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Baricco, además de filósofo, ha sido director de cine, presentó programas de televisión, es dramaturgo y columnista de prensa. Un auténtico hombre del Renacimiento.

ENTREVISTA

Filósofo en tiempo real

Alessandro Baricco es experto en cuestionar lugares comunes. Este intelectual y también novelista estará en el Hay Festival en un evento organizado por SEMANA y 'Arcadia'.

22 de enero de 2011

Los expertos aconsejan dejar enfriar la historia antes de analizar los cambios de una época. Por eso, no siempre son bien vistos quienes se atreven a trabajar en caliente. Una recomendación que no ha seguido el filósofo italiano Alessandro Baricco, quien se le ha medido a interpretar los cambios que hoy sacuden los cimientos de esta civilización.

El resultado de este esfuerzo se encuentra en Los bárbaros, compilación de ensayos publicados en el diario italiano La Reppública en 2008. Son textos sobre lo que significa que cada vez más personas, "los bárbaros", los bautiza, puedan acceder a bienes que, como los vinos o los libros, eran patrimonio de unos pocos, un "saqueo" que ha desencadenado cambios profundos e irreversibles.

Para Baricco, esta invasión bárbara ha hecho que hoy el conocimiento y el talento solo sirvan en la medida en que puedan encajar en un sistema. Para explicar esto, recurre a la imagen del crack italiano Roberto Baggio sentado en el banco, relegado, pues, pese a ser un genio, no se entiende con su equipo. Otra consecuencia de la invasión es que el conocimiento sea visible y válido no tanto por su calidad, sino por el reconocimiento social que tenga, tal y como ocurre con las búsquedas de Google. Para él,hoy todo apunta a las redes, ahí es donde hoy las creaciones humanas adquieren sentido. Ha sido desplazado el genio, que, aislado, trabaja en su taller. Amarrado a esto está que el goce inmediato haya reemplazado al esfuerzo continuado. Se trata de una ruptura que también acaba con la distinción entre alta cultura, referida a las formas elevadas de expresión artística, y la cultura masiva: la televisión, Internet, el cine de Hollywood.

Pese a ser considerado como el Salinger de este tiempo -autor norteamericano fallecido el año pasado que optó por recluirse y no conceder entrevistas-, Baricco accedió a hablar con SEMANA sobre su visión del mundo contemporáneo.

SEMANA: Su libro ataca los clichés de los intelectuales que añoran las épocas en las que supuestamente la alta cultura sí importaba y defiende la frivolidad del nuevo mundo bárbaro. Pero usted pertenece a esa alta cultura. ¿No es esto una paradoja?

ALESSANDRO BARICCO:
Los bárbaros es un libro que trata de entender a los bárbaros y que trata de explicar que por más de que a primera vista muchos de los cambios que han detonado nos resulten desastrosos, una segunda mirada revela rasgos constructivos y, de algún modo, geniales. Busca explicar cómo es de inútil y contraproducente una contraposición entre la buena civilización, por una parte, y los bárbaros, por la otra, porque de hecho esa división no existe, es imaginaria. Todos somos un poco bárbaros, todos hemos mutado un poco, unos más, otros menos. No debemos hacernos los de la vista gorda ni negar el fenómeno, sino entender por qué tomamos esta decisión en principio, hacia dónde estamos mirando y por qué decidimos cambiar. Eso es lo que yo he intentado hacer. Y por eso es que no me he resignado ni me considero saqueado: más que nada, estoy fascinado por la transformación que he visto iniciarse en los de mi generación y que ahora vuelvo a encontrar, más avanzada, en los más jóvenes. La vivo, la estudio, la espío con un gran sentido de asombro, convencido de tener el privilegio de estar asistiendo a un momento histórico enormemente importante y sorprendentemente brillante.

SEMANA: Pero el carácter del espíritu bárbaro es cambiante, pierde fácil su ímpetu. ¿No es este espíritu un caldo de cultivo para los regímenes mesiánicos o totalitarios?

A.B.:
Al contrario, diría yo. Fenómenos de fanatismo como los que en Europa generaron los totalitarismos del siglo XX son impensables en un mundo de bárbaros.

