¡UY, QUE ONDA!

Lo que faltaba: los electrodomésticos también pueden producir cáncer.

21 de agosto de 1989


Pocos desarrollos tecnológicos han cambiado tan profundamente la forma de vivir del hombre moderno. Desde que se levantan hasta que se acuestan, los seres humanos viven literalmente en medio de aparatos eléctricos. La dependencia que se ha generado se pone muy de presente cada vez que hay un apagón, cuando todos afirman cuán aburrida era la vida en el siglo pasado. Sin embargo, toda esa felicidad podría ser un espejismo si se comprueba una tesis que está levantando ampolla en medios científicos mundiales: los campos electromagnéticos, presentes en todas las líneas de conducción y en los aparatos eléctricos, podrían ser muy perjudiciales para la salud y hasta producir cáncer.

Esa afirmación, por supuesto, podría tener a largo plazo efectos muy graves sobre la industria que gira alrededor de la energía eléctrica. Pero hasta ahora hay más preguntas que respuestas. La energía eléctrica se desplaza a través de conductores, los cuales, una vez cargados de electricidad, géneran dos tipos de campos invisibles: uno eléctrico, el otro magnético. Juntos forman un campo electro-magnético (ver ilustración). Generalmente tales campos tienen una frecuencia de 60 hertz, la cual ha sido considerada hasta ahora como una frecuencia extremadamente baja y por lo tanto sin riesgo mayor para el hombre.

Aunque los campos elecromagnéticos a tan bajas frecuencias no producen los mismos daños en el organismo que aquellos a altas frecuencias, como los rayos X (que pueden romper el ADN) o las microondas (que pueden producir daño por calor), la preocupación es creciente. Por años los científicos pensaron que los campos electromagnéticos eran inofensivos, pero recientes estudios epidemiológicos, así como experimentos de laboratorio en células vivientes, han dado una voz de alarma no sólo a nivel científico sino a nivel gubernamental en los Estados Unidos. Se ha podido establecer una correlación estadística entre exposición a campos electro-magnéticos producidos por redes de transmisión y cáncer. Sin embargo, ninguno de los estudios ha podido establecer una relación de causa a efecto entre los dos fenómenos. Pero, como ha dicho el doctor Leonard Sagan, director de estudios radiológicos del Electric Power Research Institute, en Palo Alto, California, "... no se puede excluir la posibilidad de tal riesgo".

La mayor preocupación se ha centrado en las líneas de transmisión de alto voltaje. Sin embargo, de acuerdo con las conclusiones del estudio realizado por el Office of Technologic Assesment (OTA), serían otras las fuentes de mayor riesgo. Líneas de distribución, circuitos domésticos, electrodomésticos, sistemas de alumbrado y hasta mantas eléctricas crean campos de 60 hertz "que podrían jugar un papel aún mayor que las líneas de transmisión en el problema de salud pública".

Algunos experimentos en células, tanto humanas como animales, sugieren la posibilidad de que los campos electromagnéticos podrían afectar el funcionamiento del ADN y del ARN, factores que controlan la reproducción celular, así como causar defectos de nacimiento en pollos. Se ha sugerido igualmente que el electro-magnetismo podría estimular ciertos elementos bioquímicos asociados con crecimientos cancerosos, así como afectar otras sustancias críticas en el funcionamiento del sistema nervioso central .

A nivel celular, se ha encontrado evidencia de interacción electromagnética en la membrana. Esta capa envolvente de la célula gobierna algunas de las funciones más importantes, tales como el flujo de material, energía e información. Si esta función llegara a interrumpirse repentinamente, la comunicación intercelular, así como la respuesta inmunológica, también se verían interrumpidas.

Algunos experimentos han demostrado que la exposición a campos eléctricos altera el flujo de calcio a través de la membrana celular. No se ha podido establecer el riesgo real de tales cambios pero, como es bien sabido, el calcio gobierna la división celular y la fertilización de los huevos.

