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JORGE HUMBERTO BOTERO

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Avances socialistas

Por vías tortuosas, el Gobierno avanza en su intento de estatizar a Colombia.

Jorge Humberto Botero
9 de abril de 2024

Abundan los argumentos para creerle a Petro que es un revolucionario. Pasó varios años de su vida en la guerrilla, tratando de derrocar el sistema político, propósito que en su autobiografía reiteró, y que ha confirmado en sus actuaciones como parlamentario, alcalde y presidente. Ante tamaña ambición, carece de sentido esperar que esté dispuesto a conciliar sus iniciativas en el seno de unas instituciones liberales y una sociedad pluralista.

El lenguaje de nuestro presidente no incorpora muchos conceptos del Marxismo clásico: lucha de clases, inevitabilidad del curso histórico, dictadura del proletariado, entre otros. Así sucede porque la evolución del pensamiento marxista los ha dejado atrás, o porque su sola mención asusta a sectores de la sociedad que la izquierda inspirada en Marx quiere atraer.

Sin embargo, asumo que, para él, conserva plena vigencia la idea de que no puede prosperar revolución alguna sin alterar las bases materiales de la producción. El puro y simple materialismo dialéctico. Con claridad lo escribieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: “Los proletarios… tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente”.

No puede sorprender a nadie, por lo tanto, las acciones estatizantes de Petro, que se despliegan en diferentes ámbitos de la economía nacional.

Ha satanizado las obras de infraestructura realizadas por concesión, pues solo sirven para beneficiar “a los ricos”. Por eso no se adelantan nuevas obras bajo esa modalidad. A los contratistas existentes se les dilatan indefinidamente los pagos, aunque se les ofrece que, en algún momento no especificado, se les pagarán las garantías estatales estipuladas con los recursos de un sistema de valorización que hoy no existe. Que quiebren muchas de esas empresas, como está sucediendo con las EPS, es probable e indiferente: construir y operar carreteras, puertos y trenes es tarea que asumirá el Estado.

Bueno, no todas. Se ha dispuesto que las vías terciarias se adjudiquen a las juntas de acción comunal, que son parte de los colectivos petristas, no, como sería lo razonable, a los departamentos y municipios.

En vez de afrontar los problemas estructurales del sistema pensional –regresividad, baja cobertura, insostenibilidad financiera– aspira a llevar para el Gobierno buena parte de las cotizaciones nuevas, y quizás de los ahorros acumulados, no importa que, en años futuros, cuando ya no esté en el gobierno, las cargas fiscales aumenten en cifras enormes, que los niños y jóvenes de hoy tendrán que sufragar. Entre tanto, como medio de presión, se niega a expandir el programa Adulto mayor, que beneficiaría a muchos ancianos pobres, una política urgente y justa que no requiere ley alguna.

El daño que está haciendo a la educación superior privada es enorme. Niega a las universidades privadas recursos para, en teoría, destinarlos a las estatales. Es la manera de hacerle un esguince a la Constitución, que coloca en pie de igualdad a las universidades privadas y a las públicas, así los mecanismos para financiarlas sean diferentes.

Fiel a su ideología socialista, al Gobierno no le importa que, en promedio, y con excepciones notables, las universidades estatales sean de inferior calidad. Como muchos jóvenes de bajos recursos prefieren ir a universidades privadas, o no encuentran cupo en las pocas estatales de buena calidad, acuden a los créditos de ICETEX. Esa institución, en contra de lo que era usual, no gira a las universidades oportunamente. El perjuicio es enorme. El ICETEX es su verdugo, como el ADRES lo es para las EPS.

El apoyo estatal, que ha sido utilizado a lo largo de los años, ha permitido que en buenas universidades privadas se formen muchos jóvenes de bajos recursos. Petro detesta este mecanismo de integración social, que es tan valioso en un país fragmentado como el nuestro. Su propósito, no declarado, consiste en ahondar la segregación social: el “pueblo” por un lado; las “élites”, por otro (de lo contrario, se “aburguesa”).

Sus agresivos discursos y su incapacidad de acción han tenido graves consecuencias en el sector energético. La inversión es mínima en generación y transmisión; no se han resuelto los problemas tarifarios de la Costa caribe ni los financieros de algunas distribuidoras regionales. Es probable un apagón en años futuros; en algunas zonas, ¡incluso en Bogotá!, en la actualidad, no se puede garantizar el suministro continuo.

Ahora intenta desmantelar la Federación Nacional de Cafeteros, un organismo privado que, desde 1927, le ha prestado al país útiles servicios, y cuya representatividad de los cafeteros es incuestionable. La dañina confrontación que ha intentado armar entre la población cafetera es absurda. El Gobierno tiene, en virtud del contrato para la administración del Fondo Nacional del Café, capacidad plena para incidir en la política del sector.

Para no llover sobre mojado, me limito a unas pocas notas sobre la salud:

(i) Como la crisis es generalizada, intervenciones selectivas no resuelven el problema, lo agravan; (ii) la intervención de dos EPS, cuando fue evidente que el Senado negaría al día siguiente la ley de salud, fue una clara retaliación, “desvío de poder” en términos jurídicos; (iii) las causas de esa crisis son la insuficiencia de los recursos del sistema y la inverosímil negligencia del Gobierno en el pago de obligaciones pendientes; (iv) lo primero fue extemporáneamente reconocido por el ministro de Salud ante la Corte Suprema la semana pasada; (v) lo segundo quedó establecido por esa alta corte (Auto 2882 del 20 de noviembre de 2023); (vi) con estos fundamentos, debe deducirse responsabilidad disciplinaria, por falta gravísima, al ministro de Salud y a otros funcionarios.

Ya para irme, les recuerdo el concepto de “expropiación indirecta”, que ocurre cuando el Estado adopta determinaciones injustificadas que interfieren en el derecho de propiedad y erosionan su valor. Entre ellas, pueden incluirse las conductas omisivas, como cuando el Gobierno, sin motivos razonables, deja de atender las obligaciones pecuniarias con entidades privadas que operan la seguridad social. La concreción de daños como este generan derecho a indemnización plena. ¡Ay Petro: todos tendremos que pagar, cuando ya te hayas ido, los platos que con tanta indiferencia tú quiebras!

Briznas poéticas. De la gran escritora belga Marguerite Yourcenar: “El sufrimiento nos hace egoístas porque nos absorbe por entero: solo más tarde, en forma de recuerdo, nos enseña la compasión”.

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