los niveles de agua en los estuarios de los ríos. Aunque ya se ha construido una instalación experimental en las bocas del Rence, ese sistema despierta una fuerte oposición de los grupos ecologistas, que afirman, no sin razón, que esa forma de manipular el entorno puede ser fatal para los ecosistemas locales.

Aún faltan años para que la energía del mar sea aprovechada en su integridad. Pero con cada día que pasa, los científicos se convencen de que esa podría ser la fuente de energía del futuro.Una energía que, como las olas del mar, sería inagotable.