TRES EN UNO

Entre taladros, tanques y pipetas ,tres científicos colombianos se le midieron a la superconductividad y ganaron el Premio Nacional de Ciencia.

1 de octubre de 1990

A simple vista parece un taller de carpintería. Taladros, tanques con oxígeno, pipetas de hidrógeno, lupas gigantescas y un vetusto computador, están apretujados en un pequeño cuarto que semeja un taller de reparaciones. Pero es algo más. Ahí funciona el más importante laboratorio de investigación de la Universidad Nacional. Allí comenzó hace 15 años el estudio de uno de los fenómenos físicos que más ha "encarretado" a los científicos del mundo y que un puñado de colombianos sigue los pasos de algo que todavía está en experimento, pero que a la vuelta de unos años puede convertirse en la panacea del mundo de la física los superconductores. Una palabra que suena a modernización. A futuro. A algo así como la "guerra de las galaxias" En efecto, la superconductividad es el paso de una corriente eléctrica sin resistencia, que no permite fugas y que crea un campo magnético cuando cualquier material se enfría a temperaturas muy bajas (170 grados bajo cero) en aire líquido. Es algo así como el paso ordenado de un batallón de infantería que marcha enganchado de los brazos. Si uno de ellos se estrella, no se pierde el ritmo porque el conjunto es tan grande que no se ve afectado.
En la práctica, eso significa que el mundo moderno podrá movilizarse en trenes que desarrollarán velocidades hasta de 500 kilómetros por hora. Y si la imaginación se deja volar, es posible que las nuevas generaciones vayan de rumba a discotecas donde las pistas de baile serán una especie de colchón flotante y sus movimientos sean similares a como si estuvieran "caminando" en la Luna. Los computadores serán más efectivos y sólo necesitarán milésimas de segundos para obtener respuestas.El mundo de la medicina se verá privilegiado con instrumental médico y aparatos tan sugestivos que permitirán secuencias fotográficas de cada milímetro del organismo humano. A nivel experimental la utilización de los superconductores de cerámica ya es una realidad. Los japoneses tienen un tren que circula a 450 kilómetros por hora a través de un colchón magnético. Y un colombiano, Rodolfo Llinás, trabaja en los Estados Unidos en un equipo de escanografía que permitirá medir el campo magnético del cerebro. Pero no todo es color de rosa. Para masificar estos adelantos científicos y de modernización se necesita que alguien en su laboratorio de investigación aprenda a hacer alambres de cerámica, nada fácil.Por eso los científicos consideran que la utilización de este tipo de superconductores, en el sector industrial, estará por el momento bastante limitado.
Detrás de todo este avance científico que en el mundo es investigado y analizado por cerca de diez mil grupos de científicos, están tres físicos colombianos. Eduardo Posada, Julián Betancur y Guillermo Franco comenzaron su investigación sobre superconductividad hace doce años en el viejo laboratorio de física de la Universidad Nacional. Hace dos años por poco se convierten en leyenda. Los tres dieron un paso trascendental con la fabricación de materiales superconductores de cerámica, lo que hace posible la masificación de sus aplicaciones. Pero su descubrimiento fue tres meses después que dos físicos de Alabama, Estados Unidos, lo lograran. Esto les significó a los científicos americanos el Premio Nobel de Física. Lo cierto es que a Posada y sus colegas los frenó el subdesarrollo. Todo el trabajo de experimentación tuvieron que realizarlo en un viejo licuador de helio . Pero sus problemas no pararon ahí. El helio se les agotó a mitad de la investigación y como en Colombia no se produce, hubo necesidad de importarlo de Estados Unidos. Los trámites burocráticos de nacionalización llevó a que la investigación se paralizara por más de tres meses. Después se encontraron con otra barrera de tipo práctico: el tratamiento térmico de los materiales. Transcurrieron meses antes de que pudieran establecer la rata de calentamiento y enfriamiento óptima. Sin embargo, los científicos colombianos superaron los contratiempos. Y esto les permitió seguir muy de cerca el desarrollo de las investigaciones de sus colegas en los países industrializados.
Pero el trío colombiano de investigadores continuó su labor. Para ellos la superconductividad se ha convertido en un reto. Y mucho más cuando los científicos del mundo han comparado su descubrimiento con el de la electricidad y el transistor, que revolucionaron el mundo de las comunicaciones. En los últimos tres años, las investigaciones sobre superconductores llegaron a un punto de no retorno. Los científicos se encontraron una incógnita bastante difícil de resolver: ¿ por qué existe superconductividad en materiales cerámicos que se enfrían a 170 grados baja cero? La respuesta todavía no la han encontrado y eso ha dificultado su aplicación masiva en proyectos que anteriormente se mencionaron.
Los tres físicos de la Universidad Nacional tampoco han encontrado esta respuesta. Pero comenzaron a analizar el comportamiento de partículas de superconductores de cerámica sometidas a altas temperaturas -contrario a las investigaciones hechas por sus colegas que de plano descartaron que se lograra superconductividad en cerámicas sometidas al calor- y lograron establecer ciertas propiedadas que le abre de nuevo las puertas al mundo de los superconductores para convertirlos en la panacea del futuro. Su investigación en el laboratorio llevó a la Fundación Alejandro Angel Escobar a concederles el premio nacional de la ciencia que les fue otorgado la semana pasada y al reconocimiento de un gran número de científicos en el mundo.
Sin embargo, los tres científicos colombianos consideran que todavía hay muchas preguntas por resolver. Por ejemplo: ¿qué podrá pasar cuando se cambien los parámetros de composición, temperatura y presión en los superconductores de cerámica? La respuesta no se podrá tener en un corto plazo. Todavía falta mucho por investigar. Lo único cierto es que los científicos colombianos, a pesar de sus limitaciones en equipos y presupuesto, están casi a la par de lo que han hecho otros grupos en el resto del mundo.
Por lo pronto, la investigación continuará. Pero el paso que han dado los tres colombianos abre de nuevo una luz de esperanza para que las investigaciones sobre superconductividad continúen su camino y en un futuro no muy lejano pueda aplicarse en proyectos tecnológicos que le prestarán una gran ayuda al mundo científico de los próximos siglos. Mientras tanto, el grupo continuará trabajando en un proyecto que permitirá la construcción de películas delgadas en material superconductor para fabricar instrumentos de medición de alta tecnología.