También se ha demostrado que los campos electromagnéticos alteran la rata de síntesis del ácido desoxirribonucleico (ADN) y que interfieren en el funcionamiento del mismo ácido en la producción de proteínas.

¡Ni siquiera las hormonas se salvan de los efectos electromagnéticos! Un experimento celular ha demostrado que campos de 60 hertz alteran el funcionamiento de neurotransmisores (que mandan señales a los nervios) y de hormonas que controlan el reloj biológico. Según el estudio del OTA si estos efectos llegaran a ocurrir en seres humanos, podrían llegar a alterar la reacción a ciertas drogas y toxinas y el estado anímico, así como producir desórdenes del sueño y depresión crónica.

Según el periódico The New York Times, seis laboratorios en Estados Unidos, Canadá y Europa han expuesto huevos de gallina fertilizados a radiaciones intermitentes de 60 hertz similares a aquellas producidas por terminales de video y televisores, y han podido concluir que una mayor proporción de embriones anormales se encontró entre aquellos huevos sometidos a las radiaciones. Sin embargo, no se observaron anomalías en huevos sometidos a radiaciones continuas similares a aquellas producidas por electrodomésticos y líneas eléctricas.

En cuanto a efectos en seres humanos, un estudio realizado por el Kaiser Permanent Medical Care Program, en Oakland, California, demostró que mujeres expuestas a terminales de video por más de veinte horas a la semana, durante los tres primeros meses de embarazo, sufrieron casi el doble de abortos que aquellas dedicadas a otro tipo de trabajo de oficina. El estudio, sin embargo, no descartó que otros factores, como el estrés, pudieran haber sido la causa directa de los abortos.

Cáncer
Según el doctor Richard Phillips, eminente experto en bioelectromagnetismo, el gran tema de preocupación es el cáncer. La mayoría de los estudios se han centrado en averiguar la correlación entre campos electromagnéticos de 60 hertz y la incidencia de cáncer en niños. Dos investigaciones han comprobado que aquellos niños que viven cerca a líneas de alta tensión eléctrica son dos veces más propensos a desarrollar cáncer.

El estudio estableció que el riesgo de cáncer sería de 1.502 casos en 10.000 niños al año. Según Savitz, "... esto sería muy elevado... pero menor comparado con accidentes infantiles o riesgos producidos por fuentes cancerígenas en adultos como el fumar cigarrillos o exponerse a asbestos".

No se ha podido establecer una frecuencia límite de riesgo, ya que en muchos casos las alteraciones biológicas pueden ocurrir más a muy bajas frecuencias que a muy altas. Según el profesor Florig, de la Universidad de Carnegie Mellon, "reducir la intensidad de los campos magnéticos a los cuales la gente está expuesta podría empeorar las cosas". Por ahora, un equipo de la misma universidad ha desarrollado una serie de medidas preventivas a muy bajo costo y que requieren muy poco esfuerzo:

1. Tratar de dirigir nuevas líneas de transmisión evitando la cercanía de seres humanos.

2. Desarrollar nuevos sistemas de cableaje para minimizar los campos electromagnéticos.

3. Rediseñar nuevos electrodomésticos para minimizar o eliminar los campos electromagnéticos. Pero no recomiendan botar los antiguos electrodomésticos hasta que estén fuera de uso.

4. Usar mantas eléctricas únicamente para calentar la cama, o eliminarlas del todo.

5. Alejar el despertador eléctrico lo más lejos posible de la cama.

La posición del cuerpo científico es que sí hay razones para temer que los campos electromagnéticos lleguen a producir cáncer, pero al mismo tiempo no han podido establecer contundente evidencia que compruebe que las radiaciones electromagnéticas a muy bajas frecuencias produzcan cáncer.

Varios millones de dólares están siendo invertidos para la investigación de los fenómenos electromagnéticos y su incidencia en la salud humana. Existe la posibilidad de un gran riesgo pero hasta ahora nadie ha cuestionado el desmantelamiento de los sistemas eléctricos en el mundo. Lo que sí se sabe es que el hombre moderno difícilmente podría llegar a imaginarse un mundo sin energía eléctrica.-