| Foto: Estevan Vega

OPINIÓN

Universidad y porvenir

Las instituciones educativas son el pilar de la civilización y el desarrollo de las naciones. Así lo piensa nuestro columnista, quien todavía recuerda a la Atenas Suramericana.

Gonzalo Mallarino*
22 de septiembre de 2019

Mi amigo H. Bach, quien ya murió, era dentista y tenía un hijo haciendo la carrera universitaria en Italia. En Bolonia, creo. Cierta vez me contó que el muchacho tenía una clase de semiótica o de epistemología con Umberto Eco.

¿Será una universidad muy costosa, muy selecta?, le pregunté. Y me contestó que no, que era una universidad pública, que le costaba menos de 200 euros al semestre.

Me fui a mi casa pensando que una de las señales de que una nación es civilizada y desarrollada es la fortaleza de su universidad pública. Así como he creído siempre que un país en el que el elemento militar tiene preponderancia es un país en graves problemas, así mismo he pensado que un gran país debe ser aquel que eduque gratuitamente a sus niños y jóvenes. O casi gratuitamente.

En Colombia la universidad pública ha hecho tremendos avances en los últimos 50 años, pero falta mucho, estamos lejos de la cobertura universal. En casi todas las regiones del país hay oferta pública para la formación profesional y universitaria. Y en general, a costos muy bajos. El solo desarrollo en infraestructura, sedes nuevas, laboratorios, auditorios, campos deportivos es asombroso.

Colombia ha sido, todos lo recordamos, “una Atenas Suramericana”. Me parece que con justicia se le puede llamar así. Estoy seguro de que en buena medida el avance de la democracia y de las instituciones en Colombia se debe al pensamiento liberal y a la libre discusión que promueven las universidades, tanto privadas como públicas.

A la par con la formación en ciencia y tecnología, en carreras técnicas, en carreras económicas, en artes y humanidades, la universidad en Colombia debe continuar su esfuerzo para enfrentar los grandes problemas nacionales: sus índices y formas de violencia, especialmente contra las mujeres y los niños.

Está bien formar cada vez más administradores y financistas, más ingenieros, más músicos. Pero un país que no protege a sus niños y a sus mujeres no tiene porvenir. Estoy seguro de que los rectores de nuestras universidades piensan igual.

*Escritor.