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La artista española Ana Belén protagonizará, en el Festival Iberoamericano de Teatro, ‘Medea’, una obra dirigida por José Carlos Plaza. | Foto: Festival Iberoamericano De Teatro De Bogotá

ENTREVISTA

“Si no me callé durante la dictadura, menos lo voy a hacer ahora”: Ana Belén

La española, reconocida en Colombia más por su música que por su larga trayectoria como actriz, interpretará a Medea en el Festival Iberoamericano de Teatro.

5 de marzo de 2016

Hace un cálculo rápido y confirma que ha actuado en unas 70 películas y obras de teatro, y ha grabado unos 35 discos. Esa faceta de actriz prolífera, experimentada y aplaudida, que en Colombia es mucho menos popular que la Ana Belén intérprete de Contamíname y La puerta de Alcalá, estará en la versión número 15 del Festival Iberoamericano de Teatro. Esto le dijo a SEMANA.

SEMANA: ¿Cómo veía el teatro la Ana Belén de 15 años que hizo su primera obra y cómo lo ve la mujer que viene a Colombia con ‘Medea’?

ANA BELÉN: A los 15 años yo venía de protagonizar una película, Zampo y yo, que no funcionó (una de aquellas terroríficas que hacían con los niños prodigios como Marisol, Joselito y Rocío Dúrcal) y, afortunadamente, me encontré con el teatro. Cuando estuve por primera vez frente al público me di cuenta de que eso era lo que quería hacer; se me olvidó que cantaba, que había hecho cine. Y sigo teniendo ahora ese mismo sentimiento aunque, claro, con más responsabilidad que al mismo tiempo te genera más miedos.

SEMANA: ¿Y cómo ha evolucionado la Ana Belén política… esa que militó en el Partido Comunista, que criticaba de frente a Cuba, que defendía los derechos de las mujeres?

A.B.: Ha ido pareja a como han ido los tiempos. A los 20 años no hice nada diferente a lo que hacían las personas que eran conscientes del país en que vivíamos. Ya no milito en un partido, pero cuando ves que hay injusticias, sigues saliendo a la calle, y cuando te preguntan, contestas. Yo no caí de la nada: vengo de una familia de padres trabajadores, hijos de gentes de izquierda que tuvieron que vivir en el silencio, como vivió todo el mundo durante la dictadura.

SEMANA: ¿Qué piensa del proceso de paz en Colombia?

A.B.: Estoy deseando que firmen ese acuerdo. El gobierno va a tener que estar muy alerta para que todas las víctimas, la gente que ha sufrido esa terrible lacra del terrorismo, se vea resarcida de alguna manera; se vea entendida y arropada por sus dirigentes.

SEMANA: ¿Usted sí cree que la cultura puede ayudarle a un país como el nuestro a hacer catarsis de tantos años de guerra?

A.B.: Yo no creo que una canción, una obra de teatro o una película hagan cambiar un país, pero sí tienen un poder sanador, que nos hace hacernos preguntas, y eso es bueno.

SEMANA: Alguna vez usted aseguró que “si eres artista decir en alto lo que piensas, sea de un lado o de otro, es igual a comprometer un 50 por ciento de las ventas de tu trabajo”. ¿Cómo se ha visto comprometido el suyo?

A.B.: Casi desde que comencé en esta profesión asumí que no puedes gustarle a todo el mundo; bajo esa premisa se vive un poco más tranquilo. Cuando joven, la situación era muy peligrosa, todos hablábamos entre líneas. Si en aquel momento no me callé, menos lo voy a hacer ahora con la edad que tengo y después de todo lo que ha llovido.

SEMANA: ¿El precio más alto que pagó por eso fue el exilio?

A.B.: Y que nos pusieran dos bombas en casa… Pero no me gusta usar esto como bandera porque nuestro exilio fue muy corto (seis meses). Al lado de tantos españoles que tuvieron que exiliarse durante prácticamente toda su vida, lo nuestro fue una nimiedad.

SEMANA: Pero solo por aclarar el origen de esa historia ¿empezó con una obra de teatro en México?

A.B.: Era una obra que estaba prohibida en España y nos fuimos a presentarla a México. Alguien mandó un anónimo a un periódico diciendo que en el escenario pisábamos la bandera española; era 1972, todavía vivía Franco. Nos convertimos en la personificación del demonio de este país.

SEMANA: ¿Cómo cargar con el peso de tener “una de las relaciones perfectas de la cultura española”, como la prensa se refiere a usted y a su esposo Víctor Manuel?

A.B.: Yo no ando por la vida con ese peso, es más, ni siquiera pienso en los años que llevo con Víctor (43 años). Estamos rodeados de amigos con relaciones muy duraderas, entonces no nos sentimos raros. Somos como cualquier pareja, unas veces estamos estupendamente y otras tenemos choques. Las parejas necesitan espacio y respeto por el mundo del otro, y eso lo llevamos a rajatabla.

SEMANA: ¿En qué se le van los días hoy?

A.B.: Ahora tengo una vida un poco complicada. Empiezo en Budapest una película de Fernando Trueba y a la vuelta Víctor y yo nos vamos de gira por América Latina con el disco Canciones regaladas, que grabamos el año pasado, después de muchos años de no meternos en un estudio.

SEMANA: Usted ha interpretado en el teatro personajes de la mitología muy exigentes como Antígona, Electra, Helena de Troya, y ahora Medea…

A.B.: He tenido la suerte de interpretar personajes potentísimos, no solo de la literatura griega sino de nuestros clásicos como Shakespeare y Chéjov. En el teatro, afortunadamente para las actrices que ya tenemos una edad, hay personajes ricos, maravillosos; llenos de esquinas y de aristas, cosa que no ocurre en el cine donde llegas a una edad y las cosas se vuelven muy difíciles.