SEMANA: ¿No es muy optimista creer que los bárbaros son conscientes de sus límites y que pese a todo necesitan viejos maestros? En Colombia, por ejemplo, parece haber un fuerte e irónico desdén por lo viejo y se ha declarado muerta la idea de la alta cultura.

A.B.:
Los bárbaros que veo en Europa no tienen desprecio por el pasado y tampoco por la cultura. No los mitifican, seguro, pero cultivan una verdadera pasión por cualquier memoria que les parezca viva y útil. Hay que estar atentos para no confundir la barbarie, tomada simplemente como el nombre que le damos a una nueva civilización que aún no comprendemos del todo y que tememos, con la barbarización, que es un fenómeno vivo más o menos en todas partes y que ya antes habíamos visto en funcionamiento. El desprecio por el pasado y por la cultura es, por ejemplo, un rasgo típico de una cierta barbarización: se combate y punto.

SEMANA: Subraya cómo la televisión ha ayudado a masificar el fútbol. Sin embargo, en países como Colombia hay quienes no puedan pagar por un servicio de televisión satelital para ver los partidos que antes transmitía la televisión estatal. Aquí hay exclusión. ¿No es contradictorio?

A.B.:
Desconozco el caso del fútbol colombiano, no tengo las herramientas para juzgarlo. Lo que sí puedo decir es que, en todo el mundo, en los últimos veinte años se ha ampliado el acceso a muchos bienes de consumo, incluidos los culturales, integrando clases sociales que durante mucho tiempo habían sido mantenidas al margen. Seguramente podemos encontrar muchas excepciones, pero la tendencia es esa, sin duda. Naturalmente, procesos de este estilo, de repentino crecimiento, causan desequilibrios y a menudo traumatizan el sistema, pero el problema hoy día parece ser el de llegar a gobernar el crecimiento de la mejor manera posible y no el de encontrar la forma de frenarlo. Otra cosa evidente, por lo menos en Europa, es que mientras más fuerte es el mercado más se plantea el Estado el problema de permanecer o no en él, usualmente motivado por dificultades económicas que limitan su capacidad de gasto: y aquí es muy importante que se entable una reflexión verdadera y no una simple huida.

SEMANA: También recurre al fútbol para hablar del fin del genio individual y sugerir que hoy el talento solo vale si está en función del sistema. ¿No es peligroso ampliar esta idea a las humanidades, que se alimentan precisamente del genio individual?

A.B.:
La metáfora del fútbol sirve para entender cómo un tipo particular de fuerza, fundado en el valor del individuo, se puede sustituir con otro tipo, fundado en el sistema, y se obtienen resultados óptimos. Más allá de eso, existen, por supuesto, disciplinas en las cuales el valor irrepetible del individuo es irremplazable.

SEMANA: En países pobres, los bárbaros necesitan de la piratería para llegar a un buen sector de la población. ¿Qué opina de esto? ¿Usted compra pirata? ¿Cree que el mundo bárbaro también terminará por arrasar con el 'copyright'?

A.B.:
No, yo no bajo películas sin pagarlas, ni libros, ni nada. Yo creo que es necesario defender el derecho al copyright, que para los autores es ante todo una garantía de independencia y de libertad. Habiendo dicho esto, tampoco quiero criminalizar al que lo pone en peligro. Nuestra tarea es encontrar una manera de convivir.

SEMANA: ¿Cree que Julian Assange encarna al nuevo bárbaro? ¿Qué opinión le merece el fenómeno WikiLeaks?

A.B.:
Francamente, de todas las cosas que se pueden hacer para mejorar ligeramente el mundo, la última que se me habría venido a la cabeza habría sido la de montar algo como WikiLeaks.

SEMANA: Pareciera que usted no respeta demasiado los medios de comunicación de hoy en día. ¿Es esto cierto?

A.B.:
¿Dónde ha leído eso? Yo tengo mucho respeto por los medios de comunicación. Los respeto como respeto al yoga o a los vegetarianos, aunque jamás haría yoga ni se me haya pasado por la cabeza dejar de comer carne. n