LICORES
El alcohol como medicina
El consumo de vinos, cervezas y destilados se dio, en sus inicios, más para mitigar dolencias que por placer. Un recorrido por la génesis de estos potajes medicinales y licorosos.
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Aunque nadie puede señalar el momento exacto en el que el hombre elaboró la primera bebida alcohólica, lo más seguro es que su descubrimiento se dio de manera fortuita.
Hace 10.000 años, en la llamada Edad de Piedra, se prepararon las primeras cervezas caseras como resultado de la espontanea fermentación de agua y granos, mucho antes, incluso, de que se horneara el primer pan.
Luego, 5.000 años después, surgieron los primeros vinos, con lo que definitivamente se introdujo el alcohol como parte de la dieta y como fuente medicinal. A diferencia de lo que ocurre hoy, los vinos y cervezas de la antigüedad –y posteriormente los destilados– se consumieron, más que por puro placer, para mitigar dolencias.
¿Qué efectos producía el alcohol que lo hizo percibir como benéfico para la salud? Su ingesta reducía el estrés, relajaba el cuerpo y la mente, ofrecía propiedades antisépticas, y, en cantidades mayores, se usaba como anestésico. Al macerar hierbas en una base de alcohol, los alquimistas de la época obtuvieron numerosas infusiones, con fines específicos y diferentes.
En relatos y documentos sobre el uso medicinal del alcohol sobresale el caso de Hipócrates, llamado el ‘Padre de la Medicina’, quien produjo un vino macerado con hierbas y lo recomendaba para controlar los gusanos intestinales. Pero no solo eso: Hipócrates también recetó sus macerados de resina, hierbas y especias para bajar la fiebre, facilitar las convalecencias y mejorar la digestión.
En la Edad Media, con el descubrimiento de la destilación por parte de los árabes, las bebidas alcohólicas medicinales iniciaron una nueva era, pues la capacidad de los espirituosos de extraer componentes benéficos de plantas y flores era significativamente mayor que la ofrecida por el vino. En Europa, la fermentación y la destilación tomaron mucha fuerza porque permitieron tener a la mano bebidas y potajes medicinales, que resultaban más seguros para consumir que el agua contaminada. Por algo a los espirituosos se les bautizó inicialmente con el mote de “agua de vida”.
No obstante, en países como Holanda e Inglaterra, las sustancias alcohólicas se salieron de control, causando serios estragos en la población civil, principalmente debido al abuso de su consumo. Esto obligó a muchas sociedades a introducir estrictas medidas para controlarla. A comienzos del siglo XX, tras el surgimiento y expansión de la industria farmacéutica, los medicamentes comenzaron a producirse de manera sintética, y por ello todas las infusiones basadas en alcohol perdieron importancia. Hoy, las bebidas alcohólicas se reservan casi exclusivamente para su disfrute.
Bebidas clásicas y usos medicinales
Brandi: se ha utilizado por centurias como infusión medicinal para controlar desde la neumonía hasta la Peste Negra. Hacia mediados del siglo XIX también se le utilizaba como estimulante cardiaco. Algunas de sus propiedades, incluso, hablan de evitar la formación de coágulos en las arterias. En las zonas gélidas, un par de tragos de brandi hace entrar en calor.
Absenta o ajenjo: su invención se le atribuye el médico Pierre Ordinaire durante la Revolución Francesa. Ordinaire la recomendaba como paliativo contra las jaquecas y las lombrices intestinales. Elaborada con una mezcla de varios botánicos, entre ellos ajenjo, anís e hinojo, la absenta se recomendaba, igualmente, para tratar la epilepsia y los cálculos. Se le atribuían propiedades alucinógenas.
Bénédictine: es una de las infusiones más antiguas y memorables que se conozcan, que hoy obra como un excelente digestivo. Es un licor elaborado con 27 hierbas y especias, producido por primera vez en la Abadía benedictina de Fécamp, en la Alta Normandía francesa. Su finalidad era ayudar a combatir las plagas y epidemias del momento.
Chartreuse: licor herbáceo que fue elaborado por los monjes cartujos desde 1737. Su preparación incluye 130 hierbas, flores y plantas que se maceran en alcohol. En las boticas parisinas se recomendada para aliviar la gripa y el resfriado. Pero pronto ganó fama como bebida para disfrutar. Se toma puro, con tónica o con Ginger Ale. Es un ingrediente muy utilizado en coctelería.
Gin & Tonic: hoy cientos de miles de personas disfrutan de la ginebra en sus múltiples posibilidades de consumo. Pero pocos saben que, durante la temerosa expansión de la Peste Negra (que mató a una tercera parte de la población de Europa Occidental), la ginebra se recetaba como arma contra la plaga. También se recomendaba para deshacer cálculos, aplacar lumbago y controlar los retorcijones estomacales. En las colonias británicas, la ginebra se bebía para enfrentar a la malaria. El usuario, normalmente, la mezclaba con quinina, disimulando su sabor amargo con un poco de agua tónica. Así nació el Gin & Tonic.
Whisky: su nombre proviene del gaélico uisge beatha, que traduce agua de vida. Desde su primera elaboración, se ha utilizado como anestésico y antibiótico para para tratar una larga lista de malestares. En Escocia se usó como remedio casero untando las encías del bebé para calmar los dolores de la dentición.