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EL REDESCUBRIMIENTO DE AMERICA

Las notas de viaje sobre Colombia y Venezuela, elaboradas por Alexander von Humboldt hace 200 años, son rescatadas en la obra 'La Ruta de Humboldt'.

16 de enero de 1995

CUALQUIER EXPLORADOR CONTEMporáneo que se internara en los territorios colombo-venezolanos con espíritu científico y alma de apasionado, con seguridad quedaría deslumbrado ante la maravilla natural y cultural que jamás pudieron describir los libros. ¿Cómo vería, entonces, el barón Alexander von Humboldt el mismo panorama al recorrer Colombia y Venezuela en las postrimerías de un siglo que conservaba virgen más de la mitad del territorio hispano?
En una época en que las campañas de preservación ecológica coinciden con índices de destrucción natural cada vez más dramáticos, las compañías Smurfit Cartón de Colombia y Smurfit Cartón de Venezuela, con el respaldo editorial de Benjamín Villegas, han querido contribuir a la historia -con el ánimo de proyectar un futuro más venturoso- recogiendo el pensamiento de Humboldt en el libro La ruta de Humboldt, Colombia y Venezuela.
A lo largo de dos tomos, en una edición que impresiona a simple vista por calidad y belleza, el libro es el compendio de las anotaciones de Alexander Humboldt sobre sus viajes realizados por Colombia y Venezuela entre 1799 y 1801, extractadas de su obra mayor: Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Las notas del sabio van acompañadas de un repaso de la vida y obra del científico alemán en la pluma del escritor venezolano Arturo Uslar Pietri.
Humboldt había nacido en un período especialmente ávido de conocimiento, en pleno siglo XVIII. Su formación científica lo había llevado a discutir con artistas de la talla de Goethe y Schiller. Sin embargo el enciclopedismo le había servido no como base para una búsqueda de escritorio sino como fundamento de su tarea de verdadero observador y caminante. Quería viajar al Cercano Oriente y a las Indias. Su viaje comenzaría por Egipto. Pero en Marsella lo sorprendió una premonición: su excursión sería hacia las Indias Occidentales.
Un buen día se monta en la fragata Pizarro hacia Cuba, pero inconvenientes relacionados con una epidemia lo arrojan a las costas venezolanas. Por fin, el 16 de julio de 1799, llega a Cumaná, ciudad desde la cual Humboldt emprendería una expedición monumental que le mostraría a los americanos una visión totalmente nueva de su continente. Una travesía colosal de varios años que se iría a convertir en uno de los patrimonios más valiosos de la humanidad. Lejos estaba Humboldt de mirar a América sólo con ojos contemplativos. Según Pietri, en la primera carta que le escribe a su hermano Guillermo desde América le dice que viene al Nuevo Mundo a "confirmar la armonía de la naturaleza, es decir, la idea de que todo sistema natural está regido por una especie de armonía interna".
Porque hacía falta que alguien se interesara seriamente en desempolvar un continente que muchos pensaban impenetrable. Luego de 300 años de colonialismo todavía el territorio americano estaba por descubrir. Y ese descubrimiento lo hizo Humboldt, ofreciéndolo como un legado retornado hoy para lanzarlo al futuro con toda la fuerza del conocimiento, no sólo científico, pues Humboldt, dotado de una visión universal a toda prueba, también fue protagonista de sucesos políticos trascendentales. Mayor aún, entonces, el interés por una de las descripciones y miradas más completas que personaje alguno haya hecho sobre tierras colombo-venezolanas.